9 meses para conquistarte
9 meses para conquistarte
Por: Tess Thomas
Prólogo: Josh

ANOCHE ACABÉ A LAS TANTAS, y ahora tengo un dolor de cabeza que no me ha dejado dormir.

Me tomo dos aspirinas con un gran vaso de agua para tragarlas, y me pregunto por qué le dije que sí a Jackson. Me pidió que le cambiara el turno y esta semana voy a trabajar cinco días en lugar de los cuatro que hago normalmente, pero lo que si me compensa es saber que tendré un incentivo de quinientos pavos de más.

Trabajo como Stripper en un club de El Soho, y aunque las propinas son del setenta por ciento, aguantar a todas esas locas a veces me hacen replantearme por qué aún sigo trabajando de esto. Empecé para pagarme los estudios, pero ahora este negocio forma parte de quién soy, no creo que sepa hacer otra cosa a estas alturas.

Unos golpes en la puerta me retumban en la cabeza, pero quien sea que hay detrás no le importa si estoy cansado o me duele la cabeza, porque golpea mi puerta como si quisiera echarla abajo.

—Vamos abre la puerta. Sé que estás ahí, hoy es jueves —grita Meghan y por el tono de su voz sé que está llorando.

Me pongo algo de ropa ya que suelo dormir sin ella, estoy acostumbrado a estar desnudo casi todo el día y me siento más cómodo así, sobre todo en mi casa.

—¿Qué pasa, pequeña? —le pregunto al abrir la puerta. Ella se echa a mis brazos sollozando y me abraza fuerte.

Si no fuera porque está llorando y es mi mejor amiga, aprovecharía este momento para intentar meterle mano. Llevo enamorado de esta mujer desde el jardín de infancia, y por más que me repita que lo nuestro es imposible, no puedo salir corriendo y dejarla tirada cuando parece que más me necesita.

—Mi vida a terminado, no sé qué voy a hacer ahora Josh —me dice y se deja caer en el sofá cuando se aparta de mí.

—Haber, no creo que sea para tanto.

—Estás muy equivocado, amigo, es un desastre, y de los gordos —sus sollozos son de pena—. Josh necesito que me digas que hacer.

—¿Yo? No sé que es, pero me temo que yo no soy el mejor dando consejos, por qué no empiezas por contarme que te preocupa.

Coge aire, y por como entierra sus manos en la cara, sé que lo que me va a decir a continuación cambiará no solo su vida, sino también la mía.

—Esto... estoy... estoy embarazada,  Josh —me suelta y vuelve a empezar a llorar con más ganas.

—Vamos no me jodas. ¿Es una bromita de las tuyas? Dime que sí.

Niega con la cabeza y se tumba boca abajo en el sofá. Oigo sus gemidos y su llanto de forma ahogada incluso estando boca abajo, aunque los cojines amortiguan el sonido.

Mi cabeza da vueltas, mis pensamientos se agolpan uno detrás de otro y mi corazón apenas tiene latido por su confesión. De todas las locuras que podía contarme, esta es sin duda la que menos me esperaba.

Meghan es un pozo sin fondo de problemas, su vida es de todo menos normal, si hubiera un premio a la cabeza más loca, ella se llevaría todos los premios gordos.

—¿Josh? Di algo por favor —me dice, y por como lo ha dicho seguramente lleva bastantes minutos intentando llamar mi atención.

—¿Enhorabuena?

—No, todo menos eso. ¿Crees que estaría aquí llorando a moco tendido si fuera una buena noticia?

—¡Joder Meghan! ¿En serio? Tú solita te metes en cada lío.

«Si me dejaras a mí cuidar de ti, esto no habría pasado, al menos no tan pronto», me digo, pero por supuesto no voy a decírselo a ella.

La miro un segundo y la atraigo hacia mi pecho, la abrazo con fuerza demostrándole que no voy a dejarla sola en esto. No podría aunque quisiera.

—Lo siento pequeña, de verdad que lo lamento mucho. ¿El padre lo sabe?

—Sí, por eso estoy aquí —dice sorbiéndose los mocos—. Me ha dicho que no es suyo y que no piensa cargar con un bastardo.

—¡Hijo de puta! —grito y me pongo de pie de un salto.

Doy vueltas por la sala, estoy muy cabreado. Sabía que ese cabrón era un malnacido por estar con ella mientras estaba casado, pero esto ya es lo último. Voy a ir hasta su casa y le partiré las piernas, y luego haré que se ahogue con su propia sangre.

—¡Voy a matarlo!

Meghan me coge de la mano y me calmo enseguida. Es la única que consigue que mi odio se convierta en amor en cuestión de segundos. La miro desde arriba y mis ojos se convierten en los de un gilipollas enamorado, ¿como es posible que la quiera tanto y no sea capaz de decírselo de una vez por todas y acabar con esto?

—Josh, te necesito en esto, no puedo hacerlo yo sola —me dice y sus ojos se llenan de nuevo de lágrimas.

—¿Qué quieres decir? ¿Vas a tener el hijo de ese...? —no termino la frase al ver como me mira.

—Sí, por supuesto, él no lo quiere pero yo sí. Aunque me haya dicho que me deshaga de esta "cosa", yo no puedo, es mi hijo —me dice tocándose la barriga.

Su hijo. Esperaba que algún día fuera nuestro, pero me tendré que conformar con cuidar del hijo de otro. Porque una cosa está clara, no voy a dejarla sola.

—Tranquila pequeña, yo estaré contigo decidas lo que decidas.

—Gracias, sabía que podía contar contigo. Tengo miedo Josh, estoy aterrada —me confiesa.

—Me lo imagino, lo estoy yo y no soy el padre.

Se ríe y me contagia. Al menos he conseguido que deje de llorar.

Una cosa me agrada de todo esto, y es que por fin se ha desecho de ese mamón. Solo de pensar en todas las veces que ese desgraciado le ha puesto las manos encima, le colgaría del palo más alto, pero eso se acabó.

Ahora lo único que tengo que hacer es lograr que se enamore de mí, y me deje formar parte activa en la vida de ese niño.

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