Capítulo 3. Dame un segundo.
Gritos, era todo lo que alcanzaba a ubicar Romina pero ¿de quién?, le pesaba todo el cuerpo y tenía mucha sed, su boca parecía un papel y su lengua una lija, no podía moverse aunque tenía frio, si bastante frio, con mucho esfuerzo se puso algo que le ayudara a cubrirse el cuerpo.Espera, su mente poco a poco se iba despertando, ¿de quién eran esos gritos?, en ese instante todas las alarmas se encendieron, Gabriel, quien estaba gritando era él.Romina abrió los ojos para encontrarse en una habitación, que desconocía por completo, ¿qué hacía ella ahí? Después enfocó a su amado esposo, que estaba frente a ella furioso.- Maldita mujer— gritaba— ¿cómo me hiciste esto? Acaso eres idiota, por eso te comportabas tan modosita ¿verdad? Aquí sacabas tu verdadero yo.Ella aún no entendía de qué hablaba, hasta que lo vio, estaba en una cama completamente desnuda junto a un hombre que jamás había visto antes.La sangre se le fue al suelo, y una sudoración comenzó en sus manos, ¿qué estaba pasan
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