La habitación está cargada de tensión, tanta que prácticamente es palpable. El labio inferior de Stella tiembla sin que ella pueda controlarlo. Todo lo pensó que había arreglado en su vida, está a punto de irse por el retrete.James resopla y mira a su madre.—Esto no tiene nada que ver con que Stella sea encantadora, o de buena familia, se trata de ti y de tus aspiraciones.—¿Cómo puedes decirme algo así?—La verdad duele, madre. Estabas tan preocupada por tu preciosa reputación familiar que prostituiste a tu hijo en coma con una completa extraña. Nunca te importé. Lo único que a ti te interesa es el dinero y la reputación. Siempre fuiste demasiado ambiciosa para tu bien, pero pensé que al ver a tu hijo en el estado en el que me encontraba, te enfocaras en mi salud y en nada más.Bárbara abre los ojos de par en par. Da dos pasos y luego… se desmaya en medio de la habitación.—¡Madre! —exclama James.Sin perder tiempo, Stella llama a los doctores que todavía se encontraban en la casa
Los doctores van y vienen, revisando a James. Aunque está ya despierto, no puede mover las piernas. Su humor empeora a medida que pasa la noche.—Por favor, dime que es el último —dice él.—Los doctores solo quieren asegurarse de que estás bien —hace una pausa y se fija en sus pies— Tus piernas… ¿de verdad no sientes nada?—¿Cuántas veces tendré que decirlo hoy? No puedo mover las piernas —le responde malhumorado.—Acabas de despertar, dales algo de tiempo. Estoy convencida de que te recuperarás por completo —dice ella con amabilidad ignorando el temperamento de él.—No necesitas ser tan amable conmigo, no necesito que se compadezcan de mí.—No me estoy compadeciendo de ti, yo soy así. No entiendo por qué se debería tratar mal a las personas ¿Qué tiene de malo ser amable?La cabeza de él se inclina con curiosidad y un brillo particular aflora en su mirada antes de decirle:—La gente amable es aplastada en este mundo.—Puede que eso sea cierto, pero no puedo cambiar quien soy.Sin deci
A la mañana siguiente, Stella está lista para volver al trabajo. A pesar de haber pasado apenas dos días en casa de los Allen, para ella parecía toda una eternidad y estaba feliz de poder salir de esa casa.El camino es tranquilo, pero, en cuanto llega, esa tranquilidad se acaba gracias a una voz que no hace más que gritarle.—¿Cómo te atreves? —la voz es de Amaia, su jefa.—Amaia, yo… —comienza a decir Stella sin saber por qué la reprende su jefa.—No hay excusas. Si vuelves a hacer algo así, te despido ¡No tienes derecho a tomarte un día libre!La realización cae sobre Stella al darse cuenta que, con todo lo apurado que había sido todo, no se había recordado de reportarse como enferma.—¿No tengo derecho?—¡NO! Tienes responsabilidades aquí.—Amaia, lamento no haber avisado, pero tuve algunos problemas familiares.—Lo siento mucho, pero ya lo dijiste, son problemas familiares, resuélvelos en tu maldito tiempo libre, no en horario laboral. Todos
El terror se instala en el cuerpo de Stella de manera inmediata. Todas sus extremidades amenazan con temblar, pero, antes de que tengan tiempo de hacerlo, ella sale corriendo de la casa hacia el hospital.No tarda nada en llegar y, cuando entra en la habitación, Beth, Robert y Sarah ya están ahí.—Papá —exclama ella aterrada mientras empuja a su media hermana a un lado y toma la mano de su padre, luego mira a Beth— Explícame por qué demonios me casé con James Allen. Dijiste que el dinero…—Tu padre es una causa perdida, todo el dinero del mundo no va a ayudar a recuperarse —la interrumpe su madrastra hablándole como si no estuviese sucediendo nada.—Pero ¿cómo pudo pasar esto? Necesitábamos el dinero de los Allen porque los doctores aseguraron que con la operación él saldría del peligro, se pondría bien.—Sí, pero la situación de tu padre era más delicada de lo que ellos creían. No hay nada que puedan hacer. Esto está fuera del control de todos, con o sin dinero.El tono frío con el q
UNA SEMANA DESPUÉSLa lluvia cae de manera torrencial afuera de la funeraria. Todos los amigos y familiares de Stella están reunidos. El padre dice unas palabras tranquilizadoras, pero ella no las escucha, no escucha nada de lo que nadie dice. No realmente.Desde la muerte de su padre, cavó un pozo profundo solo para sí misma y no ha salido de él.—Lo siento mucho, cariño —le dice Robert.—Al menos papi ya no sufrirá más, está descansando —la siguiente que habla es Sarah.Robert tiene el descaro de pararse a unos metros de Stella, su brazo está alrededor de Sarah, lo que hace que los celos la invadan de pronto. No por Robert, sino por todo lo demás.Su medio hermana tenía en ese momento mucho más que ella. Todavía tenía a su madre, su casa y, para colmo, nuevo novio, pero ¿Qué le quedaba a ella? Su padre era todo su mundo, por él lo había hecho todo, por él había luchado con capa y espada. Sin su padre, no tenía hogar.Su madrastra no era un ser muy generoso, su novio la había cambiad
Stella se queda mirando a James por unos segundos sintiéndose completamente abrumada. No había pensado en la posibilidad de que él se apareciera ahí, sobre todo después que él mismo le había dejado saber su nulo interés por continuar casado con ella.Ahora que lo pensaba, su padre había muerto, ya no había razón para mantener la falsa del matrimonio, todo lo había hecho por él, pero ahora no estaba. Ella pensó que James estaría feliz de escuchar eso.Por el momento, mantendría las apariencias, su esposo acababa de llegar y defenderla, no era el momento para hablar sobre el tema.Sin decirle una sola palabra a Robert y Sarah, Stella sigue a su esposo hasta el auto donde se sube al asiento trasero y el chofer lo ayuda a él a sentarse al lado de ella, luego retira la silla de ruedas.Una vez que el auto comienza a moverse, el conductor sube el divisor para ofrecerles privacidad.—Realmente aprecio que hayas venido hoy, significa mucho para mí —le agradece ella.—No pasa nada, era lo míni
Stella deja de masticar en cuanto escucha la invitación. No podía creer que James Allen acababa de pedirle que asistiera con él a un evento. Ella no era el tipo de chica que iba a eventos elegantes, pero… ir con él no se sentía mal.—¿Sería…? ¿Sería como una cita? —en cuanto la pregunta salió de sus labios se arrepintió y sus mejillas se tintaron de rojo.—¿Tú quieres que lo sea?El rostro de James estaba muy divertido. Le encantaba molestarla y sacarle los colores, era algo que recién había descubierto lo ponía de buen humor.—Tal vez —le respondió ella siendo sincera pero sin poder mirarlo a los ojos, tenía los suyos clavados en el plato.—Entonces, “tal vez” lo sea —una mirada y sonrisa arrogante aparecen en su rostro mientras ella no deja de sonrojarse— ¿Sabes algo, Stella? He aprendido que una manera de que los demás te tomen en serio y te respeten es reclamando lo que deseas. Nunca te avergüences de pedir lo que quieras, es tu derecho.—¿Sabes algo, James? Tienes toda la razón —
El día le pasa a Stella volando y, cuando se fija en el reloj, son casi las seis de la tarde.“No, no, no, no puedo creer que se me haya hecho tan tarde” —se riñe a sí misma pensando en la cena que tiene esa noche con James— “Ahora no tendré tiempo para cambiarme.”—Ese sitio es muy elegante —le recuerda Gaby cuando la escucha.—La invitación fue inesperada, no hay nada que pueda hacer.Sin perder más tiempo, Stella sale del trabajo y, unos minutos más tarde llega al restaurante donde James la está esperando.Los ojos de ella se encuentran con el azul zafiro de los de él y su boca se abre de par en par al verlo.—Te ves… bastante bien —dice ella antes de darse cuenta de que las palabras estaban saliendo de sus labios.James se ríe y le hace un gesto a ella para que tome asiento.—¡Vaya! Si hoy hasta estas haciendo cumplidos —su tono juguetón toma las riendas lo que hace que la chica sonría— Entonces ¿tuviste un buen día en el trabajo?La pregunta se escurre de su boca mientras su mira