Aranza había manejado casi una hora, ¿dónde diablos vivía Romina? En ese punto le daba miedo hasta bajarse del auto, seguramente se lo iban a desmantelar en lo que estaba con su amiga.
Pero bueno, pensó también, valdrá la pena verla llorar o algo por el estilo, un auto era lo de menos ahora que tenía dentro de su vientre al primogénito de Gabriel Osuna.
Se sentía pletórica ante todo lo que sabía que llegaría a su vida, sin dudarlo más Aranza bajó del auto directo a la puerta que le indicaba la dirección, que tortura tres pisos de escaleras.
¿No podía vivir en la punta de un cerro? Pues esto era bastante cercano. Por fin había llegado.
— Amiga pasa, que bueno verte— Romina la recibió con un abrazo y un beso para hacerla pasar.
— ¿Aquí vives? — El lugar era del tamaño de una caja de zapatos, perfecto para una ratita como Romina, la barra de su energía iba aumentando, ver todo eso la motivaba a seguir.
— Sí vivo con Eve.
— O que bien, es un lindo… lugar. — Dijo Aranza al mismo tiempo que pensaba esto es al dos por uno.
— Sí está muy bonito. — Romina estaba tan acostumbrada a esa clase de comentarios de parte de Aranza que ni las palabras o el tono de voz la sorprendían, para ella, Aranza solo era así.
— Gracias, siéntate ya te llevo un jugo.
— Bueno, y ¿qué me cuentas de nuevo? Lamento no poder ayudarte aún, pero las tarjetas y las deudas me están comiendo.
Romina ya había llegado a su lado y había puesto dos vasos de jugo en la pequeña mesa, la tomó de la mano para que viera que todo estaba bien.
— Amiga no te preocupes, todo está bien, estoy maravillosamente de hecho.
— En verdad, ¿por qué cuéntame?
— Primero tú, dime que novedades tienes.
— Nada solo que mi vida se ha vuelto una rutina, trabajo y casa, aburrido.
— Tus papás ¿ya están mejor?
— Van mejorando poco a poco.
Aranza le había pedido una gran cantidad de dinero a Romina meses atrás con la excusa que sus padres estaban muy enfermos y el tratamiento tenía que ser inmediato.
Pero Mina se había quedado con el pendiente. Después de todo, la vida cambiaba de un segundo a otro.
— Me alegro mucho.
— Pero dime ¿cuáles son tus novedades?— no puede ser tan feliz en la miseria seguía pensando Aranza.
Romina cambió su rostro y se llenó de ilusión, por fin podría decirle a su gran amiga su secreto.
— Amiga, estoy embarazada, ¡por fin! ¿No es increíble?
— Felici…— Aranza se quedó a medias la rabia le atoró el resto de la palabra en la garganta.
Para aparentar tomó el vaso de jugo y comenzó a beber. Su mente comenzó a correr mil por hora, si Gabriel se enteraba del embarazo de Romina la dejaría de lado y regresaría con ella, eso no podía pasar, no podía arrebatarle lo que tanto esfuerzo le había costado conseguir y ya era suyo, Aranza creía ganado ese derecho que sentía que Gabriel fuera suyo.
— Gabriel ¿Lo sabe?
Romina negó, dejando que sus miedos salieran a flote en su expresión facial.
— Se lo iba a decir pero…
— ¡No! — Gritó Aranza más alto de lo normal interrumpiéndola a media frase— No — repitió un poco más tranquila— ¿Por qué se lo dirías? Él te sacó de su vida y no quiso escucharte, no se lo merece.
Aranza decía todo lo que se le venía a la mente, sólo quería alejarla de Gabriel.
— Lo sé, pero a pesar de todo quise darle una oportunidad, y fui a verlo.
Aranza recordó lo que Gabriel había dicho anteriormente, que le había restregado a Romina lo que se merecía, entonces no había ido bien, bueno no para Romina.
— ¿Qué pasó? — Deseaba escucharlo de ella.
— Pues lo que debía pasar supongo— Romina se encogió de hombros— sólo me ofendió y me dijo cosas horribles.
— Pues no se lo digas, Romina, no se lo merece.— Declaró Aranza.
— Lo sé y eso es lo que haré, mantendré a mi bebé conmigo, sin decirle a nadie, gracias por entenderme, sabía que podía contar contigo.
Romina le da un abrazo que la reconforta, ella era su única relación con su vida pasada.
— Siempre, amiga siempre, pero dime, ¿dónde te vas a atender?
— En un hospital de seguridad pública, mi ginecóloga me dijo que todo estaba muy bien, que sólo tomara unos multivitamínicos.
— Qué bueno, y que alivio, oye y ¿cómo se llama tu doctora?
— Es la ginecóloga Elisa Contreras, es una mujer ya grande, con mucha experiencia.
— Qué bueno para que no anden haciendo experimentos contigo.
Aranza se acerca y le dice.
— Lamento que lo hayas perdido todo amiga, de verdad.
— No te preocupes amiga.
Romina no veía la verdadera intensión de Aranza, pero ¿cómo iba a desconfiar a fin de cuentas era su amiga?
— Sinceramente no sé cómo estás en una pieza después de todo lo que te ha pasado y en tan poco tiempo, espero no me mientas diciéndome que estas bien. — esa era una pequeña entrada para que confesara lo devastada que debería estar en ese momento. — sabes que estoy aquí para ti.
Aranza tenía la esperanza que con un poco de motivación la coraza que se había armado Romina a su alrededor se reventaría y saldría a flote la mujer rota, la mujer deshecha, la mujer que quería ver.
— No miento— Romina era sincera con ella— Aunque perdí mucho, sé que gané mucho más, mírame Aranza, ¿cuándo me habías visto tan radiante? Me emociona despertar e incluso ir a trabajar, tengo una motivación para seguir adelante y eso amiga, es todo lo que necesito para ser feliz.
Aranza sonreía estáticamente al mismo tiempo que se repetía mentalmente “m*****a, m*****a, m*****a ni arrebatándole todo deja sus estupideces de lado”
El teléfono de Romina sonó, era la alarma avisándole que ya tenía que irse a trabajar.
— Amiga, lamento mucho que sea tan poco tiempo, pero no quiero llegar tarde. — se levantó para tomar su bolso y llaves se había arreglado con anterioridad.
— No te preocupes entiendo, ¿quieres que te lleve?
— No gracias me sirve caminar, es bueno para oxigenarse.
Bajaron los tres niveles de escaleras y después Romina se despidió de su amiga, dejándola furiosa y frustrada ¿Qué más tenía que hacer Aranza para romperla?
***
En el restaurante después de terminar su turno, Romina lo único que deseaba era llegar a casa y dormir, poder dejarse llevar por Morfeo sería un deleite.
— Eve ya terminé de limpiar ¿te falta mucho?— Evelyn y Romina siempre se iban solas, a las dos de la madrugada la calle estaba un poco oscura.
— ¡Aun me falta Mina!— le gritó Evelyn desde la cocina— una media hora más yo creo.
Para Romina eso era demasiado tiempo, con lo cansada que estaba y el sueño que traía quedaría dormida en medio del piso en menos de cinco minutos.
— Me iré sola, ya no aguanto.
Sin esperar respuesta de parte de Eve, Romina salió caminado, iba tranquila hasta que en una curva alguien le cerró el camino amenazándola.
— Dame todo lo que traigas. — le gritó el desconocido.
Romina tiro su bolso, pero entre las sombras el ladrón alcanzó a ver el brillo del collar de Romina.
— El collar también, bonita. Rápido— Ordenó.
Romina se llevó las manos al collar, ese no se lo daría, no el recuerdo de su mamá. El ladrón se acercó de manera amenazante, pero antes de llegar a dañarla, un cuerpo grande y fuerte intervino entre ellos dos, protegiéndola.
¿Quién era ese hombre que estaba luchando por protegerla?
¿ Quién creen que sea este misterioso hombre?
Romina estaba impresionada por los agiles movimientos del hombre que la estaba protegiendo, era rápido para interceptar cada uno de los ataques del ladrón, entre las sombras ella alcanzaba a vislumbrar sus fuertes brazos y los movimientos estratégicos para no ser lastimado.Ella estaba en completo silencio, preguntándose, ¿Cómo podría agradecer ese gesto de parte de un desconocido?El hombre terminó dando un golpe en el abdomen del agresor haciendo que se doblara del dolor soltando el bolso de Romina.La mole de músculos se agachó para recogerlo y dárselo a la dueña, al enfocar la vista más detenidamente, ella se quedó encantada con un par de ojos color aguamarina, profundos y brillantes, un rostro completamente atractivo, que la hizo soltar el aire que no sabía que estaba reteniendo.— ¿Estás bien? — Dijo el hombre, quien al estar tan cerca Romina, ella pudo reconocer como su apuesto cliente frecuente el restaurante.— Si, muchas gracias — fue todo lo que pudo expresar Romina, ya qu
Ya había arreglado la cama y se había puesto una pijama sensual, estaba en su habitación así que podría volverlo loco de deseo unos días hasta que fuera prudente comenzar de nuevo su vida sexual.Aranza sonrió ante la idea, y al ver a la bebé que por fin se había dormido, agradeció en silencio a la señora que había contratado para cuidarla, una cosa era ser su madre y otra muy distinta desgastarse en mantenerla viva.Aranza no sabía que escuchar a un bebé llorar iba a ser tan irritante, pero ¿es que esas cosas pequeñas no se cansaban nunca? esperaba que al cambiarse a vivir con Gabriel pudiera dormir en el otro extremo de la casa y descansar de tanto llanto y quejido.De repente se escucharon golpes en la puerta, era él. Se acomodó, quería que la viera vulnerable, así podría despertarle el instinto de protección. — Adelante— Aranza estaba desarreglada y sin maquillar, quería lucir como toda una madre primeriza abnegada y sobre todo dedicada a su familia.— ¿Aranza? — Gabriel se que
Con el cuerpo sin fuerza pero con el alma desgarrada y con todas las ganas de tener justicia, Romina se encaminó con la ayuda de Evelyn a la comandancia del área, necesitaba demandar las irregularidades del hospital, su hija debía estar con ella y haría lo necesario para que así fuera.No sabía si ella era la primera o cuántas mujeres más tenían el mismo dolor que ella sentía, Dios tal vez eran años de tantas irregularidades, y estaban indemnes, ¿Qué hacían con los bebes si estaban vivos?¿Podrían tener la frialdad de venderlos? Si estaban muertos ¿para qué los querían?Horas después de haber llegado, sin que nadie se las escuchara cuando pedían que las atendieran, un oficial de policía se acerca a ellas.—Diga que necesita. — el aspecto del policía era brusco, y su rostro decía más que su boca, estaba harto de estar ahí y no pensaba ocultarlo.— Vengo a poner una demanda— Romina estaba débil pero firme en su decisión, necesitaba como mínimo despedirse de su amada hija, de su pequeña
Emir había ido varios días a la cafetería dónde trabajaba Romina, pero ella ya no había regresado, tenía entendido según su investigador que ella ya había tenido a su bebé pero deseaba verla.Él no había sido consiente del apego que había desarrollado con el pasar de los meses, se sentía en paz sólo con el hecho de saber que podría verla una hora en silencio, en su ambiente, siendo sólo un espectador.Su tranquilidad emocional se conformaba con eso, verla feliz le dejaba soñar con un universo alterno en el que si su esposa no lo hubiera conocido, podría haber sido feliz como ella.Llena de vida y plena,—Pero no.Su mente lo contradijo regresándolo a la realidad, su esposa Alegra había muerto junto a su pequeña hija y eso era culpa sólo de él.Su corazón recibió el golpe de realidad como siempre, tratando de sobreponerse a una losa pesada que lo aplastaba con la intención de deshacerlo en mil pedazos.— Señor Palacios. — su asistente y mano derecha había llegado.— Dime. — Por fin
Gabriel está en la habitación de Aranza, pero más que nada, observa a la pequeña criatura que duerme plácidamente en su cuna decorada con pequeños animalitos.— Gabriel— lo llama Aranza— ¿ya decidiste el nombre que le pondremos a nuestra hija?Aranza sabía que al ponerle el nombre a una criatura tan pequeña inmediatamente se crea una conexión inconsciente, y eso era lo que ella quería provocar en él.Que se enamorara de la niña de tal manera que ya no supiera que hacer si no la tenía, y con ella venia incluida su madre, siempre era así.— Aún no lo decido. — Gabriel sentía que las manos le quemaban de ansiedad por cargarla, porque muy en el fondo sabía que ella era parte de él, pero debía mantenerse cuerdo, tranquilo y calculador.Después de ver el resultado, el sabría qué hacer. Tenía cientos de ideas para poder convivir y ayudar en el buen crecimiento de esa pequeña, muchas historias que contar y sobre todo muchos abrazos para darle, pero necesitaba tener la certeza que sí era
La tensión estaba tan densa que podría ser cortada con una mano, cada uno de los presentes estaba defendiendo su punto antes esta situación.— Repítelo—Dijo Roberto escrupulosamente— ¿Quién eres?Aranza no podía pasar desapercibida la mirada de odio que recibía de Roberto pero tenía que mantener su papel, indistintamente en algún momento todo lo que era de ese señor, seria de su hija y ahí ella sería una mujer libre, todo era cuestión de tener paciencia y una estrategia.— Me…. Llamo— Hizo un alto para mantener la imagen de sumisión ante ese hombre— Aranza Cervantes, y soy la mamá de su nieta— quería mantener presente que relación tenían.— Y quiero saber, señora— Roberto no podía evitar que la palabra se le atorara en la garganta— ¿cómo quedó embarazada de mi hijo?- El idiota pensó.— Fue… algo que solo pasó-.ella quitó su mirada para dirigirla al piso.— Papá es muy grosero que preguntes esas cosas, ya basta de estar avergonzándola— ¿Basta? Tú a mí no me dices basta, mocoso inút
Aranza estaba viendo su vestido, aunque no era lo que realmente hubiera deseado para un momento como ese, tenía claro que para cumplir con su meta tendría que hacer alguna clase de concesiones y ésta sería una de ellas.Después de pensar tanto en muchas formas de salir adelante, quien le iba a decir que el momento para hacerlo sería uno que no había estado buscando, bueno pues así sucedió, bueno no exactamente pero bueno, se dijo lo importante aquí era el vestido ¿Verdad?El vestido que estaba vistiendo ella en ese momento era largo hasta el piso con escote en V en la parte del pecho, tirantes delgados, el estilo era pegado al cuerpo hasta la cintura para que a partir de ahí se hiciera más amplio tipo corte A.Era un estilo clásico, sencillo y romántico. Perfecto para la ocasión.Aranza sabía que se veía guapa, nadie lo podría negar, su cabello estaba recogido en un moño bajo con unos cuantos mechones sueltos alrededor de su rostro.La imagen que le regresaba el espejo le gustaba, un
— Ahora señor Gabriel Osuna puede firmar en ambas hojas pero del lado izquierdo por favor.Gabriel tomó la pluma estaba nervioso, la duda de lo que estaba a punto de hacer lo estaba siguiendo desde el momento en que miró todo como algo real, algo que estaba sucediendo.La mujer que tenía a un lado no era lo que él había esperado como esposa, que broma era esta, que de dos matrimonios a ninguna de las dos esposas la había elegido él, todo era una vorágine de situaciones en las que él escogía a que menos lo afectara. ¡Ja! No me vengas a hacerte la victima ahora, su conciencia se burlaba de él, porque a pesar de no amar a ninguna de las dos mujeres, si notaba la diferencia entre ambas.Aranza no lo había visto más de un segundo antes de entretenerse en el montón de estupideces que había comprado su asistente para que fuera un “ambiente adecuado” para la ocasión.Pero Romina en cambio, el día de la boda se había comportado como si nada de lo que estuviera a su alrededor importara en ni