A la mañana siguiente, Stella está lista para volver al trabajo. A pesar de haber pasado apenas dos días en casa de los Allen, para ella parecía toda una eternidad y estaba feliz de poder salir de esa casa.El camino es tranquilo, pero, en cuanto llega, esa tranquilidad se acaba gracias a una voz que no hace más que gritarle.—¿Cómo te atreves? —la voz es de Amaia, su jefa.—Amaia, yo… —comienza a decir Stella sin saber por qué la reprende su jefa.—No hay excusas. Si vuelves a hacer algo así, te despido ¡No tienes derecho a tomarte un día libre!La realización cae sobre Stella al darse cuenta que, con todo lo apurado que había sido todo, no se había recordado de reportarse como enferma.—¿No tengo derecho?—¡NO! Tienes responsabilidades aquí.—Amaia, lamento no haber avisado, pero tuve algunos problemas familiares.—Lo siento mucho, pero ya lo dijiste, son problemas familiares, resuélvelos en tu maldito tiempo libre, no en horario laboral. Todos
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