Capítulo 30- Enmendar una amistad Rota Parte 2

En cuanto cierro la puerta tomo la almohada del Alfa, esa que tiene su aroma y me recuerda a la almohada de mi departamento.

Lo detesto, detesto está situación en la que estoy metida, detesto estar en este mundo machista de Alfas, betas y Omegas donde ven a su líder como si fuera un Dios todo poderoso del cual no puedes negarte a sus deseos y órdenes tontas.

La cabaña ya no existe y no conozco este mundo como para saber a dónde ir, tampoco sé cuántos enemigos me tengan en la mira así que sería muy tonto de mi parte salirme sin ningún rumbo fijo, lo único que me queda es regresar a la habitación.

Pero más que nada detesto que todos aquí tienen la misma cara y personalidad que aquellos que conocí en mi vida, todos y cada uno de ellos. Hablando conmigo en un cuerpo que no es el mío en una historia que sé es ficticia y aun así se graba en mi piel como si fuera un sello en hierro a fuego vivo.

En especial porque aún recuerdo todo lo que me hicieron. Liam/Milo y su pastelería hípster, Sarah quien dejó marchitar nuestra amistad por seis meses mientras que a todos les enviaba fotografías de su feliz matrimonio y diversión en las Maldivas, mi jefe patán, incluso entre las sirvientas está una con la misma cara de la señora Potvin.

¡PLAF!

Golpeo con fuerza, pero la textura de la almohada es demasiado blanda.

¡Y sobre todo...Lo detesto a él!

— ¡Te detesto, te detesto, te detesto!

¡PLAF! ¡PLAF! ¡PLAF!

¿Por qué tiene su mismo rostro? ¿Por qué tiene que ser igual a él? Su forma de hablar, su forma de caminar, sus gestos, su olor, todo es igual...

CLANK

Alguien abre la puerta pero ya detecté su aroma desde lejos. Sé quién es, no puedo dejar de golpear y le ignoro por completo.

¡PLAF! ¡PLAF!

—Así solo te harás dañarás los nudillos.

Toma mi mano y besa mis nudillos.

Molesta le arrebato mi mano, ni siquiera me voy a molestar en responderle. Vuelvo a golpear la almohada y vuelve a detenerme.

—Si quieres golpear algo, golpéame a mí.

— ¡Ja! Qué más querría pegarle un buen puñetazo y desfigurar esa cara bonita que tienes... —Me detengo al percatarme que le he dicho que si cara es bonita— Pero la alianza me impide ese tipo de agresión.

El Alfa se ríe y me quita la almohada.

—Entonces necesitas algo mejor.

Me toma de la mano y me saca del dormitorio, sin soltarme me lleva por el pasillo bajamos las escaleras y cuando menos lo he notado ya hemos salido por la puerta trasera de la cocina y caminado un largo tramo por un campo de entrenamiento hasta un edificio que para mí sorpresa parece una versión menos moderna del Gimnasio Silivia.

Por dentro el lugar es igual de parecido solo que sin los artilugios modernos y tiene más la forma de un centro de boxeo.

Recuerdo cuando entré al gimnasio vestida con pijama de conejito Honey bun, cada espacio está igualmente dividido y aunque no hay nadie dentro veo las formas de hombres levantando pesas y haciendo ejercicio.

También el fondo, donde un hombre de 30 años jala de unas pesas mientras me propone agregar erotismo en mi historia.

—Primero hay que vendarlo para que no te haga daño.

Toma mi mano y me enreda una venda. Luego me muestra una gran pera de boxeo o saco colgante.

—Adelante. Golpea todo lo que quieras.

Ery golpea primero y me sostiene por los hombros.

—Puedes golpear, patear, destrozar. Libera lo que quieras aquí.

Golpeo el saco y el Alfa niega con la cabeza.

— ¿Es todo lo que puedes hacer? Me has pegado mucho más fuerte que a ese saco.

—Alfa tonto.

—Si quieres probar que soy tonto pega fuerte a ese saco.

¡BAM!

— ¡Qué débil!

¡BAM!

—Con esa fuerza jamás podrás valerte por ti misma.

¡BAM! ¡BAM!

Al golpear el saco siento un aire liberador, la respiración de mi cuerpo se agita y me llena de adrenalina. ¡Qué divertido es golpear el saco!

— ¡¿Eso es todo lo que tienes?! ¡Libéralo! ¡Suelta toda tu ira, todo tu enojo! ¡Dile a Hershey lo que te molesta de ella!

Paro en seco.

— ¿Qué has dicho?

— ¿No es así? La odias, tanto que no soportas verla en persona.

—Yo... No la odio.

—Mientes.

—No la odio...

—Claro que la odias. No quieres que sea tu Gamma porque tienes rencor a ella por alguna razón.

— ¡Dije que no la odio!

¡BAM! ¡BAM! ¡BAM!

— ¡No-tengo-nada-personal-contra-ella!

¡BAM! ¡BAM!

-¡De hecho-es-mi-única-amiga!

¡BAM! ¡BAM!

— ¡NO-TENGO-PROBLEMAS-CON-ELLA!

—Claro que los tienes.

— ¡NO!

Golpeo con todas mis fuerzas y el Alfa continúa provocándome.

—Si quieres mantener esa amistad tendrás que hablarlo. No puedes continuar escondiendo el jarrón roto y pretender que todo está bien.

— ¡No hay jarrón roto y no estoy pretendiendo!

¡BAM!

— ¿En serio? No me lo parece.

— ¡Si, de acuerdo tengo un problema contra ella pero no es contra ella en sí sino que no tiene ni idea de lo que me hizo!

— ¿Qué te hizo?

—Nada. No hay nada que hablar.

—Si no lo hablas solo se seguirá acumulando y como ese jarrón está roto solo continúa derramando agua hasta que acabe por desmoronarse sin posibilidad de repararse después.

— ¿Por qué me habría de importar mantener el jarrón roto de una amistad que se desvanece como papel de arroz?

— ¿Por qué crees que es tan frágil?

—Porque incluso si dicen ser tus amigos, basta un novio que le haga olvidarse de que existes, se case y no tenga el corazón para enviarte un mensaje en seis meses. A todos les ha enviado noticias de su feliz matrimonio excepto a ti, mientras le recuerdas y necesitas que te escuche mientras estás solo en el mundo...

Acaba de romperse. El jarrón que no quería que se rompiera y mantuve lejos sin intentar repararlo por temor a que se rompiera más.

—Con su esposo perfecto que se acopla a ella como dos perfectas mitades. Nunca me ha necesitado como yo a ella, tiene el carisma y la posibilidad de hacerse amigos por todas partes. Tampoco soy tan especial... Me olvidó y no siquiera tuvo el valor de decírmelo para al menos dejar de esperar como una tonta.

El Alfa se queda en silencio y deja que suelte todo lo que llevo en mi pecho desde el primer día.

—Ella es feliz en las islas Maldivas, disfrutando de su luna de miel con su esposo, mientras yo estoy aquí tragándome corajes con un Alfa tonto que dice hacer una alianza conmigo un momento y al otro la quebranta sospechando hasta de la sombra a mis pies.

— ¿No habías dicho tú que vas a liderar como mi igual?

¡BAM! ¡BAM!

— ¡Esa era mi intención, Alfa idiota!

¡BAM! ¡BAM! ¡BAM!

— ¡Pero, pareciera que cuando podemos llevarnos un poquito, poquito mejor...!

¡BAM! ¡BAM!

¡Vuelves a sospechar de mí sin razón alguna!

¡BAM! ¡BAM!

¡Alfa tonto! ¿Qué razones le he dado a él para ser un déspota conmigo?

— ¡¿Por qué tienes el mismo rostro?!

¡BAM! ¡BAM!

—¡Odio tu rostro, apuesto y déspota, cálido y a la vez frío como hielo, a veces dice preocuparse por mí y que me alimente bien y al siguiente solo le importa su estúpida historia!

¡BAM!

—Odio tu rostro, quisiera golpearlo hasta que deje de ser igual... Porque ver ese rostro me recuerda a la vida de m****a que he tenido.

—Los días en soledad, ver pasar los días sin nadie a quien contarle lo que siento, al menos la tenía a ella y me decía que todo estaría bien. Ella que era como una hermana para mí, la única persona en la que puedo confiar...

¡BAM! ¡BAM! ¡BAMBAMBAMBAM!

— ¡Me dejó sola! ¡Por meses estuve sola preguntándome que hice mal para que me abandonara! ¡Sin nadie con quién hablar, soportando que ese metiche entrara a mi vida a molestar, confundiéndome día y noche!

—Ya ves, Hershey. Si tiene algo contra ti.

Dejo de golpear el saco y  giro la cabeza. Ahí está Hershey con lágrimas en los ojos.

— ¡Alfa idiota! ¡Cómo pudiste...!

—Si estás molesta no lo guardes hasta que se pudra dentro. Si la odias díselo y si la necesitas también.

— ¿No te parece hipócrita? Tú tampoco eres muy expresivo que digamos.

—No soy hipócrita, soy un Alfa. Y tú eres una Omega, es mi deber que mi Omega sea feliz así deba obligarla a que salte al fuego para romper sus miedos.

—...

—Ustedes dos deben tener mucho que hablar.

Se acerca a mi oído y susurra “Dile todo y no te reprimas” seguido de una noticia que me acaba por destrozar.

¿Cómo le voy a decir lo que siento si ella no es la verdadera Sarah?

—Cady Cad.

¿Cómo me dijo?

No... Ella no es Sarah.

—Cady Cad, perdona por no darme cuenta antes.

No es Sarah... No lo es...

—Debiste sentirte sola todo ese tiempo. Teniendo que soportar a ese Alfa que no sabe cómo tratar bien a una chica.

—Eso no es...

—En cuánto conocí a Jerome y supe que era mi pareja destinada, me dejé llevar por esa felicidad. Tú parecías estar contenta por los dos así que no me fijé en que la única amiga y compañía que tenías en tu vida se alejaba felizmente con su novio y que eso agrietaba poco a poco la confianza en tu interior.

Te sentiste como si estuvieras de más ¿Cierto? Pero, yo nunca te he visto como si estuvieras de más.

Eres tan importante para mí, un pedazo de mi vida que jamás podría desechar...

—No es necesario que me digas esas cosas...

— ¡Claro que sí! ¡Eres mi mejor amiga, mi hermana y mi todo!

No, ella no es Sarah... No debo dejarme llevar por ella. Se está disculpando con Candace no conmigo. Ella no sabe que la verdadera dejó de hablarme seis meses.

—Hershey, no quiero hablar de esto.

Me doy la vuelta para salir cuando sus últimas palabras me sorprenden.

—Es una lástima Cady Cad, porque si no tuviéramos parejas destinadas. Te habría hecho mi esposa.

Me detengo y mis lágrimas no dejan de caer.

—Sabes— limpio mis lágrimas—sabes tanto como yo de ti, nos conocemos tanto que incluso si fuéramos parejas destinadas no nos soportaríamos, además… Aunque detesto a los hombres, me interesan los cuerpos masculinos, Sherezarah.

Hershey también llora y las dos nos abrazamos.

— ¡Te amo, en un sentido completamente heterosexual aunque me guste agarrar tus pechos!

— ¡Yo también te amo, en un sentido completamente heterosexual aunque me gusta darte nalgadas!

Un gruñido potente nos interrumpe.

—Perdón, Luna—Dice Jerome intentando remedar su instinto celoso—  A mi lobo River no le agrada escuchar a nuestra pareja decirle  'te amo" y abrazar a otro lobo aunque sea su mejor amiga.

Las dos nos separamos, nos vemos y reímos juntas.

— ¡Completamente hetero!

Decimos al unísono.

—No hay de qué molestarse,  Jerome y lobo River, las dos nos amamos pero como hermanas.

—Hermanas del alma—Complementa Hershey.

Sarah, si Hershey tiene una parte de ti, es posible que…

—Por cierto, felicidades. Me enorgullece que mi Luna sea mi Cady Cad.

—Felicidades a ti, el Alfa tonto me dijo que estás embarazada.

—Quería darte la noticia yo misma, la arruinó por completo.

—No puedo esperar a que nazca mi sobrino ¿Puedo?

—Sería un honor, mi Luna.

Beso su vientre y escucho los pequeños movimientos del pequeño en su interior. Los bebés de los lobos son diferentes a uno humano, crecen más rápido y se desarrollan en tres meses.

Aún es pequeñito y no se puede escuchar mucho sin embargo como lobos nuestros sentidos son más agudos, puedo escuchar, olfatear y sentir ese pequeño en su interior.

Incluso si no es la verdadera, su esencia es la misma. Entonces Sarah también...

Por la noche me acurruco en el sillón.

Tomo la almohada del Alfa, he decidido que me la voy a quedar, no creo que se dé cuenta si cambié de almohada pues dejé la de mi lado en su lugar.

— ¿Qué haces?

—Me voy a dormir ¿Qué más?

— ¿No vas a dormir en mi cama?

—Aún sigo molesta porque eres un entrometido. Además, no es apropiado que un hombre y una mujer duerman en la misma cama siendo que son completos extraños.

— ¡GRRR!

Gruñe el Alfa al fondo.

— ¡¿Cuáles extraños?! ¡Somos una maldita pareja y estamos casados!

—Eso fue por la alianza, no somos nada--

El Alfa gruñe y me toma de la muñeca.

—Alianza, si claro... me prometiste dejar que te toque y haga lo que quiera contigo.

—Sí, lo dije. ¿Tienes ganas? Ven, aquí tienes mi cuerpo ¿Contento?

El Alfa gruñe de nuevo y me suelta la muñeca, abre el cajón de la cómoda en el espejo, su reflejo muestra su molestia. Saca un cigarro y lo pone en su boca.

Ay no, que asco.

—Alfa ¿Sabes lo que es un fumador pasivo?

—No lo sé ni me importa—comienza a encender el cigarro y me recuerda a ese editor nefasto de palmo a palmo.

—Un fumador pasivo es aquel que sin fumar está expuesto al humo del cigarro. No quiero ser un fumador pasivo ni oler a tabaco quemado en mi piel así que apaga eso mientras estés en la habitación.

— ¿Ah sí? ¿Qué te hace pensar que puedes prohibirme algo en MI propia habitación?

—Es también mi habitación.

Me mira indignado.

—Es tu habitación Pero no quieres dormir en la misma cama que yo. ES TU HABITACIÓN pero me tratas a MÍ como un EXTRAÑO.

Gruñe como si fuera la bestia que es.

—No somos nada para ti, Pero quieres ordenar y decirme que hacer. Se supone que quieres que seamos iguales.

—Claro que somos iguales. Por eso te pido que respetes que yo no fumo.

— ¡Quieres darle órdenes a tu Alfa y que se haga lo que te dé la gana! ¡Eso se llama desobediencia!

Nunca me voy a poder acostumbrar a que hable de sí mismo en tercera persona ¡Qué desagradable es!

— ¡Eso se llama ser iguales, animal! ¡Respetar los deseos del otro cuando no quieren algo que les es molesto!

— ¡Entonces tú eres el animal porque quieres prohibirme algo que me gusta! ¡No quieres dormir conmigo y dices que no somos nada, tienes un sentido extraño de convivencia!

—Y tú tienes un hábito asqueroso con el que no voy a convivir ¡Si quieres fumar en la cama dame otra habitación!

El Alfa me gruñe nuevamente y corre hacia la puerta saliendo de ahí pegando un portazo.

—Si será patán...

Tomo la almohada y comienzo a golpearla contra la puerta.

¡BAM! ¡BAM! ¡BAM!

— ¡CRETINO!

¡No puedo esperar más para encontrar mi libro, desbloquear todos los preceptos  y largarme de buena vez de aquí!

Maika Maese

Dos buenas amigas que sin importar la dimensión o mundo en que se encuentren continuarán siendo hermanas del alma. Cady está tan engolosinada en su nueva amistad restaurada que no ha podido percatarse de quién movió los hilos para que ambas se pudieran acercar. Siendo testigo de la dicha de su pareja, él solo puede sonreír esperando a ser también importante en su vida... Claro, eso fue hasta que comenzaron las discrepancias entre los dos. Aún hay mucho que arreglar en ese jarrón roto.

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