Despertar rodeada de Viktor siempre será lo mejor del mundo. Su pierna atrapando la mía y un brazo en mi cintura, manteniéndome pegada a su torso detrás de mi espalda, es relajante. Incluso su mano descansa sobre mi vientre plano, como si también protegiera a nuestro bebé con su cuerpo.En la mesa de noche descansan las pastillas prenatales junto a su máscara. Espero que algún día decida no utilizarla más, pero tampoco siento que deba obligarlo a hacerlo. Todavía le cuesta estar sin ella conmigo, pero yo me enamoré de cada parte de él, incluyendo esa marca en su rostro.Observo el anillo con un gran diamante en mi dedo, recordándome que anoche dije que sí a su propuesta de matrimonio. Cenamos y luego me trajo hasta la habitación, donde me hizo el amor. Verlo tan decidido a cuidarme, con miedo de lastimarme, fue lo que hizo que nuestra noche fuera aún más especial.Le dije muchas veces que no iba a dañarme, lo suficiente como para que confiara y me diera mucho más.Suspiro antes de pas
Mi corazón empezó a bombear sangre con fuerza en mi pecho; sentí los latidos incluso en la boca y los oídos, ahogándome con una presión inmensa. No podía creer lo que este vil hombre me decía. Iván Volkov no podía estar diciéndome la verdad. Negué enseguida, mirándolo con desprecio.—¿Por qué lo haría? —interrogué. No existen razones para hacerle daño a mis padres.—Cuando le dije que pedí a un médico que aliviara el dolor de su madre y que este se excedió con la dosificación de morfina hasta detener su corazón, lo enfureció tanto que ordenó la muerte de ese hombre… tu padre —lo dijo con tanta seriedad que un escalofrío me recorrió. Viktor sabía quiénes eran mis padres cuando me investigó. ¿Cómo pudo ocultarme esto todo este tiempo?—No te creo. Viktor nunca haría algo así —susurré, apretando mis uñas contra la carne de mis palmas hasta formar un puño.—Es mi hijo. Lo crié para ser el más cruel… para que se convirtiera en un rey en este imperio de dinero y muerte —habló con cierto dej
Viktor VolkovBerlín.Un punto neutral para los negocios, donde las balas no vuelan sin motivo y donde incluso los enemigos pueden sentarse en la misma mesa sin temor a ser asesinados de inmediato. Un lugar que Evelyn y yo conocíamos bien.El restaurante de lujo en el que acordamos vernos estaba a la altura de su estilo. Techos altos, luces tenues y un aire de exclusividad que hacía que hasta la hostilidad pareciera más elegante. Caminé con pasos firmes hacia la mesa privada donde Evelyn ya me esperaba. Vestía un elegante vestido negro, con su cabello perfectamente recogido en un moño bajo, y una copa de vino en la mano. Desde fuera, parecía relajada, pero la conocía lo suficiente para notar el leve endurecimiento en su mandíbula, la tensión en sus dedos alrededor del cristal. Estaba nerviosa. Y tenía motivos de sobra para estarlo.No esperé a que me invitara a sentarme. Me acomodé frente a ella, sin quitarme el abrigo ni relajar la postura. Había llegado aquí con un solo propósito,
Alina PetrovnaEn el pequeño cuarto de limpieza del Hotel Nevsky, ubicado en el frío y desolado barrio de Vyborgskoye, en San Petersburgo, Rusia, la luz parpadeante de una lámpara barata proyecta sombras inestables sobre las paredes desgastadas. Me siento en una silla desvencijada frente a un pequeño espejo empañado.Mi uniforme manchado por café, ya que no tuve chance de limpiarlo, suspiro observando mi cabello castaño que a menudo cae en suaves ondas alrededor de mi rostro, ahora está recogido en un moño desordenado, oculto bajo un gorro de lana gris.Coloco un poco de base bajo mis ojos azules para disimular las ojeras profundas y el cansancio que cada noche deja su huella en mi rostro. No puedo hacer mucho por mi apariencia, me siento cansada pero decidida a terminar mi jornada laboral y volver a mi casa llena de recuerdo de mis padres en donde mi único acompañante es mi gato Teodoro, un gordito hermoso de pelo blanco.Teodoro es la compañía que tengo, mis padres murieron en un ac
Un dolor palpitante me obligo llevar mi mano hasta mi cabeza, sentía que iba a explotarme en cualquier momento. Abrí mis ojos como pude, no había mucha luz en este lugar, ni tenía idea de donde me encontraba hasta que recuerdos de lo que me paso azotaron mi mente provocando más dolor en todo mi cuerpo.Respire profundo tratando de no entrar en pánico captando en seguida un olor a madera, cuero y especias quizás orientales. Junto a ello, una ligera esencia a tabaco caro y almizcle penetraba suavemente en cada respiro, como si cada objeto en la habitación tuviera su propia huella olfativa, cuidadosamente seleccionada.Poco a poco mi vista enfocaba más los detalles de la habitación que claramente no es mi aposento lo que me llevaba a hacerme la pregunta, ¿Dónde estoy? Entonces en ese momento la máscara roja llego a mis recuerdos, ¿Quién es ese hombre? El ruido de los disparos erizan cada vello de mi piel, él… él asesino a esos hombres.Debo salir de este lugar, me descubro notando que ll
No pude tocar nada de la comida, no tenía ganas de comer. Solo pensaba en Teodoro, mi pobre gato, seguro estaría esperando en casa, pensando que lo he abandonado a su suerte. Mi corazón se contraía solo imaginarlo solo en algún rincón, esperándome. El dispensador de comida y agua le duraría una semana más, pero después de eso estaría completamente a su suerte.La puerta se abrió horas más tarde, y nuevamente la señora del servicio entró. Se mostró preocupada al ver que no había tocado la comida, pero no dijo nada y recogió lo que antes me había dejado, lo siento, pero mi apetito se había esfumado.Me recosté, mirando al techo. No pasó mucho tiempo antes de que la puerta se abriera con brusquedad.—Come —ordenó esa voz grave y implacable. Me vi obligada a sentarme, y observé en sus manos una bandeja con comida. El hombre de la máscara, o en este caso, el coronel, avanzó con pasos pesados hasta quedar frente a mi cama. Deposito la bandeja en mis piernas y se quedó parado frente a mí, mi
La señora Darya volvió minutos después del coronel irse de la habitación con un vestido y algunas bolsas en la que había una zapatilla de Louis Vuitton, con lencería de Kiki de Montparnasse. Conozco las marcas, es caro todo lo que me trajeron, ser de bajo recursos no ha evitado que fantasee con utilizar algunas prendas de esas.Me di una ducha larga, me lave el cabello y luego frente al espejo pude ver los moretones que tenía en mi cuerpo. Estaba vuelta un desastre, suspire y saque maquillaje de una de las bolsas, lo aplique en mi rostro cubriendo en su totalidad lo más que pude el golpe de mi mejilla.Al menos esto era algo que si sabía hacer muy bien, maquillarme.Cuando estuve lista con el vestido rojo vino, me sorprende que sepan mi medida exacta. Me alegra también que este no sea el típico traje que le da el mafioso a sus putas, me veía elegante y con los tacones bajos grises parecía una actriz o quizás una modelo de esas famosas.Suspire y alise mi vestido con mis manos, no esta
—Maldito gato —escuché en medio de mi pesado sueño mientras también escuchaba los gruñidos de advertencia de Teodoro, sin embargo, mi cuerpo cansado se sintió en la gloria cuando toco algo suave....Cuando volví abrir mis ojos, me encontraba todavía con el vestido, pero no estaba en la habitación que desperté cuando llegue aquí. Me incorporó en la cama y vi a Teodoro comiendo en una esquina de un plato.—Uno de los dos debe ser feliz —susurró al recordar lo de anoche, se me cristalizaron los ojos. Inspire profundo para alejar las lágrimas, me puse de pie y observe en la mesita de noche una pastilla con una nota que solo dice ‘‘tómala’’ junto con un vaso de agua.La bebí, camine hacia lo que suponía era el baño ignorando por completo la molestia en mi entre pierna. Me deshice del vestido quedando desnuda, no me fije siquiera en mi cuerpo y llene la tina con agua caliente, me introduje a esta.—Ah… mierda —jadee al sentir un picor en mi sexo, apreté mis dientes y espere que la sensació