—Maldito gato —escuché en medio de mi pesado sueño mientras también escuchaba los gruñidos de advertencia de Teodoro, sin embargo, mi cuerpo cansado se sintió en la gloria cuando toco algo suave.
...
Cuando volví abrir mis ojos, me encontraba todavía con el vestido, pero no estaba en la habitación que desperté cuando llegue aquí. Me incorporó en la cama y vi a Teodoro comiendo en una esquina de un plato.
—Uno de los dos debe ser feliz —susurró al recordar lo de anoche, se me cristalizaron los ojos. Inspire profundo para alejar las lágrimas, me puse de pie y observe en la mesita de noche una pastilla con una nota que solo dice ‘‘tómala’’ junto con un vaso de agua.
La bebí, camine hacia lo que suponía era el baño ignorando por completo la molestia en mi entre pierna. Me deshice del vestido quedando desnuda, no me fije siquiera en mi cuerpo y llene la tina con agua caliente, me introduje a esta.
—Ah… m****a —jadee al sentir un picor en mi sexo, apreté mis dientes y espere que la sensación pase. Cuando el escozor paso, lave mi cuerpo y cabellera castaña, no quería pensar en nada de lo que paso anoche.
Al finalizar mi baño salí de la habitación y el coronel se encontraba allí mirando por la ventana. Se giró a verme y se miraba furioso, ¿Qué he hecho yo? Con pasos largos llego hasta a mí y sujeto mi brazo, no fue brusco al hacerlo.
—¿Por qué coño no me dijiste que eras virgen? —interrogo con evidente molestia.
—No preguntantes —me sentía avergonzada, por lo que mire a otro lado y este dijo algo entre dientes antes de tomar mi barbilla con sus largos dedos y hacerme verlo a los ojos grises.
—Anoche yo te folle duro, Alina —soltó con su ceño fruncido, me dio vergüenza escucharlo decir eso y mis mejillas supongo se encuentran rojas—. No quiero siquiera imaginar lo mal que lo has pasado —añadió frotando con su dedo pulgar mi barbilla.
—Lo fue —susurro con honestidad.
—Mierda… Alina, ¿Qué voy a hacer contigo? —lo que dice es más para sí mismo que para mí. Me pude fijar que tiene un aruñón en su brazo—. Tu gato —soltó mirando hacia el mencionado que duerme en un sofá que hay en la habitación.
—Gracias por traerlo —susurre.
—Supuse que lo querías contigo y mande a uno de mis hombres por él —alzo sus hombros restándole importancia—. Me gustaría compensarte lo de anoche —murmuro me tense—. Tranquila, te prometo que esta vez la experiencia no va ser igual —acaricio con su pulgar mi barbilla
—Es… que… es que… me duele —susurró sintiendo mis mejillas arder más. El coronel asintió y se alejo de mi dándome mi espacio.
—Bien. Por cierto, esta será tu habitación, y puedes decorarla como desees. En el cajón de arriba de tu mesita de noche tienes tarjetas para comprar cualquier cosa que necesites. Sergei, el hombre que te llevó anoche, es el encargado de tu seguridad. No te alejes de él cuando yo no esté a tu lado, ¿entendido? —explicó.
—Si —respondo a lo que el coronel enseguida me asiente—. ¿Cuál es tu nombre? —cuestiono de la nada, no quiero llamarlo coronel, él me mira por un breve instante.
—Viktor Volkov —respondió.
—Viktor —digo su nombre a lo que asiente curvando un poco sus labios en lo que parece una sonrisa.
—Coronel —lo llaman desde el otro lado de la puerta.
—¿Qué sucede, oso? —interrogó serio mientras se gira para ir hacia la puerta. En donde puedo ver a un tipo de cabello cenizo y corpulento con expresión bastante seria.
—Todo esta listo para su salida a Leviatán —este asintió, me miro por varios minutos.
—Nos vemos esta noche —es lo que me dijo antes de irse. Suspiro y camino a la puerta que se no es la salida, si no más bien el vestidor, me sorprendió encontrar ropa de mujer llenándolo, ¿será de alguna otra amante? Lo que me llevo a preguntarme ¿Cuántas amantes había tenido Viktor?
Dejo de pensar en esas preguntas para poder fijarme con detalles del vestidor. Dios, vestidos colgaban en un despliegue impecable. Había piezas de alta costura de Dior, Chanel y Elie Saab, organizadas por colores, desde los neutros hasta los más vibrantes. La seda, el encaje y los bordados de lentejuelas brillaban bajo la suave iluminación, convirtiendo cada pieza en una obra de arte. Más allá, los abrigos de piel y las chaquetas de cuero italiano estaban cuidadosamente guardados en fundas transparentes, como si cada prenda mereciera su propio pedestal.
Reviso cada prenda viendo que todas conservan las etiquetas de compra, Viktor me compro un vestidor completo, con zapatos de tacones de Louboutin, Manolo Blahnik y Jimmy Choo y si como si fueran pocos los lujos veo bolsos de Hermès, Chanel y Louis Vuitton dominaban las vitrinas.
Algunos perfumes de Tom Ford y Maison Francis Kurkdjian también se encontraban en una esquina del vestidor. Busco lo más sencillo entre tanto lujos, una camisa blanca de seda de Saint Laurent, jean, zapatos mocasines negros de cuero Gucci y completo con un reloj.
Mi cabello bello lo dejo suelto, peinado en hondas suaves que caen por debajo de mis hombros, me hago un maquillaje sencillo: base, mascara de pestaña y un bálsamo para los labios.
Estaba lista para abandonar la habitación mientras Teodoro dormía plácidamente en el sofá. Al salir, me encontré con Sergei.
—Hola —saludé. Si él estará detrás de mí durante un año, lo ideal sería conocerlo mejor.
—Señorita —respondió con seriedad. Tenía el cabello cortado al ras y una barba perfectamente arreglada, dándole un aire imponente.
—¿Puedo conocer la casa? —pregunté. No le pedí permiso a Viktor, pero supongo que, ya que voy a vivir aquí, no tengo otra opción más que familiarizarme con el lugar.
—El coronel autorizó que se moviera con libertad por la casa. Si quiere, puedo ser su guía —respondió. Asentí agradecida por su disposición.
El señor Sergei comenzó a caminar delante de mí. Para ser honesto, sabía que me perdería en esta casa en algún momento. Es enorme, con dos gimnasios privados, una piscina cubierta y otra al aire libre en la parte trasera. Sergei también mencionó que la mansión cuenta con una cochera subterránea y otra en la superficie.
Además, tiene una sala de cine, un quirófano y un ala exclusiva para el personal de seguridad. También hay un almacén con su área de carga y, como era de esperarse, hombres armados custodios de todos los rincones de la propiedad.
—Señorita —me saludó la señora Darya, quien estaba acompañada por una chica más joven, probablemente su hija, ya que compartían rasgos similares.
—Sergei me está mostrando la casa —respondí.
—Supongo que se quedará —comentó Darya. Me limité a asentir.
—¿Quiere que le prepare algo para comer? —ofreció amablemente.
—Claro, muchas gracias.
Continúe el recorrido con Sergei. Cuando terminamos, me llevó al comedor principal, donde la señora Darya ya había servido mi comida.
—¿Puedo comer en mi habitación? —pregunté.
—Por supuesto, señorita.
Regresé a mi habitación con el plato y me senté a comer en compañía de Teodoro. Después de terminar, me quedé un rato en la ventana, observando cómo los hombres de seguridad patrullaban con armas largas, vigilando cada rincón de la mansión.
Por lo visto, esta sería mi vida durante un año: vivir en una jaula de oro en la cúspide de la mansión de un mafioso. ¿Será que vendrá algún príncipe a rescatarme? Me reí de lo absurda que me parecía esa idea.
El sonido de las garras de Teodoro en la puerta, me informaron una sola cosa: necesita hacer sus necesidades. Suspire y me puse de pie para ir a abrirle descubriendo que Sergei no se encuentra vigilando como esperaba.—Espera, Teo —pero era tarde, ni me escucho y solo corrió por el pasillo, lo empece a seguir y supongo que este utilizando sus sentidos me guia hasta las escaleras de caracol.Lo sigo hacia la parte trasera de la mansión en donde me ocupo de abrirle la puerta corrediza de cristal para que pueda salir. Él no se alejó demasiado. Se movía entre los arbustos y el césped como si estuviera inspeccionando su pequeño reino, mientras yo me acomodaba en el suelo junto a la puerta, observándolo.Mi gato se toma su tiempo para explorar el área, y yo para pensar en la situación en la que me he involucrado. Aceptar este trato con Viktor me lleva a un mundo que no es mi estilo «De igual modo no tenías otra opción» me digo a mi misma. Si no aceptaba él me obligaría o quizás me haría alg
El tiempo avanzo rápido, me sentía nerviosa y llena de ansiedad, Viktor esperaba por mí. Una empleada llego con una fina lencería y una bata de seda, me vestí con las prendas y ella personalmente me va guiando a la habitación del coronel. Esperaba los pasillos fueran eternos, sin embargo, nos detuvimos frente a una puerta en un corredor sin nada más que esta aposento.La mujer se retiró en silencio, no me quedo de otra que respirar hondo frente a la pesada puerta de madera antes de tocar suavemente. No hubo respuesta, pero la puerta estaba entreabierta, como si me estuviera invitando a pasar. Empujé con cuidado y entre.La habitación estaba parcialmente iluminada, con una lámpara de mesa proyectando sombras danzantes sobre las paredes. El espacio era mucho más sobrio de lo que recordaba, decorado en tonos oscuros y apenas algunos muebles esenciales. Todo estaba perfectamente ordenado, c
Al despertar me ardían los ojos por llorar durante varias horas después de llegar a mi habitación, Teo se encontraba dormido a mi lado. Suspire pesadamente intentando enfocar todo en este aposento, vi en mi mesita de noche varias cosas: teléfono, una tarjeta de negra de algún banco, un estuche y una nota.Te doy la confianza, no me falles, si intentas algo estúpido lo sabré y me encargare de cobrártelo muy caro. Coronel Decía la nota que rompí con mucha rabia, maldito imbécil.Salí de la cama con molestia, camine hacia el baño y me di una ducha larga con la cual todo mi enojo disminuyo, pero mi odio hacia el coronel no. Busque la ropa más sencilla e hice lo mismo con el maquillaje, tome el puto teléfono y la tarjeta, me gastare su maldito dinero.Al abrir la puerta me encontré con mi escolta.—Llévame al centro comercial —ordene a lo que este asintió, no esperaba que fuera así de fácil. Empecé a seguirlo hacia una parte de la casa que reconocí como el lugar donde se encuentran los a
—Señorita Petronva —tocaron a mi puerta despacio en eso de las 4:00pm, me acerque a esta con cierta curiosidad y abrí encontrando dos chicas rubias, y por su senos protuberantes, operadas hasta la raíz del cabello, pero con una sonrisa juguetona en sus bocas—. Soy Yulia y ella es Galia, el coronel solito nuestro servicio para que la preparemos para la fiesta de esta noche, ¿le gustaría iniciar ahora? —me eche a un lado para dejarlas pasar.Lo que ambas hicieron con una enorme sonrisa, me sorprendió ver la cuatro maletas que trajeron y también con la familiaridad que se desplazaron por la habitación como si la conocieran más que yo misma.Supuse que esto iba ser para largo cuando me entregaron una bata y pidieron que me duchara.Ahora estoy sentada frente a un espejo de tres cuerpos, rodeada de luces que acentúan cada ángulo de mi rostro. Aunque intento mantener l
—Gracias —es lo único que pudo salir de mi boca mientras que este curva sus labios en lo que parecía ser una sonrisa, ni se cómo puedo describirla, ya que en su mundo retorcido debe ser lo más cercano a una.—Con que tú eres, Alina —dice un hombre que llega a nosotros con un vaso en su mano, con un tono que mezcla curiosidad y un matiz de diversión peligrosa. Este lleva un traje negro impecable, pero a diferencia de Viktor, lleva el cuello de la camisa ligeramente desabrochado, dejando entrever una cadena de oro con el mismo fénix que la mía que brilla contra su piel bronceada «Otra propiedad del coronel, supongo». Su cabello negro y ligeramente despeinado cae sobre su frente de una manera que parece deliberadamente descuidada, como si quisiera transmitir que no sigue reglas, sino que las rompe—. Mi nombre es Dmitry Ivanov —me extiende su mano y la acepto, notando una cicatriz delgada que atraviesa su ceja izquierda mientras que este besa el dorso de mi mano.Sus ojos, de un tono ámbar
Regresó al sillón, y el chico regresó con una margarita. Esta vez, el sabor no era el mismo que al principio. No tenía apetito para continuar con la bebida. No sé cuántas horas estuve allí sentada, pero no vi señales de Dmitry o del coronel. Saqué del bolso el teléfono, ya tenía el número de Sergei, le marqué y al primer tono respondió.—Señorita Petronva —dijo enseguida.—No veo al coronel por ningún lado y quiero regresar, ¿puedes venir por mí? —interrogué. No escuché respuesta de su parte, solo algunas conversaciones algo lejanas.—Pavel se pondrá en contacto con el coronel, no se muevas de su lugar —es lo que me dijo antes de colgarme. Suspiré y subí mis piernas hasta el pecho después de deshacerme de los tacones.(…)No sé cuántas horas pasaron, ni en qué momento me quedé dormida, sin embargo, desperté en brazos del coronel. El ruido del lugar me indicaba que todavía nos encontrábamos en el club. Abrí los ojos y efectivamente estábamos sentados en el sofá. Me moví para que me lib
Un movimiento de algo pesado subiendo en mi cama me hace despertarme, me tenso cuando un par de brazos me envuelven y me pegan a un torso desnudo, sin embargo, ese olor lo reconozco y me vuelvo a relajar.—Vuelve a dormir, Alina —ordeno como siempre, me quise girar en sus brazos para quedar frente a frente, sin embargo, no me lo permitió. No luche, me quede tranquila bajo unas pequeñas caricias que dejaba en mi brazo.Cerré mis ojos y me deje llevar por el sueño nuevamente. Para cuando desperté Viktor no se encontraba a mi lado, pero movimiento en mi cuarto de baño me notificaron de su presencia, por lo que salí de la cama y camine hacia el lugar antes mencionado. Ingrese encontrándolo en mi bañera con su máscara escarlata cubriendo la mitad de su rostro, ¿Cuánto tiempo llevara allí dentro? Mi respuesta fue respondida por el vapor que sale desde la tina. —¿Te quedas ahí o me acompañaras? —cuestiono abriendo sus ojos para verme. Me deshice de mi blusa y pantalón corto de seda queda
Con ayuda de Sergei con mi Teo en mis brazos baje del auto blindado, no se alejó de mi lado en ningún momento mientras seguíamos a la distancia tanto a Viktor como a su amigo Dmitry. Los hombres armados por todas partes vistiendo trajes negros e impecables, con expresiones serias en sus rostros.Según lo que me comento Sergei nos encontramos en Nápoles, Italia en una villa que nombraron Serenella, situada en una enorme colina y bastante alejada de miradas indiscreta. Observo como por la puerta principal salen tres personas, un hombre de edad avanzada y cabellera que quizás alguna vez fue rubia. Junto al señor se encuentra un chico de quizás los mismos años que el coronel aunque no se con exactitud cuánto tiene.También hay una muchacha que parece sacada de alguna revista de moda por su hermoso rostro y cabello rubio natural, ya que incluso sus pestañas son del mismo color.—Benvenuti, signori (bienvenidos señores) —hablo en italiano haciendo un pequeño gesto con su cabeza hacia el cor