Mateo Rodríguez y Lucía Díaz se casaron solo por conveniencia. Pero después de una noche de lujuria, Lucía pensó que su relación iba a mejorar, aunque muy para su pesar escuchó a Mateo gritar el nombre de su amante. Con el corazón hecho escombros, le entregó los papeles de divorcio. Para cortar esa relación tóxica, mintió diciendo que quería hijos, pero que la infertilidad de su esposo había arruinado por completo su relación. Poco después, Lucía descubrió que estaba embarazada. Mateo, al enterarse de esto, estalló lleno de furia y buscó por toda la ciudad al supuesto padre del niño, jurando matarlo. Nunca imaginó siquiera que él mismo era el padre...
Leer másLas palabras de Mateo sorprendieron a Javier. Algo no cuadraba del todo: Karen estaba embarazada y era la mujer de aquella noche, ¿cómo no iba a ser el hijo suyo?—Vámonos —dijo Mateo de repente.—Sí —Javier arrancó el coche.Mateo sorprendido: —¡Dije que bajemos!—Señor Rodríguez, tiene una reunión muy importante, lo están esperando. ¡Además hay demasiada gente! —protestó Javier, viendo la enorme multitud de ciudadanos.La señorita Díaz podía estar en ese lugar, pero para él, sin seguridad que despejara el área, esto no encajaba con sus hábitos en particular. Normalmente no tomaría este camino.Mateo miró fijamente a Javier:—¿No te gustan estos lugares?—¿Eh? —Javier no entendía cuándo había dicho que le gustaban estos sitios.Pero ante la mirada inquietante de Mateo, dijo:—Sí, sí, me gustan.—De acuerdo, ¡bajemos! —Mateo miró hacia afuera.Bajó primero, observando la multitud, sin entender qué atraía a tanta gente.¿Todo por unos minutos de fuegos artificiales?Una sonrisa de des
—¿Cómo? —Karen estaba pálida, algo incrédula—: ¡Imposible, mamá! Los tiempos coinciden entre sí, lo recuerdo, no puede aparecer de la noche a la mañana el señor Rodríguez. Te equivocas.—¡Fue una coincidencia! —respondió la voz al otro lado de la línea—: Cuando supe que lo estaban buscando, pensé que por fin habías conseguido algo bueno, pero nos equivocamos todas. El número de la habitación estaba mal, el hombre de esa noche no era el señor Rodríguez, era... un hombre de cuarenta o cincuenta años.Karen parecía estar aún más pálida, mirando su vientre, alterada:—¡¿Cómo voy a estar embarazada de un viejo de cincuenta años?!La caída era cruel y despiadada.Se había ilusionado en vano.Si no le hubieran dado tantas esperanzas, no habría mantenido tales expectativas.Cuando creyó que el hombre de esa noche era Mateo, pensó que era lo mejor que había hecho en su vida.Había conseguido a un hombre rico y guapo de un solo golpe.Pero la realidad le decía que se había acostado con un viejo.
Javier miró a Lucía.—Puedes salir —dijo ella.Javier cerró la puerta.Karen apartó a un costado las sábanas, se sentó al borde de la cama y acarició su vientre con una ilusión indescriptible.—Señorita Díaz, sé que el señor Rodríguez tiene a alguien en su corazón.Lucía apretó los puños con fuerza.Karen, con la cabeza agachada, continuó suavemente diciendo:—El señor Rodríguez solo me tiene compasión por ella. Me quiere porque me parezco a ella. Incluso así estoy satisfecha, no pido demasiado, me basta con llevar el hijo del señor Rodríguez.Mirando a Lucía, y pronuncio:—Señorita Díaz, usted lo sabe muy bien, ella se llama Camila.Lucía pálida. Hasta eso sabía.—¿Mateo te dijo que amaba a Camila, que eres su reemplazo? —preguntó Lucía.Karen se encogió los hombros:—No me importa ser o no un reemplazo. Nací siendo común y corriente, me basta con un poco de afecto.Si Mateo no se lo hubiera dicho personalmente a Karen, ¿cómo lo sabría?Lucía se sintió desdichada, sus uñas casi claván
Le estaba advirtiendo a Lucía. Que cuidara muy bien a su marido, no dejara que otras personas se aprovecharan de la oportunidad.Lucía no quería que Emanuel, estando enfermo, se preocupara por su relación con Mateo:—Lo sé, Mateo ya me lo ha hecho saber. Emanuel, está cayendo la noche y hace fresco,entremos.—De acuerdo— Emanuel, prudente, no dijo ni una sola palabra más.Lucía lo llevó a su habitación y se despidió, dudando si ir a ginecología o no.Justo entonces Karen la llamó:—Señorita Díaz, ¿podría venir al hospital? Necesito decirle algo.Lucía decidió ir.Javier vigilaba en la puerta y al ver a Lucía, pareció estar desconcertado.Como si temiera su presencia.—Señorita Díaz, ¿qué hace aquí? —sonrió de manera fingida.Con calma, Lucía preguntó:—¿Qué ha pasado?—Emm, mejor llamemos primero al señor Rodríguez...Su discreción despertó las sospechas de Lucía:—¿Hay algo al respecto que yo no deba saber?Javier dudaba en hablar, pero mirando a Karen en la habitación, suspiró:—Mejo
Emanuel podía identificarse a la perfección con esas historias.Después de tantas guerras, sabía lo difícil que había sido llegar hasta el día de hoy.Un país fuerte no sería intimidado tan fácil, había que proteger bien su hogar conseguido con tanto esfuerzo.Lucía no había vivido la crueldad de esa época, pero entendía que la juventud había sido el momento más glorioso de Emanuel. Ahora, aunque mayor, aún quería hacer más por su país.Los ojos de Emanuel se enrojecieron mientras hablaba.Lucía escuchaba con atención, y al ver la cicatriz de bala en su pierna, comprendió sus verdaderas dificultades.—Emanuel, ahora el país es fuerte, tiene mucho talento, no habrá ningún tipo de guerras —lo consoló Lucía al instante.—No hay que ser demasiado arrogantes —respondió Emanuel.De repente, recordando algo, y sonrió:—Aunque sí hay mucho talento. Mateo es uno de ellos, tan joven y ya tenía méritos militares. Todo por culpa de Pablo, que insistió en que volviera a heredar el negocio familiar.
El auto se alejó del edificio.Lucía observó la sombra del vehículo alejarse, sus manos de manera inconsciente se cerraron en forma de puño.—Así que la señorita no mentía, al parecer no tiene conexión con el señor Rodríguez —dudó la recepcionista.—Se la llevó en brazos, su relación debe ser buena. Si el señor Rodríguez nos culpa, estaremos en serios problemas.Al escucharlo, el ánimo de Lucía decayó. Había visto tanto la frialdad de Mateo con algunas mujeres como su ternura con otras.Todo dependía simplemente de si le gustaban o no.Cuando le gustaba Camila, la llevaba nervioso al hospital por una pequeña herida.Y ahora se preocupaba por Karen, llevándola de inmediato al hospital después de a ver recibido un golpe.La recepcionista, preocupada y temiendo ser la autora intelectual del accidente, le pidió a Lucía:—Lucía, si el señor Rodríguez pide explicaciones, ¿podrías hablar a nuestro favor?Lucía volvió en sí, controlando sus emociones:—Fue un accidente, no tienen que sentirse
Cuanto más escuchaba a Lucía, más absurdo le parecía:—Estás imaginando demasiado, todo lo que dije es verdad.—¿Te atreves a decir que no te gusta el señor Rodríguez? —preguntó Karen mirándola a los ojos.Ya que hablaban de verdades, Lucía se quedó sin palabras ante esta pregunta.—Tu silencio lo confirma todo.Como mujer, su presentimiento era acertado: Lucía estaba enamorada de Mateo.Después de tantos años, Mateo no se había enamorado de ella, lo que significaba que no tenían futuro alguno.Pero Lucía tampoco permitía que otras mujeres se le acercaran al señor Rodríguez.Por eso tenía tan poco ningún tipo de rumores románticos, seguramente ella había interferido bastante.—Señorita Díaz, podemos competir de manera justa. Si pierdo así y de esa manera, lo aceptaré —dijo Karen con gran sensatez—. Si el señor Rodríguez no me quiere, me retiraré y no lo molestaré más.Lucía encontró esto un poco ridículo:—¿De verdad crees que te veo como una rival?Karen lo tenía claro:—Sé que has es
La recepcionista, que la había visto varios días seguidos, notando su persistencia, le dijo:—Déjeme preguntar por teléfono, espere un momento.Karen, manteniendo la esperanza, respondió:—Muchas gracias, muy amable.La recepcionista hizo la llamada y educadamente le informó:—Señorita, el señor Rodríguez no está en la empresa, por favor vuelva otro día.Nunca estaba, ¿cómo podía ser tanta coincidencia?Esta vez Karen insistió:—¿Podría llamarlo directamente? Dígale que Karen preparó algunos platillos especiales y que quería que los probara con él. Me iré en cuanto los pruebe.La recepcionista, acostumbrada a ver mujeres intentando conquistar a Mateo, intentó despedirla:—El señor Rodríguez está muy ocupado, no recibe a gente sin cita.—No necesito de ninguna cita, yo soy...Karen casi lloraba de la desilusión, pero no podía explicar quién era ella para Mateo.—Señorita, por favor no interfiera más en mi trabajo —advirtió una vez más la recepcionista.Karen, que llevaba varios días esp
Al principio su carrera como actriz fue determinante.En la celebración de los Rodríguez, cuando Mateo negó públicamente su relación, ella perdió mucha credibilidad.En el mundo del espectáculo, lleno de intrigas, no faltaban las burlas sobre su situación.Pero Camila era inteligente y sabía muy bien que Mateo la protegería a toda costa, convirtiéndose así en su patrocinador más importante. Después de buscar a Mateo aquella vez, sus oportunidades volvieron a multiplicarse.Ocupada filmando películas, ya no tenía tiempo para molestar a Lucía.Lucía disfrutaba de más tranquilidad.Prefería no preocuparse por estas cosas tan insignificantes.Cuanto más pensaba sobre ese asunto, más le molestaba; era mejor no darle mayor importancia.Pero Paula, después de mirar a su alrededor, le susurró:—Lucía, me equivoqué antes, discúlpame. Ya no volveré a murmurar sobre ti y el señor Rodríguez.—¿Por qué dices eso? —preguntó Lucía.Paula sorprendido dijo: —El señor Rodríguez está casado y aun así ma