Se supone que el día de su boda tendría que estar feliz, súper emocionada y un poco nerviosa, al menos creía Stella que era cómo se sentiría el día de su boda, en cambio, una sensación de temor se le estaba asentando en la boca del estómago mientras se miraba en el espejo.
—¿Por qué estás sentada ahí? Apúrate, vas a llegar tarde —le dice Beth, su madrastra. —¿Estás segura que esto es necesario? —le pregunta Stella. —Tal vez no lo sea, pero… —¿En serio? —una gota de esperanza comienza a filtrarse en el interior de Stella. —Bueno, podríamos permitir que tu padre continúe sufriendo. Los derrames cerebrales no son tan malos, no es algo que necesite tratamiento —la ironía se filtra por cada tono de la voz de Beth. —Todavía no comprendo cómo no tenemos suficiente dinero para cubrir el tratamiento de mi papá. La familia de Stella no había sido millonaria, pero siempre estuvieron bien posicionados y, de un día para el otro, se encontraron con fondos insuficientes para el tratamiento de su padre. —Esas cosas pasan querida, el dinero va y viene. Deberías estar feliz por este arreglo, James Allen es un buen partido ¡Míralo! —Beth saca su móvil y le muestra una foto de su futuro esposo antes del accidente automovilístico. —En serio no puedo creer que me estés diciendo eso ¡está en coma, Beth! —Eso está más que claro querida, pero, si no lo estuviera, alguien como tú nunca podría conseguir a alguien como él. Tendrías que estar feliz, ni siquiera tendrás que lidiar con tu esposo. —En verdad no comprendo cómo mi padre pudo relacionarse con alguien como tú. Deberías casarte tú con James, al fin y al cabo, nunca amaste a mi padre. Stella y Beth nunca se habían llevado muy bien, no tenían nada que ver la una con la otra y Stella siempre la había visto como una persona demasiado interesada en lo material. —Oh, querida, anímate, piensa en lo bien que saldrá esto. Tan pronto como esto termine, los Allen nos transferirán cinco millones de dólares, eso será suficiente para tu padre. —No lo sé, todo esto me parece demasiado… frío —dijo Stella hablando consigo misma en voz alta. —Por supuesto que lo es ¿Todavía no acabas de entender que este es un matrimonio puramente transaccional? Queremos dinero y los Allen quieren conservar el nombre de su familia, está más que claro. Es un ganar para ambas partes. —¡Beth, no soy un vientre de alquiler! Solo accedí a esto por mi padre. —¡Ay! No seas tan dramática, al menos no tendrás que tener sexo con él. Aunque… —ella guiña un ojo y hace un extraño contoneo— Se rumorea que es bastante habilidoso en la cama. —Eres una persona despreciable. No comprendo cómo puedes estar pensando en algo así cuando mi padre está grave y yo estoy prácticamente obligada a casarme con un hombre que ni siquiera conozco. La ira estaba carcomiendo cada centímetro del cuerpo de Stella, mientras más escuchaba a su madrastra, más se molestaba. —Obviamente no has escuchado que la risa es la mejor medicina. Es hora de que te vistas de una vez, querrás estar guapa para tu futuro esposo y su familia ¿cierto? Stella no quería hacerlo. Desde que se enteró, quiso rechazar la propuesta, pero el dinero se acabó, se fue como el agua y la situación de su padre no le dejaba más opciones, por él haría lo que fuera, así que asiente con su cabeza una sola vez. —Bien. Voy a refrescarme, el auto vendrá a recogerte pronto —le dice luego sale por la puerta con la cabeza en alto. Justo cuando Stella se disponía a arreglarse, su teléfono suena anunciándole que Robert, su novio, la estaba llamando. Ella ignora la llamada porque lo último que desea es tratar con su novio el día que tiene que casarse con otro hombre y que, para colmo es el primo de su novio. Unos segundos después, un mensaje le llega a su móvil. “Cariño, tú puedes con esto, solo tienes que aguantar hasta quedar embarazada y él morirá, luego tú y yo nos casaremos enseguida. Trataré a ese niño como si fuera mío. Solo aguanta.” Stella suspira y tira el celular en la cama. Se gira hacia la cama y toma con delicadeza el vestido que había usado su madre el día de su boda y que tenía escondido de Beth. Pasa los dedos con delicadeza sobre la tela mientras piensa que si su madre estuviera con ella, le daría la fuerza que necesita para hacer lo correcto. Su madre siempre sabía qué era lo mejor para ella. Treinta minutos después, llega la limusina de los Allen para llevarla a su casa. El viaje es rápido y cuando llega, su corazón late con fuerza. Está nerviosa, no sabe si lo que está a punto de hacer sea lo correcto, pero ama a su padre por encima de todo. Ya había perdido a su madre y su padre es todo lo que le queda en el mundo. Si tiene una oportunidad para salvarlo, no dudará. Se casará ese día pase lo que pase.Un hombre alto le abre la puerta a Stella. No sonríe ni dice una sola palabra mientras le muestra la casa. Ella pasa por una gran sala donde se reúne una pequeña multitud, solo reconoce algunas caras: Beth, Sarah, su media hermana, y Robert.—¿Puede darme unos minutos? Tengo que hablar con alguien antes de que comience la ceremonia —le dice Stella al hombre que la estaba guiando.Ella necesitaba hablar con Robert, él le había dado la idea de casarse con su primo, pero ahora necesitaba decirle que no quería hacerlo, necesitaba cualquier excusa que la librara de casarse con alguien que ni siquiera estaba consciente.—Lo siento, pero no, los Allen tienen una agenda muy apretada.—No, lo siento yo, no tenía idea de que los deseos de la novia serían un inconveniente.EL portero se gira hacia ella serio, pero con expresión de diversión.—Cuidado señorita Miller. Hay una orden, es mejor preguntar. A la familia Allen le gusta que las cosas se hagan a su manera.—¿Qué sucede si no soy el tipo
Stella se gira hacia su ahora esposo quien parece dormir plácidamente.—Bueno, al menos tú serás mejor compañero que tu primo —le dice y las máquinas comienzan a emitir un pitido como si estuvieran de acuerdo con lo que ella acaba de decir— Supongo que nunca lo sabremos.Minutos después, su atención vuelve a centrarse en la puerta, Robert entra y la cierra.—Tuve que pasar por seguridad para encontrarte, pero aquí estoy, tu caballero de brillante armadura.El interior de Stella se retuerce de asco cuando lo escucha hablar. No puede comprender con qué cara se aparece ahí diciéndole esas palabras después de tirarse a su media hermana.—Bueno, la verdad es que no necesito a un caballero de brillante armadura, no necesito ser salvada, yo puedo con esto sola.Ella quería decirle que lo sabía todo, quería gritarle todo lo que tenía por dentro, decirle que era un sinvergüenza, pero no podía hacerlo, no si quería atraparlos y hacer que su plan se fuera a la mierda.—Saldremos de esta, cariño,
Después de que Stella pasó todo el resto del día organizando su equipaje y cuando justo estaba lista para descansar, unos toques en la puerta llaman su atención.—Buenas noches, soy Ava. Vine para asegurarme de que tiene todo lo que necesita y para explicarle a usted las necesidades del señor Allen —dice una de las chicas del servicio.—¿Lo que necesita? —le pregunta Stella confundida mientras mira a James cuyos ojos ya se han cerrado como si nada hubiese pasado antes— ¿Cómo qué?-El señor Allen necesita masajes todas las noches para evitar que se atrofien los músculos. Tenga —le entrega una papel en el que aparecen unas instrucciones sobre los masajes— Llámeme si necesita algo.—Gracias.La chica le da un breve asentimiento con su cabeza y se va. Stella se gira hacia James.—Con que masajes nocturnos ¿eh? Estás viviendo tu mejor vida. Supongo que al menos uno de nosotros debería tener algo de acción en la noche de boda.Se acomoda en el borde de la cama. Comienza con su brazo, sigue
Una vez Bárbara discutió con Stella todos los temas que le interesaban, la dejó libre, lo que le dio posibilidad a la chica de explorar la enorme propiedad en la que ahora vivía.Fue justo cuando paseaba por el jardín principal que vio a los guardias de seguridad prohibiéndole la entrada a Gaby, su mejor amiga. Con todo el lío del casamiento, se le había olvidado que habían quedado para que su amiga le llevara unos documentos del trabajo que su jefa le estaba exigiendo.—¿Qué está pasando aquí? —pregunta ella molesta a los guardias.—Está chica dice que la conoce.—Será porque lo hace.—Lo siento, pero no está en la lista de invitados y no la puedo dejar pasar.—¿Sabes qué? No pasa nada —dice mientras sale y se monta en el coche con su amiga, una vez dentro se gira hacia ella y le dice— Sal de aquí y deja el coche más adelante, entraremos por atrás.Las chicas comienzan a reír como dos colegialas a punto de romper alguna regla. Unos minutos después, ambas están en el dormitorio de Ste
La casa de los Allen estalla en caos cuando escuchan las palabras de Stella. Hay personas corriendo por todas partes, dando órdenes y haciendo llamadas telefónicas.Stella continúa en pie junto a James, tomándole de la mano, de pronto, Bárbara entra en la habitación y trae a varios médicos que sacan a la chica del medio.Comienzan a realizar sus pruebas y estudios en James, para cuando le permiten volver a la habitación, Bárbara sonríe como una niña pequeña.—¡No me puedo creer que mi niño esté despierto! Pensé que lo había perdido para siempre —la emoción es tanta en ella que casi se puede palpar mientras lágrimas se acumulan en sus ojos.—¡Eso es fantástico! —señala Stella.Sin que se lo espere, Bárbara se abalanza sobre ella y la estrecha en un fuerte abrazo mientras permite dejarse llevar por su emoción. Su alegría es contagiosa, lo que hace que Stella también sonría.—Tú fuiste la que logró esto. Lo sé. Tú trajiste la buena suerte a esta familia ¡Eres el amuleto de la buena suert