«¡CHÚPATE ESA CABRÓN!»
La mirada de ese cerdo infiel es para sacarle una foto y llevarla a una exposición al más capullo.
No contento con pasarle por la cara que su ex amante ha pasado página, sino que además paso el brazo por detrás de la cintura de Meghan y la atraigo hacia mí para darle un beso en la boca, y no un pico, no, sino un beso en toda regla.
—¡Oh, que tiernos! Freddy, míralos y aprende —exclama su mujer—. Tal vez deberías aprender más de este chico tan apasionado.
—Sí ya. Andrea, tenemos que irnos. Seguro que estos dos tortolitos quieren estar un rato a solas —dice molesto. Se nota que está rabiando por dentro.
—Claro, claro. Hacéis una pareja muy bonita. Algunas tienen mucha suerte —dice mientras se coge del brazo de su marido y sonríe.
Los veo alejarse y cuando me doy la vuelta para mirar a Meghan está tiene una mueca en la cara.
—¿A que ha venido eso? —me pregunta enfadada.
—No entiendo. Creía que te estaba haciendo un favor.
—Pues la próxima vez consúltamelo, ¿vale? —me dice y echa a andar.
—Meghan espera, ¿que te pasa?
La cojo del brazo antes de que se aleje demasido y la obligo a darse la vuelta.
—Es mi trabajo Josh, no era necesario montar un espectáculo delante de mis compañeros.
—¿Seguro que solo es por eso?
—No sé qué quieres decir.
—¿De verdad? —le pregunto bastante molesto—. ¿Aún sigues colada por ese imbécil?
—Te estás pasando Josh, además, eso no es asunto tuyo.
Se da la vuelta y se aleja hacia el edificio donde trabaja, sus tacones repiquetean contra el suelo de piedra mientras sube las escaleras, y ni siquiera se gira para mirarme cuando llega a las puertas de cristal giratorias y desparece dentro.
«¡Mierda!».
Llego a casa una media hora después y aún me dura el cabreo, no sé si es por la bronca con Meghan o por pensar que todavía pueda sentir algo por ese subnormal de Freddy.
Me pongo ropa de deporte y cojo mi bolsa para ir al gimnasio de la esquina. Voy allí desde hace años y es uno de los sitios donde puedo soltar toda la adrenalina que corre por mis venas cuando pillo un rebote como el que tengo ahora mismo.
Nada más entrar, el entrenador me ve y sabe perfectamente a lo que he venido con solo ver mi cara.
—¿Vienes a romper mis instalaciones, chico? —me pregunta mientras me ofrece los guantes de boxeo.
—¿Tanto se me nota?
—Podría jurarlo. ¿Quieres hablarlo primero?
—No, quiero golpear algo.
—Como quieras, Tom está libre ahora.
Me dirijo hasta mi entrenador personal y me paso más de una hora y media golpeando cosas: sacos de boxeo, manoplas, etc... y ahora estoy peleando con un tipo dentro del cuadrilátero, y aunque estoy bastante en forma, tengo que reconocer que no me lo está poniendo nada fácil. Menuda bestia.
Me ha tirado al suelo en dos ocasiones, me ha dado un buen derechazo, e incluso estoy jadeando mientras que él parece como si acabara de empezar, apenas está sudando.
—¿Has tenido suficiente? —me pregunta.
—No, aún no he terminado.
—Pues yo creo que sí tío, anda déjalo ya.
Intento golpearlo de nuevo, pero me esquiva sin problemas y acabo cayendo al suelo otra vez. Cuando consigo levantarme el tipo ya está fuera quitándose el segundo guante.
—¿Quieres un consejo? —me pregunta, pero antes de que pueda contestarle, añade—. La próxima vez que quieras pelear, deja tus problemas fuera del cuadrilátero. Tienes buenas bases para ganar sin problemas, pero te falta concentración.
—Gracias.
—No me des las gracias. La próxima vez déjame ko y estaré satisfecho.
—Eso está hecho —le contesto y chocamos los puños, el sin guantes y yo con.
De vuelta a casa me meto en la cama, pero aún sigo dándole vueltas a lo que ha pasado antes, no quiero pelearme con ella, y menos por ese gilipollas de Freddy.
Cuando me despierto es más de media tarde, me cuesta un mundo levantarme, esa bestia del gimnasio me ha dado una buena paliza, tengo la cara como un mapa, el labio hinchado y un pequeño corte en una ceja.
Estoy seguro de que Jason me va a echar la bronca en cuanto me vea, mi aspecto es la base de mi trabajo, pero seguro que encontramos una solución.
Son las siete y media, he salido a correr y ahora necesito una ducha. Me quito la ropa de camino al baño y cuando abro la puerta me encuentro a Meghan saliendo de este, desnuda.
Nos quedamos parados mirándonos, los dos completamente desnudos y sin poder evitarlo termino empalmándome, ella desvía los ojos hacia mi entrepierna y abre los ojos como platos.
—¡Dios, lo siento! —le digo y me tapo con las manos.
—No, yo sí que lo siento, debería haberte dicho que volvería antes.
Coge una toalla y se la coloca alrededor del cuerpo, aunque he desviado la mirada hacia fuera no puedo estarme de mirarla por el espejo.
«¿Por qué coño no te vas?», me digo a mí mismo.
Meghan se desliza detrás de mí y se va a mi habitación, se encierra en esta y yo me meto en la ducha para darme una bien fría.
Cuando salgo diez minutos después, ella está en la cocina preparándose algo para comer, y apenas levanta la vista de lo que hace aunque estoy a su lado.
—¿Qué estás cocinando? —le pregunto y me inclino para mirar por encima de su hombro.
—Lasaña, me apetecía mucho.
—Tiene buena pinta, ¿me dejarás probarla?
Nuestros cuerpos se están rozando pero ninguno de los dos hace ademán de apartarse. Huele de maravilla, y no me refiero solo a la cena, ella huele cien veces mejor.
Paso mi brazo por su costado y le quito la cuchara de las manos, entonces ella se da la vuelta y estamos cara a cara, sus ojos están en mi pecho y se nota que está nerviosa por lo que ha pasado en el baño, le cojo el mentón con los dedos y le levanto la cara para que me mire.
—¿¡QUÉ TE HA PASADO en la cara Josh!? —le pregunto y paso mis dedos por sus heridas.—No es nada. Ha sido en el gimnasio.—Parece que te ha pasado un camión por encima.Me coge la mano antes de que vuelva a pasar mis dedos por su cara y me mira a los ojos.—Siento mucho lo de antes. Me refiero a lo que ha pasado con Freddy esta mañana, no pretendía molestarte —se disculpa.—No es eso, me ha pillado por sorpresa y...—¿Y qué? —me pregunta al ver que no termino la frase.—¿Es que tú no lo notas?—Si noto, ¿el qué?Intento apartarlo pero me lo impide bloqueando mi cuerpo contra el suyo y la encimera, mi respiración se acelera y me falta el aire.—¿Qué es lo que tendría que notar, Meghan? —insiste.—Nada, déjalo, no tiene importancia.—Peque, dilo.—No puedo.
¡ESE DESGRACIADO QUIERE que lo mate! Está buscando que vaya y le parta la cara.—Me ha dicho que sino vuelvo con él hará que me despidan.—No puede hacer eso, solo intenta asustarte —le contesto.—Lo sé, pero eso no es todo. Le he dicho que no y dice que hablara con su mujer y le dirá la verdad. Ellos son una familia y podrían quitarme a mi bebé.«¡Menudo cabrón!».—¿De verdad crees que hará eso? ¿Descubrirá la verdad y le dirá que lleva dos años engañándola? Yo creo que no.—No estoy tan segura, su mujer no puede tener hijos y ésta sería una oportunidad de tener uno, aunque solo sea de su marido.—Yo me encargo.—¡No! Josh no hagas nada. Es gente muy poderosa —me dice cogiéndome del brazo y apretándolo. Está asustada de verdad.Definitivamente ese gilipollas quiere que lo mate.—De acuerdo, no haré nada —le digo pa
SUS MANOS RECORREN mi cuerpo con una lentitud calculada, quiere hacerme sufrir por burlarme de él, pero por mí puede ir todo lo despacio que quiera, tengo todo el día para disfrutarlo.—Eres tan sexi —susurra contra mi cuello.—Josh.—¿Sí nena?—Quiero sentirte dentro de mí, no puedo esperar más —le suplico.—Paciencia, déjame disfrutarte un poco más pequeña.No digo nada más, no puedo, me ha tumbado sobre la cama y ahora vuelve a estar entre mis piernas. Saboreándome, succionandome y llevándome al cielo son sus caricias. Es tan bueno con el sexo oral. Freddy ni siguiera lo intento alguna vez.Cuando me penetra con los dedos tengo que buscar toda mi fuerza de voluntad para no chillar como una posesa, me tapo la boca con las dos manos y ahogo un grito.«¡Dios, este hombre es increíble!».—No te contengas nena, déjate llevar.
ESTOY EN UNA BURBUJA ahora mismo. No me puedo creer que por fin haya pasado. Meghan duerme a mi lado después de una noche de sexo increíble, está agotada y yo también. ¿Quien me iba a decir que alguna vez pasaría? Yo no por supuesto.Mi teléfono suena en el comedor, debí de dejármelo allí anoche.Me levanto como puedo sin hacer ningún movimiento brusco, no quiero despertarla. Parece un ángel ahora mismo con el pelo esparcido sobre la almohada y ese cuerpo tan perfecto que tiene, decir que es hermosa no le hace justicia.—¿Sí? —pregunto ya que no aparece ningún número en la pantalla.—Soy Parker, tengo algo. Tenía razón, no tiene suficiente con una amante, tiene tres.«Lo sabía, ese cerdo no es de fiar».—¿Tres? ¡Pedazo de cabrón!—Sí, es un tío con suerte. La primera se llama Suzanne, tiene veintiocho y es abogada en su lugar de trabajo. Se ven dos veces a la semana
HE PODIDO ESQUIVARLE toda la mañana. Freddy ha intentado hablar conmigo pero le he dado esquinazo, suerte que desde que empezamos nuestra relación me hizo cambiar de departamento para que el resto de empleados no descubriera que estábamos juntos.—¿Se puede saber por qué sonríes tanto? —me pregunta Mel.—Yo no sonrío.—Sí ya, claro, ¡mírala ahí está otra vez! —me dice a la vez que me señala con el dedo.—No sonrió tú me haces reír que es diferente.—Vale, vale, ya me enteraré.Se da media vuelta con el ceño fruncido pero está sonriendo. Si sigo de tan buen humor pronto sabrá que me pasa, otra cosa no, pero a cotilla no la gana nadie.Lo cierto es que no puedo dejar de sonreir, y de pensar en Josh. Hemos pasado una noche muy, pero que muy movidita y claro, ahora no puedo sacarme de la cabeza todas las cosas que hicimos.Sobre las doce me preparo para
HE SALIDO DEL GIMNASIO, he ido a correr y luego a casa a darme una ducha. Ahora voy de camino al supermercado para comprar. Mañana tengo fiesta y quiero prepararle una buena cena, será la primera después de lo que ha pasado entre nosotros y quiero darle una sorpresa.Mi teléfono vibra dentro de mis pantalones de chándal, miro el número y es el de Meghan. Lo cojo con una sonrisa de bobo en la cara hasta que la voz de un hombre al otro lado me pone en alerta.—¿Eres Josh? —me pregunta.—Sí, ¿por qué tienes el teléfono de Meghan? ¿Quién coño eres tú?—Soy un compañero de trabajo, no te asustes pero estamos en el hospital, ella está bien.—¿Dónde está, en que hospital?En cuanto me da la dirección cojo la moto y me voy para allá. Llego siete minutos más tarde y dejo la moto aparcada en la entrada sin candado ni nada, ahora mis prioridades son ella y el bebé, ¿le habrá pasado algo?
—HOLA PEQUE —me susurra y me acaricia el pelo.Me encanta cuando es tan dulce. Sé que nada malo puede pasarme si estoy a su lado, no sé cómo explicarlo, pero es como si tuviéramos una conexión especial.—Hola feo.—¿Así que feo eh?Asiento con la cabeza y le hago un mohín de lo más infantil. Él sonríe y me da un beso en los labios muy, pero que muy lento, todo mi cuerpo se estremece y empieza a arder.«Estás dichosas hormonas me van a volver loca».—¿Por qué vuelves a llevar ropa? —le digo y lo cojo de la camiseta para atraerlo más cerca y profundizar el beso.—Necesitas dormir peque, no seas mala.—Pero es que a mí me gusta ser mala, sobretodo contigo. No sé, despiertas la loba que hay en mí.Se ríe y de un salto se estira a mi lado y me sube encima de él, yo desnuda y él con el pijama, esta vez completo. Él nunca se pone más de un
ENTRO EN EL AULA Y Lola me hace un gesto con la cabeza, es la otra entrenadora y mi ayudante —por así decirlo—, está intentado que dos clientas no lleguen a las manos. Luego le preguntaré que ha pasado, pero ahora las demás esperan que dé comienzo la clase y les enseñe entre otras cosas a saber defenderse si son atacadas.Antes de entrar me he puesto mi equipamiento, lo necesito ya que de no ser así podría tener otro percance, como cuando una de ellas se defendió de mi ataque dándome una patada en las pelotas sin previo aviso, no quiero que vuelva a repetirse por nada del mundo. Me pase diez días a pan y agua y con un dolor horrible en los huevos.—Bien chicas —les digo a mis clientas ya que todas ellas son mujeres—. Lo primero es mantener la calma, no dejarse llevar por el pánico. Sé que es difícil, pero si os resistís no solo conseguiréis cansaros más rápidamente, sino que podrían heriros para tener menos resistencia por vuestra parte.<