- Gabriel ¿cómo vas con los tiempos de construcción del almacén de los Ortega?
- Bien padre, de hecho estamos adelantados y probablemente tengamos todo antes de fin de mes.
Gabriel esperaba una felicitación de su padre había modificado todo el proceso de construcción para hacerlo más rentable y logró adelantarlo un mes completo en la construcción, sin sacrificar la calidad, obviamente.
Roberto Osuna, un hombre hecho a la vieja escuela, fuerte y reacio a los cambios, era el dueño de las constructoras más grandes y prestigiosas del país, su placa distintiva en cada construcción o edificio era garantía de excelente calidad y seguridad.
Él estaba orgulloso de todo lo que había construido en su vida, ahora era momento del siguiente paso, así que lo único que le hacía falta era un nieto, y ya estaba cansado de esperar.
- ¿Y para cuando me darás una noticia mejor?— esperaba que su hijo entendiera la importancia de tener un legado, el dinero ya no era algo importante, de eso tenía mucho.
- ¿Noticia mejor?— Gabriel se sorprendió por la pregunta, él había mejorado tanto los proyectos como el margen de ganancias ¿y pedía otra cosa?
Hasta que entendió a lo que se refería, ese maldito asunto regresaba a atormentarlo, no había tenido tregua desde que se había casado con Romina.
- Padre ya te lo he dicho cuando menos lo esperes te traeré la noticia. — no había necesidad de especificar que de lo que hablaban era de que tuviera un hijo.
- Pero no es algo tan difícil hijo— Roberto se levantó del asiento para servirse un trago y darle otro a su hijo, lo que estaba a punto de decirle lo iba a sorprender, pero ya había tenido tiempo suficiente.
Después de darle el vaso, y él acomodarse Roberto continuó:
- Pues por tu propio bien, ojala digas la verdad.
- ¿De qué estás hablando? — Gabriel se puso a la defensiva, ya conocía a su padre y eso no era augurio de nada bueno.
- Que ya estoy cansado de esperar, y si no eres tu quien me dé un heredero, se lo pediré a tu hermano.
La carcajada de incredulidad de Gabriel interrumpió el silencio que se había quedado entre los dos.
- ¿Estás jugando verdad?— Gabriel no podía creerlo, Mateo era su hermano menor y nunca había querido la constructora, ni nada que representara responsabilidad alguna.
- No, no lo hago— dijo firme— he estado en contacto con él y últimamente lo veo más centrado, y creo que él también es capaz de llevar a cabo, el papel de mi heredero.
Gabriel se levantó de un impulso. No podía ser cierto.
- Él no está ni en el país, con una mensualidad cualquiera que cubra sus gustos con eso tendrá suficiente para dejarlo todo, él lo va a vender todo en partes en cuanto se canse de jugar a ser responsable, ¡he dado mi vida por la constructora padre!— estaba perdiendo el control.
Gabriel estaba desesperado nunca pensó que esto podría suceder. Comenzó a caminar deseando que todo esto fuera una pesadilla y nada más.
- Pero la constructora es mía— sentenció Roberto.
Gabriel se detuvo en ese instante, volteando la cara para verlo a los ojos.
- A ver dime — lo retó Roberto— ¿de qué me sirve que le des tu vida si no hay alguien más que la herede después?
- ¡No puedes hacerme esto padre, simplemente no puedes!
- Claro que puedo — comenzó a darle vuelta a los hielos de su whisky tranquilamente— y si no cumples con esto lo haré, te lo di todo — sentenció mirando a Gabriel fríamente a los ojos—casa, empresa, hasta tu esposa la conseguí para ti—enumeró con tono de burla que era innegable— y ni así has podido darme lo único que te he pedido a cambio, ¿no crees que he sido muy paciente al darte tres años?
- Claro ya me lo echarás todo en cara, pero es gracias a mí que la empresa se ha vuelto lo que es— Respondió Gabriel— respecto a Romina, todo sería más sencillo si hubiera elegido yo a mi propia esposa.
- ¿Para qué? ¿Para qué me trajeras a una cualquiera? No Gabriel, el heredero de la constructora no lo gestará una mujer cualquiera, y de eso ya me encargué yo, Romina es una dama, una mujer que sabrá educar a mis nietos.
- Es aburrida y carente de chispa, sensualidad o cualquier otra cosa, no me provoca nada, solo tristeza, es complicado cada vez que tengo que acostarme con ella.
- ¡Pues cierra los ojos! — le gritó Roberto desesperado al ver la actitud de su hijo— porque es la mujer con la que estás casado, imagínate a otra mientras la besas, qué sé yo, lo único es que quiero un nieto y debe estar dentro de un matrimonio ¿Entendido?.
- Pues a ver cuándo lo tienes, porque Romina no… — el tono de incredulidad estaba impregnado en cada palabra.
- Espero que le eches ganas, tienes un año para regresar con un hijo, Gabriel, solo un año, sino olvídate de todo, de ser el heredero de los Osuna e incluso, de que alguna vez tuviste un padre.
Gabriel dejó el vaso que estaba sin tocar en el escritorio importado de su padre, debió costar una fortuna seguramente.
- ¿A esto se reduce todo? A un capricho. — las palabras de Gabriel salían con desprecio e ira el hombre a quien admiro toda su vida lo estaba tratando como poco más que basura, sustituible con otro cualquiera.
- No es un capricho, para ser sinceros, es algo que tienes la obligación de hacer, por ser mi primogénito ¿o conoces una dinastía que se mantuviera firme sin un heredero? O un legado— Roberto levanto las cejas con una sonrisa.
Conocía a su hijo y era igual que él, no estaría dispuesto a perderlo todo por una condición tan insignificante.
- No estoy de acuerdo— Gabriel estaba negando repetidamente con la cabeza— no lo harías, soy tu primogénito.
- Lo sé, pero en esta vida nadie Gabriel, escúchame bien, nadie es insustituible por lo mismo me aseguré de tener otra opción.
Gabriel se hizo para atrás por el impacto producido por las palabras de su padre. Solo eran piezas de ajedrez.
Se dio media vuelta para alejarse, no podía verlo más tiempo sin desear olvidarse de quién era y partirle la cara.
Lo enfureció más al escuchar al fondo del pasillo.
- ¡Tienes un año!
Gritos, era todo lo que alcanzaba a ubicar Romina pero ¿de quién?, le pesaba todo el cuerpo y tenía mucha sed, su boca parecía un papel y su lengua una lija, no podía moverse aunque tenía frio, si bastante frio, con mucho esfuerzo se puso algo que le ayudara a cubrirse el cuerpo.Espera, su mente poco a poco se iba despertando, ¿de quién eran esos gritos?, en ese instante todas las alarmas se encendieron, Gabriel, quien estaba gritando era él.Romina abrió los ojos para encontrarse en una habitación, que desconocía por completo, ¿qué hacía ella ahí? Después enfocó a su amado esposo, que estaba frente a ella furioso.- Maldita mujer— gritaba— ¿cómo me hiciste esto? Acaso eres idiota, por eso te comportabas tan modosita ¿verdad? Aquí sacabas tu verdadero yo.Ella aún no entendía de qué hablaba, hasta que lo vio, estaba en una cama completamente desnuda junto a un hombre que jamás había visto antes.La sangre se le fue al suelo, y una sudoración comenzó en sus manos, ¿qué estaba pasan
Después de pensarlo durante unos minutos Romina le llama a Aranza su amiga y confidente, un tono, dos, tres, sin respuesta.Comenzaba a desesperarse pero por mientras que esperaba para volverla a llamar, decidió salir en la camioneta del jardín frontal de los Osuna, suficiente había tenido con que su propio esposo la hubiera corrido frente a Mary, como para permitir que la corriera con la seguridad del lugar.En una calle a unas cuadras de la mansión, volvió a llamar en varias ocasiones a Aranza, pero seguía sin responder, antes de darse por vencida después de la décima llamada mejor le dejó un correo de voz.“Amiga imagino que estás ocupada — sollozos eran el sonido de fondo entre cada palabra que Romina pronunciaba— en cuanto escuches este audio, por favor, por favor comunícate, te necesito más que nunca”Romina colgó y se fue directamente a casa de su padre, esperaba poder quedarse ahí solo un tiempo para pensar cómo hacer comprender a Gabriel que todo había sido un malentendido.A
Un instante después de asegurarse que Romina no tendría nada lo que aferrarse, y su única opción sería regresar a él arrastrándose pidiendo perdón, Gabriel comenzó a tomar, botella tras botella fue modificando y alejando la poca cordura que le quedaba.No la perdonaría, pensó, pero sí que la dejaría suplicar.Lloraría y pediría una y otra vez por su perdón, para mantener todo lo que él le había dado, para que su familia no la odiara más y pudieran mantenerse a flote con su pequeña empresa, para que la volviera a querer siquiera un poco, de vez en cuando y saciara su necesidad.El sentimiento de complacencia lo invadió así tenía que suceder, sólo era cuestión de tiempo y estaba seguro que no sería tanto, ya le había cerrado todas las puertas familia, dinero y transporte, poco a poco el sol se fue ocultando en el horizonte y así como la luz disminuía el enojo y orgullo herido de él aumentaba. - ¿Por qué no vuelves? — Gritó lleno de desesperación — No puedes hacer esto bien, tienes qu
Romina camina por horas, perdiendo la noción del tiempo, recordando cómo su vida había pasado de ser feliz, en su matrimonio con el hombre que amaba y desear ser madre para completar su bella familia, una sin el maltrato de su madrastra y su hermano, a estar sola sin nadie más a quien recurrir.De un instante a otro siente cómo se moja.— Demonios. - Romina sale corriendo a refugiarse en el primer restaurante que mira abierto, ya había oscurecido y no se había dado cuenta.Al entrar se sienta para disfrutar del cambio tan notorio del frio del agua a lo templado del lugar, aunque tiene hambre trata de evitar que el olor a comida la invada, cosa inútil ya que su estómago le avisa que no ha comido en todo el día y necesita algo.En el asiento revisa su bolso, junta monedas, todas las que encuentra hasta que completa para un café, da gracias internamente.Una mesera muy amable la atiende y le trae su pedido además de una pequeña toalla para que se seque.- Muchas gracias Evelyn— le dic
Ese mismo día pero en la noche Romina estaba esperando a su gran amiga Aranza, le había pedido que se vieran en el restaurante en el que conoció a Evelyn, estaba tan agradecida con ella, jamás podría pagarle que la ayudara incluso sin conocerla. El día les había transcurrido rápidamente, más que nada Romina se había desahogado, platicándole en más de una forma la historia enrevesada que recordaba, mínimo la parte que sí recordaba. Evelyn le había dicho que todo estaba muy raro y que no era normal, Romina estaba de acuerdo con ella, pero ya que Aranza llegara, estaba segura que la ayudaría podrían dar con la respuesta a todo este embrollo, o eso creía ella. - ¡Romina!— Aranza iba entrando al restaurante, elegante e impoluta como siempre. Romina corrió a abrazarla sentía que habían pasado años desde la última vez que la había visto, cuando en realidad era menos de una semana. La vida podía cambiar en un instante bien lo había comprobado ella. - Amiga, gracias por estar aquí. — le
Romina ya tenía más de una semana sintiéndose rara, aunque se había hecho sorda cuando Evelyn le pedía que fuera al doctor a revisarse después de tener ese incidente en el trabajo, ya no podía posponerlo. - Sólo quería esperar a que me pagaran Eve. - Pues me lo hubieras dicho— Evelyn estaba molesta, podría tener algo grave y todo se lo estaba dejando al tiempo. — Tengo dinero ahorrado, la salud es algo importante Mina. En las dos semanas que llevaban se habían hecho muy unidas así que los nombres de ambas se habían vuelto diminutivos. Yo te acompaño, no quiero que salgas después con que se te atravesó algo y no llegaste. La consulta llegó y Romina entró sola con al doctora, nunca le habían gustado los hospitales y los evitaba todo lo posible, pero ahora ya no podría evitarlos, ahora los necesitaba, salió con un sobre en las manos, estaba asombrada con la nueva noticia, con su nueva realidad y una cara sin expresión, y un pensamiento ¿ Qué debía hacer ahora? Evelyn se levantó al v
Aranza estaba emocionada, todo el esfuerzo que había hecho por fin estaba siendo recompensado y ella se encargaría que así fuera, estaba en las oficinas de la constructora Osuna, la más importante del país, y pensar que próximamente ella sería la dueña de todo esto. El corazón se le había acelerado un segundo, por fin tendría lo que se merecía. - ¿Señorita Cervantes? — le llamaba la recepcionista de Gabriel. - Sí, dígame— Aranza se levantó del sillón. - El señor Osuna ya puede verla, adelante. Aranza estaba emocionada, pero todo eso debía desaparecer para darle paso a su siguiente cara. - Gabriel— la voz tímida e insegura que siempre utilizaba para conseguir lo que quería entraba en juego. - ¿Aranza? — Gabriel estaba sorprendido, al escuchar el apellido nunca lo relaciono con ella— ¿Qué haces aquí? - ¿Puedo pasar? — Aranza debía mantener un perfil bajo, hacerle pensar que era el quien mandaba. - Claro adelante siéntate — Gabriel se levantó en dirección al bar que tenía en la o
Aranza había manejado casi una hora, ¿dónde diablos vivía Romina? En ese punto le daba miedo hasta bajarse del auto, seguramente se lo iban a desmantelar en lo que estaba con su amiga. Pero bueno, pensó también, valdrá la pena verla llorar o algo por el estilo, un auto era lo de menos ahora que tenía dentro de su vientre al primogénito de Gabriel Osuna. Se sentía pletórica ante todo lo que sabía que llegaría a su vida, sin dudarlo más Aranza bajó del auto directo a la puerta que le indicaba la dirección, que tortura tres pisos de escaleras. ¿No podía vivir en la punta de un cerro? Pues esto era bastante cercano. Por fin había llegado. — Amiga pasa, que bueno verte— Romina la recibió con un abrazo y un beso para hacerla pasar. — ¿Aquí vives? — El lugar era del tamaño de una caja de zapatos, perfecto para una ratita como Romina, la barra de su energía iba aumentando, ver todo eso la motivaba a seguir. — Sí vivo con Eve. — O que bien, es un lindo… lugar. — Dijo Aranza al mismo