Capítulo L

Mi corazón empezó a bombear sangre con fuerza en mi pecho; sentí los latidos incluso en la boca y los oídos, ahogándome con una presión inmensa. No podía creer lo que este vil hombre me decía. Iván Volkov no podía estar diciéndome la verdad. Negué enseguida, mirándolo con desprecio.

—¿Por qué lo haría? —interrogué. No existen razones para hacerle daño a mis padres.

—Cuando le dije que pedí a un médico que aliviara el dolor de su madre y que este se excedió con la dosificación de morfina hasta detener su corazón, lo enfureció tanto que ordenó la muerte de ese hombre… tu padre —lo dijo con tanta seriedad que un escalofrío me recorrió. Viktor sabía quiénes eran mis padres cuando me investigó. ¿Cómo pudo ocultarme esto todo este tiempo?

—No te creo. Viktor nunca haría algo así —susurré, apretando mis uñas contra la carne de mis palmas hasta formar un puño.

—Es mi hijo. Lo crié para ser el más cruel… para que se convirtiera en un rey en este imperio de dinero y muerte —habló con cierto dej
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