TENGO SUERTE DE PODER contar con Josh. Desde la guardería siempre ha estado a mi lado, ojalá... no, es igual, eso nunca ocurrirá.
Recibo una llamada a las diez de la noche, al mirar la pantalla un nudo se me pone en el estómago, creía que él podría hacerme olvidar mi pasado, pero lo único que ha conseguido es hacerme un bombo y pasar de mí, ¡menudo cabrón!
—¿Qué quieres? —le pregunto sin molestarme en ocultar mi enfado.
—Nena, perdóname. No debí decirte esas cosas.
—¿Ah sí? ¿Y eso? ¿Has cambiado de opinión?
—Este no es el momento, nena. Primero tengo que divorciarme, pero podemos intentarlo más adelante.
«Que poca vergüenza, quiere que me deshaga de nuestro hijo, pero que sigamos juntos».
—Si es así no te molestes. Se ha acabado Freddy —le digo, ya estoy cansada de sus mentiras sobre dejar a su mujer. Llevamos así dos años.
—Pero nena...
Cuelgo antes de que diga nada más, no quiero escuchar como intenta convencerme para que aborte.
—¿Quién era? —pregunta Josh mientras sale del baño secándose las manos.
Aún no me he ido de su casa, no puedo afrontar esto sola en mi casa, además, seguro que Freddy se presenta allí.
—El capullo de mi ex. No quiero volver a verlo en la vida.
—Si quieres puedo ir y encargarme de él, los chicos me deben un favor —me dice y no puedo evitar reír ante su oferta. Es un buen amigo.
—Te lo agradezco mucho, pero te necesito aquí conmigo, no en una celda encerrado.
—Si cambias de opinión solo tienes que decirlo.
Me da un beso en la cabeza y se deja caer en el sofá a mi lado. Yo me acurruco contra su cuerpo musculoso y fibrado, he de decir que está tremendamente bueno, como un Dios griego caído del Olimpo.
Lo he visto en acción y he de reconocer que desnudo gana muchos más puntos que con la ropa puesta, y hablo de desnudo integral, pero esa ya es otra página de la novela erótica que tendrían que escribir en su honor.
Tal vez sean las hormonas, o el hecho de que llevo semanas sin sexo, pero empiezo a ver a Josh de manera diferente.
—Gracias lo tendré en cuenta.
—Sabes que por ti haría lo que fuera peque. No quiero que ese imbécil te haga daño —sus palabras me reconfortan, sé que lo dice en serio y me siento orgullosa de ser su amiga.
Levanto la cabeza de su pecho y lo miro a los ojos, estos brillan más que nunca y por un momento un pensamiento viene a mi mente. Si no fuera porque sé que no es verdad, pensaría que aún sigue colgado de mí.
«Vamos Meg, has olvidado que ya tuvisteis vuestra oportunidad y la cagaste», me recuerdo.
—¿Tienes hambre? —me pregunta.
—Me muero de hambre. ¿Podemos pedir pizza?
—¿Ya empiezas con los antojos pequeña? —me pregunta con una ceja levantada.
—Creo que es pronto para eso, llevo solo unas semanas de retraso —le contesto y se levanta—. Pero a Freddy le gustaba mucho la comida sana y no me dejaba comer carbohidratos.
—Que gilipollas que es, me alegro de que le hayas dado la patada.
—Más bien creo que me la ha dado él a mí —digo con una mezcla de melancolía y rencor.
—Estás mucho mejor sin él Meghan, es mejor que te olvides de ese capullo.
Sé que tiene razón, pero no puedo evitar pensar en él, le he querido mucho —a pesar de ser un tremendo gilipollas— y me hacía feliz. A ratos.
Coge el teléfono y pide dos pizzas medianas, una cuatro quesos —mi favorita— y una de pollo y aguacate para él.
Cuando cuelga se mete en la habitación y sale al rato solo con unos bóxers y una camiseta en las manos.
—Ten, solo tengo esto para dejarte —me dice y me los entrega.
—Gracias, eres un encanto Josh.
Me mira de arriba abajo y se muerde el labio inferior antes de alejarse hacia la cocina con un suspiro.
¡Joder!
De verdad que estoy muy desesperada, acabo de imaginármelo empujándome contra la pared y follándome sin piedad.
Creo que empiezo a desvariar.
Desde la última vez que vi a Freddy hace dos semanas que no he vuelto a tener sexo con nadie, ha estado muy ocupado llevándose a su mujer de crucero para celebrar seis años de matrimonio, y desde esa última vez en su coche en el aparcamiento de la oficina, no he vuelto a follar con nadie. Creo que por eso estoy tan cachonda.
Llama con los nudillos a la puerta y doy un bote sobresaltada.
—Han llegado las pizzas —me dice a través de la puerta del baño donde me encuentro.
—Ya salgo.
—No tardes demasiado, están medio frías ya.
Hace más de cinco minutos que estoy aquí encerrada, sino hubiera llamado a la puerta creo que aún estaría en el baño. O se pone algo de ropa encima, o al final tendré que tomar una ducha de agua bien fría.
«¡Madre mía, que calores!».
Cuando salgo Josh está de espaldas a mí, no puedo evitar recorrer toda su longitud, desde los hombros, pasando por la cintura, y ese culo tan prieto que dios le ha dado.
«¡Basta Meghan, ya está bien!», me riño.
—Ya creía que me las iba a comer yo solo.
—¿Perdón?
—Las pizzas —me dice y se gira para mirarme—. Hablo de las pizzas, Meghan.
—Sí, lo sé. Claro que hablabas de las pizzas, ¿de qué sino?
—No lo sé. ¿Te pasa algo?
Niego con la cabeza y lo rodeo, me siento delante de él en la isla de la cocina y cojo un trozo de pizza, me la llevo a la boca y le doy un gran bocado. Estaba tan acostumbrada a comer sano, que esta pizza me sabe a gloria.
Como echaba de menos la comida b****a.
—Mmm, que rica.
—Un poco más y nos las comemos frías. ¿Que hacías tanto rato en el baño? —me pregunta y me atraganto con un trozo de queso.
«Será mejor que no preguntes».
OTRA NOCHE SIN DORMIR, pero esta vez me la he pasado más empalmado que un semental en una cuadra.Ha sido muy mala idea dejar que durmiera conmigo en la misma cama.Abro los ojos como platos cuando noto su culo en mi entrepierna, no puedo evitar lo que tiene que pasar, podría decir que es el despertar matutino que tenemos todos los hombres por las mañanas, pero os estaría mintiendo, y a mí también.La oigo soltar un gemido y toda mi fuerza de voluntad se va al garete en dos segundos.¿Se está frotando contra mí?Me echo para atrás en la cama y acabo de espaldas en el suelo.—¡Joder! Josh, ¿estás bien? ¿Qué ha pasado?—Me he dado la vuelta demasiado rápido, estoy bien —le digo y tiro de mi almohada para taparme.«Suerte que hay dos».—¿De verdad que estás bien? Conmigo no tienes que fingir.—Sí, tranquila. Sigue durm
ESTOY MUY NERVIOSA, creo que me voy a desmayar como esto no avance. Tengo el corazón que parece una centrifugadora, me late muy deprisa.Josh se ha portado muy bien acompañándome, no sé qué haría sin él.El médico me hace un montón de preguntas, como: cuantas faltas tengo, antecedentes familiares, como me encuentro, etc...Estoy sobrepasada, creía que lo tenía claro pero ahora que parece tan real, me están entrando dudas. ¿Estoy segura de querer hacer esto, sola? ¿Sabré estar a la altura? ¿Seré una buena madre?Dios esto es más difícil de lo que pensaba.—Señorita Connors, ¿está bien?Me despierto de mis pensamientos cuando Josh me pone la mano en la rodilla.—Meghan, ¿te encuentras bien?—Sí, si perdón. ¿El baño? —le pregunto al médico, necesito salir de aquí.—Enfermera Morris, acompañe a la señorita Connors, por favor.
ES LA PRIMERA VEZ que veo algo así, ha sido súper emocionante.Ella lleva una vida en la barriga, quien me iba a decir que vería algo así algún día. Siempre he tenido claro que quiero ser padre, pero la verdad, me hubiera gustado que fuera con Meghan.Nos subimos al coche y cuando pongo las manos sobre el volante antes de encender el motor, ella coloca la suya sobre la mía y la miro.—Gracias de nuevo Josh —me dice y sus ojos se llenan de lágrimas—. De no ser por ti aún seguiría encerrada en ese baño.—No he hecho nada pequeña, sabía que solo necesitabas que alguien te dijera de lo que eres capaz —le contesto y limpio sus lágrimas con los pulgares.—Igualmente, gracias.Me abraza y yo disfruto de su contacto, luego me da un beso en la mejilla y en lo único en lo que pienso es en besarla en la boca y demostrarle cuanto la quiero, pero no estoy seguro de que sea eso lo que ella quiere
DE CAMINO A CASA PASAMOS por un Starbucks y me apetece mucho comer un muffin de Nutella y otro de nueces. Después de vomitar todo el desayuno, ahora me muero de hambre.Josh se pide un café solo con hielo y pellizca un trozo de mi muffin de nueces.—Oye, es mío, pídete otro para ti —le digo entre risas.—Tienes que aprender a compartir, eso es lo que hacen las madres, darle todo a sus hijos aunque tengan que quitárselo de la boca.—Quiefefs —le digo mostrando el muffin que tengo masticado en la boca.La mueca que hace es para morirse de risa, terminamos riéndonos los dos y tengo que taparme la boca para no escupir la comida.Nos pasamos más de una hora riendo y recordando viejos tiempos, no recordaba lo bien que me lo paso con él, reconozco que lo he tenido muy abandonado desde que empecé mi relación con Freddy, y mira como he acabado. Ese idiota me ha tenido apartada de todos los q
NO SÉ EN QUE MOMENTO la conversación se ha vuelto tan intima, pero saber que hace semanas que no se acuesta con ese capullo de Freddy me hace sentir muy bien, y el cavernícola que hay en mí disfruta aún más con esa confesión.Antes me ha dicho que soy sexi, pero lo que ella no sabe es que ella sí que lo es, es tremendamente sexi sin proponérselo. Le falta creer un poco más en ella, pero yo lo hago por los dos.—Tienes que irte, ¿no? —me pregunta devolviéndome a la realidad. Creo que me he quedado embobado mirándola.—Sí, es verdad.—Vamos prepárate, ¿no querrás llegar tarde?Lo cierto es que no quiero irme ahora, pero tengo que trabajar y no puedo fallarle a Jason, se lo he prometido.Le doy un beso en la frente y salgo corriendo hacia la habitación, me pongo unos tejanos y una camiseta de tirantes.—Llegaré tarde, así que duerme en mi cama. Yo dormiré en el sofá —l
EL CALOR DE SU CUERPO es como un bálsamo para mí, me hace sentir segura. Josh es mi mejor amigo y aunque éstos últimos meses no le he hecho mucho caso, he de decir que siempre lo he tenido muy presente.Tengo mucha suerte de tenerlo en mi vida.Me acurruco contra él y la energía que desprende por todas partes me hace sentir bien, protegida.—¿Cómo ha ido la noche? ¿Te han metido mucha mano? —le pregunto y no puedo evitar reírme al hacerlo.—No te rías, pero he temido por mi vida.—Como sois los tíos de exagerados.—Estoy hablando muy enserio, si no llega a ser por los chicos me violan.Me río con más ganas y él me hace cosquillas, me retuerzo entre sus manos y me ataca con más ahínco.—Será posible, ¿te hace gracia que tenga miedo de ir a trabajar?—No, no tiene ninguna gracia. Para por favor —le suplico.—De eso na
«¡CHÚPATE ESA CABRÓN!»La mirada de ese cerdo infiel es para sacarle una foto y llevarla a una exposición al más capullo.No contento con pasarle por la cara que su ex amante ha pasado página, sino que además paso el brazo por detrás de la cintura de Meghan y la atraigo hacia mí para darle un beso en la boca, y no un pico, no, sino un beso en toda regla.—¡Oh, que tiernos! Freddy, míralos y aprende —exclama su mujer—. Tal vez deberías aprender más de este chico tan apasionado.—Sí ya. Andrea, tenemos que irnos. Seguro que estos dos tortolitos quieren estar un rato a solas —dice molesto. Se nota que está rabiando por dentro.—Claro, claro. Hacéis una pareja muy bonita. Algunas tienen mucha suerte —dice mientras se coge del brazo de su marido y sonríe.Los veo alejarse y cuando me doy la vuelta para mirar a Meghan está tiene una mueca en la cara.—¿A que ha venido eso
—¿¡QUÉ TE HA PASADO en la cara Josh!? —le pregunto y paso mis dedos por sus heridas.—No es nada. Ha sido en el gimnasio.—Parece que te ha pasado un camión por encima.Me coge la mano antes de que vuelva a pasar mis dedos por su cara y me mira a los ojos.—Siento mucho lo de antes. Me refiero a lo que ha pasado con Freddy esta mañana, no pretendía molestarte —se disculpa.—No es eso, me ha pillado por sorpresa y...—¿Y qué? —me pregunta al ver que no termino la frase.—¿Es que tú no lo notas?—Si noto, ¿el qué?Intento apartarlo pero me lo impide bloqueando mi cuerpo contra el suyo y la encimera, mi respiración se acelera y me falta el aire.—¿Qué es lo que tendría que notar, Meghan? —insiste.—Nada, déjalo, no tiene importancia.—Peque, dilo.—No puedo.