—Señorita Petronva —tocaron a mi puerta despacio en eso de las 4:00pm, me acerque a esta con cierta curiosidad y abrí encontrando dos chicas rubias, y por su senos protuberantes, operadas hasta la raíz del cabello, pero con una sonrisa juguetona en sus bocas—. Soy Yulia y ella es Galia, el coronel solito nuestro servicio para que la preparemos para la fiesta de esta noche, ¿le gustaría iniciar ahora? —me eche a un lado para dejarlas pasar.
Lo que ambas hicieron con una enorme sonrisa, me sorprendió ver la cuatro maletas que trajeron y también con la familiaridad que se desplazaron por la habitación como si la conocieran más que yo misma.
Supuse que esto iba ser para largo cuando me entregaron una bata y pidieron que me duchara.
Ahora estoy sentada frente a un espejo de tres cuerpos, rodeada de luces que acentúan cada ángulo de mi rostro. Aunque intento mantener l
—Gracias —es lo único que pudo salir de mi boca mientras que este curva sus labios en lo que parecía ser una sonrisa, ni se cómo puedo describirla, ya que en su mundo retorcido debe ser lo más cercano a una.—Con que tú eres, Alina —dice un hombre que llega a nosotros con un vaso en su mano, con un tono que mezcla curiosidad y un matiz de diversión peligrosa. Este lleva un traje negro impecable, pero a diferencia de Viktor, lleva el cuello de la camisa ligeramente desabrochado, dejando entrever una cadena de oro con el mismo fénix que la mía que brilla contra su piel bronceada «Otra propiedad del coronel, supongo». Su cabello negro y ligeramente despeinado cae sobre su frente de una manera que parece deliberadamente descuidada, como si quisiera transmitir que no sigue reglas, sino que las rompe—. Mi nombre es Dmitry Ivanov —me extiende su mano y la acepto, notando una cicatriz delgada que atraviesa su ceja izquierda mientras que este besa el dorso de mi mano.Sus ojos, de un tono ámbar
Regresó al sillón, y el chico regresó con una margarita. Esta vez, el sabor no era el mismo que al principio. No tenía apetito para continuar con la bebida. No sé cuántas horas estuve allí sentada, pero no vi señales de Dmitry o del coronel. Saqué del bolso el teléfono, ya tenía el número de Sergei, le marqué y al primer tono respondió.—Señorita Petronva —dijo enseguida.—No veo al coronel por ningún lado y quiero regresar, ¿puedes venir por mí? —interrogué. No escuché respuesta de su parte, solo algunas conversaciones algo lejanas.—Pavel se pondrá en contacto con el coronel, no se muevas de su lugar —es lo que me dijo antes de colgarme. Suspiré y subí mis piernas hasta el pecho después de deshacerme de los tacones.(…)No sé cuántas horas pasaron, ni en qué momento me quedé dormida, sin embargo, desperté en brazos del coronel. El ruido del lugar me indicaba que todavía nos encontrábamos en el club. Abrí los ojos y efectivamente estábamos sentados en el sofá. Me moví para que me lib
Un movimiento de algo pesado subiendo en mi cama me hace despertarme, me tenso cuando un par de brazos me envuelven y me pegan a un torso desnudo, sin embargo, ese olor lo reconozco y me vuelvo a relajar.—Vuelve a dormir, Alina —ordeno como siempre, me quise girar en sus brazos para quedar frente a frente, sin embargo, no me lo permitió. No luche, me quede tranquila bajo unas pequeñas caricias que dejaba en mi brazo.Cerré mis ojos y me deje llevar por el sueño nuevamente. Para cuando desperté Viktor no se encontraba a mi lado, pero movimiento en mi cuarto de baño me notificaron de su presencia, por lo que salí de la cama y camine hacia el lugar antes mencionado. Ingrese encontrándolo en mi bañera con su máscara escarlata cubriendo la mitad de su rostro, ¿Cuánto tiempo llevara allí dentro? Mi respuesta fue respondida por el vapor que sale desde la tina. —¿Te quedas ahí o me acompañaras? —cuestiono abriendo sus ojos para verme. Me deshice de mi blusa y pantalón corto de seda queda
Con ayuda de Sergei con mi Teo en mis brazos baje del auto blindado, no se alejó de mi lado en ningún momento mientras seguíamos a la distancia tanto a Viktor como a su amigo Dmitry. Los hombres armados por todas partes vistiendo trajes negros e impecables, con expresiones serias en sus rostros.Según lo que me comento Sergei nos encontramos en Nápoles, Italia en una villa que nombraron Serenella, situada en una enorme colina y bastante alejada de miradas indiscreta. Observo como por la puerta principal salen tres personas, un hombre de edad avanzada y cabellera que quizás alguna vez fue rubia. Junto al señor se encuentra un chico de quizás los mismos años que el coronel aunque no se con exactitud cuánto tiene.También hay una muchacha que parece sacada de alguna revista de moda por su hermoso rostro y cabello rubio natural, ya que incluso sus pestañas son del mismo color.—Benvenuti, signori (bienvenidos señores) —hablo en italiano haciendo un pequeño gesto con su cabeza hacia el cor
Desperté por movimientos en la cama, vi a Viktor subir con apena un bóxer colocado. Sus ojos me observan un breve instante antes de recostarse a mi lado, no sabía qué hora eran, suspire y me gire encontrándolo con un brazo flexionado detrás de su cabeza, sus piernas cruzada una sobre la otra y ni siquiera se toma el atrevimiento de cubrirse con la sábana.—¿Dormirás aquí? —interrogo y quiero enseguida golpearme con la pared más cercana.—Me dijiste en la tina antes de follarte que te enojaste por no dormir contigo —lo observo fruncir el ceño mientras dice eso.—Cierto —susurro.—¿Y tú gato? —cuestiona.—Allí —señalo un espacio que hay en el techo.—¿Cómo mierda ha subido? —Interroga—¿Quieres que lo baje? —pregunta mirándome con lo que parece ser preocupación que disimula bajo aquella mirada fría.—No, supongo que después de lo sucedido… se siente más seguro allá arriba —murmuro a lo que el coronel asiente. —Mañana estaré fuera, no te metas en problemas —ordena, lo observo tom
—Señorita Alina, el coronel quiere verla —interrumpió Sergei llegando a mi desde su mesa, lo mire confundido y este señalo hacia la puerta.—Gracias por la compañía, Matteo —este se limitó a asentirme, Sergei me llevo hasta un jeep estacionado no muy lejos. Abrió la puerta para mí y subí encontrándome al coronel con un aura bastante asesino marcado en su rostro cubierto por aquella mascara. —Lo primero que te ordeno es lo primero que haces, Alina —su voz era ronca, con un perfecto tono de amenaza latente en ella.—Sergei estaba a mi lado —susurro—, no pensé que fuera tan peligroso…—Es que nunca piensas —bramo furioso mientras clavaba su mirada en mis ojos. No pude evitar removerme incomoda en el asiento, ¿Qué tenía Matteo que pudiera ser tan peligroso? Se ve que es un buen tipo como para que el coronel quiera protegerme de él. El auto se puso en marcha, me mantuve callada para evitar enojarlo más. No dije palabra alguna durante todo el camino, el cual ni siquiera fue tan largo
Me coloque una camisa de Viktor, no había de otra y no encuentro ropa por ningún lado. Salí del camarote en dirección a cubierta encontrando a Sergei con binoculares mirando los alrededores.—Buenos días, señorita Alina —me miro y pude vislumbrar un sonrojo en su mejillas antes de volver a poner su vista al frente—. Debería vestirse —sugirió.—Si el bruto impulsivo del coronel me hubiera dicho que veníamos a alta mar, yo con gusto equipo ropa para el viaje —le digo con mi ceño fruncido.—Lo recuerdo, lo siento.—No es tu culpa, ¿Dónde está? —pregunto.—En la parte delantera soltando la velas —señalo, camine hacia allá y allí estaba sin camisa, con un su pantalón de tela fina y su cabello desordenado, me provoco risa ver las marcas de mis uñas en su espalda. Aunque de seguro yo debo estar peor. —¿Qué se supone que hacemos aquí? —interrogo mientras sujeto la camisa ante una brisa que llega, lo que menos quiero es que me vean el culo.—No deberías estar fuera del camarote y mucho
La puerta de la habitación se abrió, pero no me movía de la esquina en la que me encontraba, Teo yacía en mis brazos sin vida mientras que las lágrimas no dejaban de correr por mis mejillas.—Alina, ¿Qué sucede? —interrogo con algo de ¿preocupación? Es lo que creo que hay en su voz.—Lo mataron —susurro con mi voz ronca, sentí su presencia justo frente a mí y luego su mano tomar mi barbilla para que alce el rostro, Viktor se encontraba encuclilla mirándome con aquellos ojos grises cargado en preocupación. —Me quitaron lo único que tenía —añado y más lágrimas bajan por mis mejillas.—¿Quién fue? —cuestiona.—No lo sé —la única que estuvo con Teo fue la empleada—. La chica de la cocina, no se me su nombre —añado enseguida, Viktor asiente y se pone de pie.—Ven —ordena, me pongo de pie con Teo en mis brazos, Viktor me toma de la mano y me saca de la habitación agrandes zancadas, se detiene para mirar a Sergei—. Quiero a todas las empleadas en el jardín, ahora —le ordeno a lo que el hombr