Reencuentro

James sigue con su lenta y sensual incursión. Mis pezones sienten sus hábiles dedos y sus labios, que encienden mis terminaciones nerviosas hasta el punto de que todo mi cuerpo gime en una dulce agonía, pero él no se detiene.

—Oh… por favor —le suplico.

Tiro la cabeza hacia atrás, con la boca abierta, y gimo. Siento las piernas entumecidas. Maldita sea, ¿qué está pasándome?

—Déjate ir, nena —murmura.

Me aprieta un pezón con los dientes, con el pulgar y el índice tira fuerte del otro, y me dejo caer en sus manos.

Mi cuerpo se agita y estalla en mil pedazos. Me besa profundamente, metiéndome la lengua en la boca para absorber mis gritos.

¡Dios mío! Ha sido fantástico. Me mira con una sonrisa satisfecha, aunque estoy segura de que no es más que gratitud y admiración por mí.

—Eres muy receptiva, siempre lo has sido —me dice.

Vuelve a besarme.

Mi respiración es todavía irregular mientras me recupero del orgasmo.

Desliza una mano hasta mi cintura, mis caderas, y la posa en mis part
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