Capítulo12
Lucía miró hacia atrás y le dijo con firmeza:

—Estoy empacando mis cosas.

Mateo frunció el ceño.

—¿A dónde vas?

—A casa—le respondió Lucía.

—¿Acaso este no es tu hogar? —El tono de Mateo se volvió aún más cortante.

El corazón de Lucía se estremeció un poco. Levantó la mirada hacia él y replicó:

—¿Crees que este hogar me pertenece? Solo le estoy liberando espacio para ustedes.

De repente, Mateo la tomó de la mano, deteniendo su acción de empacar, y con una voz hiriente le dijo:

—¿Hasta cuándo vas a seguir con esto?

Lucía ni siquiera se atrevió a levantar la cabeza, temiendo que al verlo se entristecería y las lágrimas comenzarían inevitablemente a caer. Por primera vez, se soltó de él con tanta fuerza y dijo:

—No estoy haciendo nada, hablo muy en serio, señor Rodríguez. Por favor, déjeme empacar mis cosas.

Ante su terquedad y su determinación de divorciarse de él, el rostro de Mateo se ensombreció al instante. Con un portazo, cerró la puerta.

Al escuchar el ruido, Lucía levantó de inmed
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