Capítulo7
Después de un largo rato en el hospital, Lucía salió pálida y muy abatida por sus heridas.

—¡Lucía! —exclamó Mariana Navarro al verla. Al notar su desmejorado estado y los vendajes en su cabeza, la sostuvo rápidamente. — ¡Dios mío! ¿Qué te pasó? ¿Dónde te hiciste estas graves heridas?

Lucía no respondió.

—A esta hora debes estar trabajando, seguro fue un accidente laboral—continuó Mariana. — ¿Dónde está Mateo?

—No lo sé.

Mariana notó su mal semblante, que no se debía solo a las heridas, y se burló:

—Te esfuerzas tanto por él que hasta te lastimas la cabeza, y tu esposo ni siquiera aparece a verte. Es como si estuviera muerto.

—Pronto ya no lo será.

—¿Qué? ¿Va a divorciarse de ti? —el rostro de Mariana cambió de repente.

—Soy yo quien quiere el divorcio.

Mariana cambió de actitud:

—¡Pues divórciate de una vez! —le advirtió—. Recuerda reclamar la mitad de sus bienes, esa es la prioridad para una mujer inteligente. Si no lo consigues a él, al menos quédate con el dinero. ¿Con dinero acaso
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