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Capítulo 8. Por fin seré mamá.

Romina ya tenía más de una semana sintiéndose rara, aunque se había hecho sorda cuando Evelyn le pedía que fuera al doctor a revisarse después de tener ese incidente en el trabajo, ya no podía posponerlo.

- Sólo quería esperar a que me pagaran Eve.

- Pues me lo hubieras dicho— Evelyn estaba molesta, podría tener algo grave y todo se lo estaba dejando al tiempo. — Tengo dinero ahorrado, la salud es algo importante Mina.

En las dos semanas que llevaban se habían hecho muy unidas así que los nombres de ambas se habían vuelto diminutivos.

Yo te acompaño, no quiero que salgas después con que se te atravesó algo y no llegaste.

La consulta llegó y Romina entró sola con al doctora, nunca le habían gustado los hospitales y los evitaba todo lo posible, pero ahora ya no podría evitarlos, ahora los necesitaba, salió con un sobre en las manos, estaba asombrada con la nueva noticia, con su nueva realidad y una cara sin expresión, y un pensamiento ¿ Qué debía hacer ahora?

Evelyn se levantó al verla y comenzó a acercarse.

- Mina, Mina ¿Qué pasa? — Evelyn estaba preocupada, se mantuvo a su lado hasta que Romina habló finalmente.

- Eve, estoy embarazada.

Ambas se quedaron en silencio, hasta que Evelyn no aguantó más, tenía que preguntar.

- Y eso ¿Es una buena noticia? — No quería tener la reacción equivocada.

- Es… ¡Magnifico!— gritó emocionada— Seré mamá, por fin seré mamá. — Romina estaba extasiada con un sinfín de posibilidades que se abrían ante sus ojos.

- Pues entonces ¡que genial! — Eve comenzó a gritar con ella.

Justo después de tranquilizarse el primer instinto de Romina fue llamar a su padre, en este punto seguramente se le habría bajado el enojo y así con la emoción de ser abuelo compensaría todo lo que había pasado todos estos días.

Le llamó, no tenía paciencia para esperar a verlo en persona, así que le llamó y la alegría fue infinita al tener línea al segundo tono.

- ¡Papá! — pero ella fue interrumpida por la voz fastidiada de su padre.

- ¿Qué quieres Romina?, ¿no hiciste suficiente últimamente?— su voz era lejana, seca y fría, carente de emoción.

- No papá escucha…

- No Romina, escucha tú, no quiero volver a verte, después de que tu madre falleciera tuve la esperanza que todo lo que hice por ti, sería recompensado, pero creo que me equivoqué, nunca has hecho algo de servir, ¡Dios! Ni siquiera pudiste mantener un matrimonio que ya estaba hasta arreglado, tenerte cerca me representa solo problemas, perder mi cliente más importante, deudas innecesarias, y perder a un yerno perfecto.

- De eso te quiero hablar…— Romina no se rendía a pesar del dolor que le estaba causando todos esos puñales lanzados por su propio padre.

- No quiero que hables Romina, quiero que escuches, sólo desaparece, piensa que no tienes padre, así como yo tengo semanas pensando que no tengo hija.

Sin dejarla despedirse  o hablar, su padre le cortó la línea, tanto de comunicación como familiar, Romina acababa de descubrir que tendría un hijo pero también acababa de perder a su padre.

Romina soltó el teléfono y calló de rodillas en el piso.

- Mina, Mina, por favor dime ¿qué pasó? ¿Qué tienes? Dime por favor.

- Mi papá acaba de morir. —Fue todo lo que dijo ella, entendiendo que todo lo que le había dicho su padre eso significaba.

- Lo lamento — Eve quería ver que seguía — si quieres te acompaño.

- Murió sólo para mi Eve, sólo para mí.

Pasaron muchos minutos, ya que se sentía estable Romina decidió decirle al otro implicado en ese resultado.

- ¿Segura? — Eve estaba nerviosa— No sé si puedas con otra decepción, menos el mismo día, tal vez ya que te recuperes de esto.

- No puedo esperar Eve, si no se lo digo hoy no lo haré nunca, tendrá su oportunidad de redención. Todos merecemos una segunda oportunidad.

- No estoy tan segura, pero si eso es lo que quieres, te acompaño, no pienso dejarte sola. — su amiga estaría ahí para cualquier cosa que necesitara.

Romina no podía estar más confiada, por fin tendrían lo que llevaban años buscando, con esto él vería que decía la verdad y recuperaría a su amado esposo.

Al llegar a las oficinas de la constructora Osuna se sintió nerviosa por primera vez desde que había tomado la decisión, nunca había estado allí antes, aunque sonara extraño Gabriel no quería combinar la vida personal y la profesional.

Se había mantenido al margen, pero esta noticia era lo más grande que podría tener en su vida, y deseaba compartirlo con él.

Romina se mantuvo en la entrada preguntándose cuál sería la forma correcta de preguntar   por él, no tuvo que decidirlo, Gabriel iba saliendo así que ella lo tomó como una señal que era lo correcto y que podría hacerlo.

- Gabriel, corazón. — Le dijo con calma Romina.

- Te habías tardado— Gabriel se dio media vuelta con una sonrisa prepotente, por fin había regresado a suplicar, pensó.

- ¿Me esperabas? — Romina se emocionó tal vez no estaba todo perdido— Vengo a darte una noticia.

- Esperas que te dé el divorcio para casarte de nuevo con el tipo ese— las palabras le sabían amargas, pero la traición así lo era ¿no? Pensó Gabriel.

- No cariño yo…

- No Romina, no me digas cariño, eres una basura, una traidora y una miserable, no quiero escuchar, el trámite de divorcio ya ha comenzado, sólo faltan unos días, es innecesario que nos veamos de nuevo, no te preocupes, serás libre para revolcarte con quien quieras pero recuerda tal como te dije no te quedarás con nada, tal como llegaste así te vas a ir, sin nada.

Romina sintió miedo, al escuchar la amenaza del final, no le importaba el dinero sabía perfectamente que podía trabajar y ganárselo por ella misma, pero lo que si la preocupaba era que podría quitarle a su bebé, inconscientemente puso sus manos de manera protectora sobre su vientre, eso no se lo iba a permitir.

No iba a gritar o suplicar por algo que se merecía, comprensión, respeto y atención como mujer y como su esposa, no le diría nada de su bebé, no le daría la oportunidad de quitárselo.

Romina simplemente se dio media vuelta y lo dejo con la palabra en la boca.

En ese momento decidió que no habría más oportunidades, no para él.

Alana Aguilar

Gabriel sigue empecinado.

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