Capítulo 12. La bebé.

Ya había arreglado la cama y se había puesto una pijama sensual, estaba en su habitación así que podría volverlo loco de deseo unos días hasta que fuera prudente comenzar de nuevo su vida sexual.

Aranza sonrió ante la idea, y al ver a la bebé que por fin se había dormido, agradeció en silencio a la señora que había contratado para cuidarla, una cosa era ser su madre y otra muy distinta desgastarse en mantenerla viva.

Aranza no sabía que escuchar a un bebé llorar iba a ser tan irritante, pero ¿es que esas cosas pequeñas no se cansaban nunca? esperaba que al cambiarse a vivir con Gabriel pudiera dormir en el otro extremo de la casa y descansar de tanto llanto y quejido.

De repente se escucharon golpes en la puerta, era él. Se acomodó, quería que la viera vulnerable, así podría despertarle el instinto de protección.

— Adelante— Aranza estaba desarreglada y sin maquillar, quería lucir como toda una madre primeriza abnegada y sobre todo dedicada a su familia.

— ¿Aranza? — Gabriel se que
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