Después de pensarlo durante unos minutos Romina le llama a Aranza su amiga y confidente, un tono, dos, tres, sin respuesta.
Comenzaba a desesperarse pero por mientras que esperaba para volverla a llamar, decidió salir en la camioneta del jardín frontal de los Osuna, suficiente había tenido con que su propio esposo la hubiera corrido frente a Mary, como para permitir que la corriera con la seguridad del lugar.
En una calle a unas cuadras de la mansión, volvió a llamar en varias ocasiones a Aranza, pero seguía sin responder, antes de darse por vencida después de la décima llamada mejor le dejó un correo de voz.
“Amiga imagino que estás ocupada — sollozos eran el sonido de fondo entre cada palabra que Romina pronunciaba— en cuanto escuches este audio, por favor, por favor comunícate, te necesito más que nunca”
Romina colgó y se fue directamente a casa de su padre, esperaba poder quedarse ahí solo un tiempo para pensar cómo hacer comprender a Gabriel que todo había sido un malentendido.
Al llegar a la casa de su padre y entrar, fue recibida por Rebeca.
- Dios mío que horrible estás, ¿Qué te pasó?
Preguntó al mismo tiempo que se acercaba a ella.
- Rebeca, sólo necesito saber si está mi papá, necesito hablar con él.
- Niña parece que te acaban de aventar de un barranco, porque luces tan deplorable. — Rebeca la ignoraba intencionalmente, siempre le había molestado la autoridad que esa mocosa creía tener sobre su esposo.
- Rebeca…
Romina no terminó la frase cuando el sonido de un vaso de cristal estrellándose contra la pared se escuchó al fondo del pasillo, donde estaba la oficina de su padre.
Sin preguntar nada Romina corrió en dirección del sonido, debía estar bastante mal, ya que su padre jamás había sido de lanzar cosas a nada ni nadie, pero al entrar lo que se encontró fue totalmente distinto a lo que esperaba.
En el fondo de la oficina estaba su hermano con el teléfono en una mano y con la otra había golpeado la pared, respiraba pesadamente como si acabara de correr un maratón, cosa imposible ya que la condición de Axel era todo menos buena.
- ¡Hijo!— se escuchó el grito de Rebeca quien iba llegando detrás de ella.
Para acercarse a su hijo empujo a Romina a un lado, pero gracias a los reflejos de ésta alcanzó a agarrarse de la puerta antes de caer.
- ¿Qué tienes hijo de mi alma?— Rebeca sonaba sinceramente preocupada y alterada también por el estado en que se encontraba su hijo.
- ¡Maldita mujer!— fue todo lo que dijo Axel antes de darse media vuelta y encontrarse con el motivo de tal desesperación.
- ¿Quién?— Rebeca aún estaba confundida.
- ¡Una cosa Romina! — gritó furioso Axel— Sólo una cosa te tocaba hacer por la familia, pero eres tan estúpida que no pudiste ni con eso.
Romina se puso blanca, pero a pesar del terror que le provocaban los ojos endemoniados de su hermano se envaró cual alta era su metro cincuenta y cinco de alta.
- No hice nada. — declaró firme.
- No, no hiciste nada y ese es el problema, ¿sabes con quién estaba hablando hace un momento? — no esperó respuesta porque continuó— por lo visto con tu futuro ex esposo.
Una exclamación de sorpresa y comprensión se escuchó en la dirección de Rebeca, quien al escuchar lo último se había llevado las manos a la boca de la impresión.
- M*****a inútil, todo lo tenías, absolutamente todo, pero aun así lo echaste a perder, ¿cómo te atreviste a engañar con alguien más a Gabriel? Pedazo de basura.
No era extraño que se refiriera a ella de esa manera, desde que tenía uso de razón ella había recibido toda clase de calificativos que conforme su hermano menor iba creciendo se hacían más humillantes, pero igual de faltos de creatividad, tan básicos como él.
- Sabes lo que acabas de provocar, Gabriel me acaba de cancelar todos los pedidos de suministros para las próximas tres construcciones que la constructora Osuna tiene programadas y confirmadas iniciar el próximo mes, nosotros ya compramos el material, ya lo tenemos en bodegas incluso, ¿Qué vas a hacer con todo lo que vamos a perder?
Romina no había pensado que Gabriel se moviera tan de prisa, incluso solo quería dejarlo que se calmara y al día siguiente volverlo a intentar, volver a intentar hacerse escuchar, por lo visto no le daría ni esa oportunidad.
- Yo lo arreglaré. — no sabía cómo pero tenía la esperanza de recuperar su matrimonio.
- Claro que lo arreglarás. — Ordenó Rebeca— no podemos darnos el lujo de perder la constructora como cliente.
Rebeca no sabía nada de negocios, menos de la Empresa de materiales de su esposo, pero era consiente que el ochenta por ciento si no más de las utilidades se las daban Construcciones Osuna.
Sin ellos toda la familia se quedaría en serios aprietos económicos, Rebeca no podía tolerar la frustración de ver peligrar su estilo de vida, así que sin detenerse un poco se fue sobre Romina para estamparle una cachetada desde lo más profundo de su ser.
Romina no se esperaba el golpe así que esta vez sí se dio de lleno con la cabeza en la puerta, y le dio con el filo, así que se abrió una pequeña herida y dejó de ver bien, estaba mareada.
Pero nada de eso consiguió detener que escuchara como Rebeca le gritaba.
- No sabes ni con quien acostarte m*****a, por tu culpa vamos a perder todo.
Romina mareada como estaba y deteniéndose con una mano la herida en la cabeza que comenzaba a sangrar, no pudo defenderse y Axel la sacó a tirones de la casa con total facilidad, para cerrarle la puerta en la cara.
A como pudo Romina se subió en su camioneta, pero al intentar encenderla, no pudo, lo intentó varias veces hasta que apareció un candado en el tablero, estaba bloqueada.
Se recostó en el respaldo entendiendo lo que estaba sucediendo Gabriel la había reportado robada y así se había bloqueado, recordó sus palabras “Así como viniste así te vas, con una mano delante y otra detrás”
Dejó la llave electrónica en la camioneta de nada le serviría ya, y comenzó a caminar a la salida para ver en dónde podría atenderse la herida de la cabeza.
Treinta minutos después, se encontró con una farmacia, entró a pedir unas gasas, alcohol y una cinta, necesitaba poner algo en la herida ya que no dejaba de sangrar.
- Muchacha aquí tienes.
La encargada le entrego las cosas y la cuenta, Romina le dio su tarjeta, luego de dos intentos y no pasar la encargada de la farmacia se la regresó.
- Muchacha la tarjeta no pasa, un intento más y te la bloquean. — Romina suspiró resignada, así que también había bloqueado las tarjetas.
Sin darle importancia comenzó a buscar efectivo en su bolso, pero no completaba el monto.
—Sabes qué le dijo la encargada no te preocupes— La veía cansada y muy desgastada.
No lo pensó dos veces y la tomó de la mano para sentarla en una silla cercana y curarla ella misma.
- Pero no tengo para pagar. — Romina no quería meter en aprietos a la amable mujer.
- No te preocupes todas necesitamos ayuda de vez en cuando.
La curó sin pedirle nada y le deseó suerte, al despedirse le dijo.
- Muchacha, aquí estoy y todos los días si necesitas algo puedes venir.
Romina llena de gratitud y vergüenza asintió saliendo de ahí un poco menos dolorida de la frente y del corazón.
Un instante después de asegurarse que Romina no tendría nada lo que aferrarse, y su única opción sería regresar a él arrastrándose pidiendo perdón, Gabriel comenzó a tomar, botella tras botella fue modificando y alejando la poca cordura que le quedaba.No la perdonaría, pensó, pero sí que la dejaría suplicar.Lloraría y pediría una y otra vez por su perdón, para mantener todo lo que él le había dado, para que su familia no la odiara más y pudieran mantenerse a flote con su pequeña empresa, para que la volviera a querer siquiera un poco, de vez en cuando y saciara su necesidad.El sentimiento de complacencia lo invadió así tenía que suceder, sólo era cuestión de tiempo y estaba seguro que no sería tanto, ya le había cerrado todas las puertas familia, dinero y transporte, poco a poco el sol se fue ocultando en el horizonte y así como la luz disminuía el enojo y orgullo herido de él aumentaba. - ¿Por qué no vuelves? — Gritó lleno de desesperación — No puedes hacer esto bien, tienes qu
Romina camina por horas, perdiendo la noción del tiempo, recordando cómo su vida había pasado de ser feliz, en su matrimonio con el hombre que amaba y desear ser madre para completar su bella familia, una sin el maltrato de su madrastra y su hermano, a estar sola sin nadie más a quien recurrir.De un instante a otro siente cómo se moja.— Demonios. - Romina sale corriendo a refugiarse en el primer restaurante que mira abierto, ya había oscurecido y no se había dado cuenta.Al entrar se sienta para disfrutar del cambio tan notorio del frio del agua a lo templado del lugar, aunque tiene hambre trata de evitar que el olor a comida la invada, cosa inútil ya que su estómago le avisa que no ha comido en todo el día y necesita algo.En el asiento revisa su bolso, junta monedas, todas las que encuentra hasta que completa para un café, da gracias internamente.Una mesera muy amable la atiende y le trae su pedido además de una pequeña toalla para que se seque.- Muchas gracias Evelyn— le dic
Ese mismo día pero en la noche Romina estaba esperando a su gran amiga Aranza, le había pedido que se vieran en el restaurante en el que conoció a Evelyn, estaba tan agradecida con ella, jamás podría pagarle que la ayudara incluso sin conocerla. El día les había transcurrido rápidamente, más que nada Romina se había desahogado, platicándole en más de una forma la historia enrevesada que recordaba, mínimo la parte que sí recordaba. Evelyn le había dicho que todo estaba muy raro y que no era normal, Romina estaba de acuerdo con ella, pero ya que Aranza llegara, estaba segura que la ayudaría podrían dar con la respuesta a todo este embrollo, o eso creía ella. - ¡Romina!— Aranza iba entrando al restaurante, elegante e impoluta como siempre. Romina corrió a abrazarla sentía que habían pasado años desde la última vez que la había visto, cuando en realidad era menos de una semana. La vida podía cambiar en un instante bien lo había comprobado ella. - Amiga, gracias por estar aquí. — le
Romina ya tenía más de una semana sintiéndose rara, aunque se había hecho sorda cuando Evelyn le pedía que fuera al doctor a revisarse después de tener ese incidente en el trabajo, ya no podía posponerlo. - Sólo quería esperar a que me pagaran Eve. - Pues me lo hubieras dicho— Evelyn estaba molesta, podría tener algo grave y todo se lo estaba dejando al tiempo. — Tengo dinero ahorrado, la salud es algo importante Mina. En las dos semanas que llevaban se habían hecho muy unidas así que los nombres de ambas se habían vuelto diminutivos. Yo te acompaño, no quiero que salgas después con que se te atravesó algo y no llegaste. La consulta llegó y Romina entró sola con al doctora, nunca le habían gustado los hospitales y los evitaba todo lo posible, pero ahora ya no podría evitarlos, ahora los necesitaba, salió con un sobre en las manos, estaba asombrada con la nueva noticia, con su nueva realidad y una cara sin expresión, y un pensamiento ¿ Qué debía hacer ahora? Evelyn se levantó al v
Aranza estaba emocionada, todo el esfuerzo que había hecho por fin estaba siendo recompensado y ella se encargaría que así fuera, estaba en las oficinas de la constructora Osuna, la más importante del país, y pensar que próximamente ella sería la dueña de todo esto. El corazón se le había acelerado un segundo, por fin tendría lo que se merecía. - ¿Señorita Cervantes? — le llamaba la recepcionista de Gabriel. - Sí, dígame— Aranza se levantó del sillón. - El señor Osuna ya puede verla, adelante. Aranza estaba emocionada, pero todo eso debía desaparecer para darle paso a su siguiente cara. - Gabriel— la voz tímida e insegura que siempre utilizaba para conseguir lo que quería entraba en juego. - ¿Aranza? — Gabriel estaba sorprendido, al escuchar el apellido nunca lo relaciono con ella— ¿Qué haces aquí? - ¿Puedo pasar? — Aranza debía mantener un perfil bajo, hacerle pensar que era el quien mandaba. - Claro adelante siéntate — Gabriel se levantó en dirección al bar que tenía en la o
Aranza había manejado casi una hora, ¿dónde diablos vivía Romina? En ese punto le daba miedo hasta bajarse del auto, seguramente se lo iban a desmantelar en lo que estaba con su amiga. Pero bueno, pensó también, valdrá la pena verla llorar o algo por el estilo, un auto era lo de menos ahora que tenía dentro de su vientre al primogénito de Gabriel Osuna. Se sentía pletórica ante todo lo que sabía que llegaría a su vida, sin dudarlo más Aranza bajó del auto directo a la puerta que le indicaba la dirección, que tortura tres pisos de escaleras. ¿No podía vivir en la punta de un cerro? Pues esto era bastante cercano. Por fin había llegado. — Amiga pasa, que bueno verte— Romina la recibió con un abrazo y un beso para hacerla pasar. — ¿Aquí vives? — El lugar era del tamaño de una caja de zapatos, perfecto para una ratita como Romina, la barra de su energía iba aumentando, ver todo eso la motivaba a seguir. — Sí vivo con Eve. — O que bien, es un lindo… lugar. — Dijo Aranza al mismo
Romina estaba impresionada por los agiles movimientos del hombre que la estaba protegiendo, era rápido para interceptar cada uno de los ataques del ladrón, entre las sombras ella alcanzaba a vislumbrar sus fuertes brazos y los movimientos estratégicos para no ser lastimado.Ella estaba en completo silencio, preguntándose, ¿Cómo podría agradecer ese gesto de parte de un desconocido?El hombre terminó dando un golpe en el abdomen del agresor haciendo que se doblara del dolor soltando el bolso de Romina.La mole de músculos se agachó para recogerlo y dárselo a la dueña, al enfocar la vista más detenidamente, ella se quedó encantada con un par de ojos color aguamarina, profundos y brillantes, un rostro completamente atractivo, que la hizo soltar el aire que no sabía que estaba reteniendo.— ¿Estás bien? — Dijo el hombre, quien al estar tan cerca Romina, ella pudo reconocer como su apuesto cliente frecuente el restaurante.— Si, muchas gracias — fue todo lo que pudo expresar Romina, ya qu
Ya había arreglado la cama y se había puesto una pijama sensual, estaba en su habitación así que podría volverlo loco de deseo unos días hasta que fuera prudente comenzar de nuevo su vida sexual.Aranza sonrió ante la idea, y al ver a la bebé que por fin se había dormido, agradeció en silencio a la señora que había contratado para cuidarla, una cosa era ser su madre y otra muy distinta desgastarse en mantenerla viva.Aranza no sabía que escuchar a un bebé llorar iba a ser tan irritante, pero ¿es que esas cosas pequeñas no se cansaban nunca? esperaba que al cambiarse a vivir con Gabriel pudiera dormir en el otro extremo de la casa y descansar de tanto llanto y quejido.De repente se escucharon golpes en la puerta, era él. Se acomodó, quería que la viera vulnerable, así podría despertarle el instinto de protección. — Adelante— Aranza estaba desarreglada y sin maquillar, quería lucir como toda una madre primeriza abnegada y sobre todo dedicada a su familia.— ¿Aranza? — Gabriel se que