Sus labios se funden, el mundo a su alrededor desaparece, solo existe el calor de sus cuerpos y el deseo que los consume.Pero de repente, Alya siente un mareo, el alcohol que ha ingerido comienza a hacer estragos. Se separa bruscamente de Christian, su rostro pálido y sus ojos vidriosos. Intenta mantener la compostura, pero es inútil. Con un gemido ahogado, se inclina hacia un lado y vomita, el sonido resonando en el bar.La vergüenza la invade, sus mejillas arden de humillación. Christian, sorprendido, da un paso atrás, su expresión cambiando de deseo a preocupación.—Alya... —murmura, extendiendo una mano hacia ella.Ella se limpia la boca con el dorso de la mano, evitando su mirada.—Lo siento... —susurra, su voz quebrada.Christian se acerca, su mano cálida en la espalda de Alya, ofreciéndole apoyo.—No te preocupes, nena. Vamos a sacarte de aquí —dice con suavidad, su voz llena de comprensión.Alya asiente, agradecida por su gesto. Aunque el momento se ha vuelto vergonzoso, la c
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