13 - Chiquilina...

Jorge apretó la mandíbula, sus manos temblaban ligeramente mientras trataba de procesar la absurda situación. ¿Cómo se atrevía a tocarla? Pero Anaís pagaría por haberle hecho daño.

— ¿Por qué te golpeó? — preguntó.

Antes de que ella pudiera responder, Doña Matilde se levantó de su asiento, golpeando el suelo con su bastón para llamar la atención de todos.

— ¡¿Qué hace esta chiquilina en mi casa?! — gritó, con una mezcla de furia y desprecio en su tono —. ¡Por culpa de esta descarada, el matrimonio de mi nieto está en ruinas!

Lucrecia palideció al escuchar esas palabras, su rostro ya rojo de vergüenza se tornó casi blanco.

— ¡Yo... yo no…! — intentó defenderse, pero Doña Matilde no la dejó terminar.

— ¡Si esta muchacha se atreviera a enfrentarse a mí, yo también la sacaría de los cabellos de mi oficina! — continuó la anciana, su voz retumbando en la sala como un trueno.

Lucrecia, abrumada por la humillación, cayó de rodillas frente a Doña Matilde, con las manos juntas como si implorara
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