Despierto

Una vez Bárbara discutió con Stella todos los temas que le interesaban, la dejó libre, lo que le dio posibilidad a la chica de explorar la enorme propiedad en la que ahora vivía.

Fue justo cuando paseaba por el jardín principal que vio a los guardias de seguridad prohibiéndole la entrada a Gaby, su mejor amiga. Con todo el lío del casamiento, se le había olvidado que habían quedado para que su amiga le llevara unos documentos del trabajo que su jefa le estaba exigiendo.

—¿Qué está pasando aquí? —pregunta ella molesta a los guardias.

—Está chica dice que la conoce.

—Será porque lo hace.

—Lo siento, pero no está en la lista de invitados y no la puedo dejar pasar.

—¿Sabes qué? No pasa nada —dice mientras sale y se monta en el coche con su amiga, una vez dentro se gira hacia ella y le dice— Sal de aquí y deja el coche más adelante, entraremos por atrás.

Las chicas comienzan a reír como dos colegialas a punto de romper alguna regla. Unos minutos después, ambas están en el dormitorio de Stella.

—Aquí tienes —le dice Gaby mientras le entrega unos documentos— Entonces, has conseguido a James Allen.

—A decir verdad, no creo que lo haya conseguido, no cuenta como conquista si es un contrato —le responde decaída.

—Sé que no es lo ideal y mucho menos como pensabas casarte, pero piensa que es por un bien mayor... Ahora ¿cómo se siente estar casada? —le pregunta su amiga toda emocionada.

—Bueno, bastante bien, no discutimos nada.

—¡Stel! -dice su amiga mitad regañándole por la broma, mitad divertida por ella.

—¿Qué? Es verdad.

—Es muy guapo.

—En verdad lo es -le responde Stella pensando en el cuerpo que vio la noche anterior mientras lo masajeaba.

—Parece una versión masculina de "La bella durmiente" ¡Deberías besarlo!

—¿Cómo?

—Sí, despertará con el beso de verdadero amor.

—Gaby, no creo que besar a una persona inconsciente sea correcto.

—Bueno, pero a tu esposo sí y este chico tan guapo, lo es.

Ambas echan a reír como si fueran pequeñas y acabaran de hacer alguna travesura. La verdad es que su amiga siempre encuentra una manera de hacerla sentir mejor.

Después de un rato más de cotilleo, Gaby se marcha a escondidas y Stella queda sola. Ya en la noche, vuelve a sentarse en la cama para el masaje de James y, una vez más, comienza a hablarle.

—¿Sabes? No me había puesto a pensar en lo difícil que es esto para ti también. Estaba tan concentrada en mí que no me había dado cuenta que a ti también te habían forzado a casarte con alguien que no querías. Verás, lo que sucede es que mi padre no está bien. No estoy segura de si alguien te lo contó, pero creo que deberías saber la verdad.

Las conversaciones con James empezaban a ser terapéuticas para la soledad que ella estaba sintiendo, así que, sin pensarlo dos veces, se deja llevar y toma la mano de él dándole un suave apretón.

—Necesito el dinero para el tratamiento de mi padre -continúa explicando ella- y tu familia dijo que me pagaría cinco millones por casarme contigo y por tener a tu hijo. Lo siento, parezco una aprovechada, al menos me siento como si lo fuera. Probablemente no soy el tipo de chica que habrías escogido. Escuché que eras fascinante, cariñoso, divertido, inteligente y… definitivamente eres atractivo. Quiero creer que nos llevaríamos bien si estuvieras despierto. Siento mucho que te haya pasado esto. Deseo... bueno, no estoy segura de lo que deseo, supongo que me gustaría que pudiéramos hablar.

Como en respuesta, los ojos de James se abren de par en par como resortes. Stella se sobresalta, pero luego recuerda lo que Bárbara le había explicado.

Está a punto de ignorarlo cuando ve que uno de los dedos se contrae dentro de la mano de ella que todavía sujeta.

Un gemido débil y suave sale de su boca, es tan bajo que Stella casi piensa que fue su imaginación, hasta que él la mira fijamente.

—¡No puede ser, en verdad estás despierto!

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