Romina ya tenía más de una semana sintiéndose rara, aunque se había hecho sorda cuando Evelyn le pedía que fuera al doctor a revisarse después de tener ese incidente en el trabajo, ya no podía posponerlo.
- Sólo quería esperar a que me pagaran Eve.
- Pues me lo hubieras dicho— Evelyn estaba molesta, podría tener algo grave y todo se lo estaba dejando al tiempo. — Tengo dinero ahorrado, la salud es algo importante Mina.
En las dos semanas que llevaban se habían hecho muy unidas así que los nombres de ambas se habían vuelto diminutivos.
Yo te acompaño, no quiero que salgas después con que se te atravesó algo y no llegaste.
La consulta llegó y Romina entró sola con al doctora, nunca le habían gustado los hospitales y los evitaba todo lo posible, pero ahora ya no podría evitarlos, ahora los necesitaba, salió con un sobre en las manos, estaba asombrada con la nueva noticia, con su nueva realidad y una cara sin expresión, y un pensamiento ¿ Qué debía hacer ahora?
Evelyn se levantó al verla y comenzó a acercarse.
- Mina, Mina ¿Qué pasa? — Evelyn estaba preocupada, se mantuvo a su lado hasta que Romina habló finalmente.
- Eve, estoy embarazada.
Ambas se quedaron en silencio, hasta que Evelyn no aguantó más, tenía que preguntar.
- Y eso ¿Es una buena noticia? — No quería tener la reacción equivocada.
- Es… ¡Magnifico!— gritó emocionada— Seré mamá, por fin seré mamá. — Romina estaba extasiada con un sinfín de posibilidades que se abrían ante sus ojos.
- Pues entonces ¡que genial! — Eve comenzó a gritar con ella.
Justo después de tranquilizarse el primer instinto de Romina fue llamar a su padre, en este punto seguramente se le habría bajado el enojo y así con la emoción de ser abuelo compensaría todo lo que había pasado todos estos días.
Le llamó, no tenía paciencia para esperar a verlo en persona, así que le llamó y la alegría fue infinita al tener línea al segundo tono.
- ¡Papá! — pero ella fue interrumpida por la voz fastidiada de su padre.
- ¿Qué quieres Romina?, ¿no hiciste suficiente últimamente?— su voz era lejana, seca y fría, carente de emoción.
- No papá escucha…
- No Romina, escucha tú, no quiero volver a verte, después de que tu madre falleciera tuve la esperanza que todo lo que hice por ti, sería recompensado, pero creo que me equivoqué, nunca has hecho algo de servir, ¡Dios! Ni siquiera pudiste mantener un matrimonio que ya estaba hasta arreglado, tenerte cerca me representa solo problemas, perder mi cliente más importante, deudas innecesarias, y perder a un yerno perfecto.
- De eso te quiero hablar…— Romina no se rendía a pesar del dolor que le estaba causando todos esos puñales lanzados por su propio padre.
- No quiero que hables Romina, quiero que escuches, sólo desaparece, piensa que no tienes padre, así como yo tengo semanas pensando que no tengo hija.
Sin dejarla despedirse o hablar, su padre le cortó la línea, tanto de comunicación como familiar, Romina acababa de descubrir que tendría un hijo pero también acababa de perder a su padre.
Romina soltó el teléfono y calló de rodillas en el piso.
- Mina, Mina, por favor dime ¿qué pasó? ¿Qué tienes? Dime por favor.
- Mi papá acaba de morir. —Fue todo lo que dijo ella, entendiendo que todo lo que le había dicho su padre eso significaba.
- Lo lamento — Eve quería ver que seguía — si quieres te acompaño.
- Murió sólo para mi Eve, sólo para mí.
Pasaron muchos minutos, ya que se sentía estable Romina decidió decirle al otro implicado en ese resultado.
- ¿Segura? — Eve estaba nerviosa— No sé si puedas con otra decepción, menos el mismo día, tal vez ya que te recuperes de esto.
- No puedo esperar Eve, si no se lo digo hoy no lo haré nunca, tendrá su oportunidad de redención. Todos merecemos una segunda oportunidad.
- No estoy tan segura, pero si eso es lo que quieres, te acompaño, no pienso dejarte sola. — su amiga estaría ahí para cualquier cosa que necesitara.
Romina no podía estar más confiada, por fin tendrían lo que llevaban años buscando, con esto él vería que decía la verdad y recuperaría a su amado esposo.
Al llegar a las oficinas de la constructora Osuna se sintió nerviosa por primera vez desde que había tomado la decisión, nunca había estado allí antes, aunque sonara extraño Gabriel no quería combinar la vida personal y la profesional.
Se había mantenido al margen, pero esta noticia era lo más grande que podría tener en su vida, y deseaba compartirlo con él.
Romina se mantuvo en la entrada preguntándose cuál sería la forma correcta de preguntar por él, no tuvo que decidirlo, Gabriel iba saliendo así que ella lo tomó como una señal que era lo correcto y que podría hacerlo.
- Gabriel, corazón. — Le dijo con calma Romina.
- Te habías tardado— Gabriel se dio media vuelta con una sonrisa prepotente, por fin había regresado a suplicar, pensó.
- ¿Me esperabas? — Romina se emocionó tal vez no estaba todo perdido— Vengo a darte una noticia.
- Esperas que te dé el divorcio para casarte de nuevo con el tipo ese— las palabras le sabían amargas, pero la traición así lo era ¿no? Pensó Gabriel.
- No cariño yo…
- No Romina, no me digas cariño, eres una basura, una traidora y una miserable, no quiero escuchar, el trámite de divorcio ya ha comenzado, sólo faltan unos días, es innecesario que nos veamos de nuevo, no te preocupes, serás libre para revolcarte con quien quieras pero recuerda tal como te dije no te quedarás con nada, tal como llegaste así te vas a ir, sin nada.
Romina sintió miedo, al escuchar la amenaza del final, no le importaba el dinero sabía perfectamente que podía trabajar y ganárselo por ella misma, pero lo que si la preocupaba era que podría quitarle a su bebé, inconscientemente puso sus manos de manera protectora sobre su vientre, eso no se lo iba a permitir.
No iba a gritar o suplicar por algo que se merecía, comprensión, respeto y atención como mujer y como su esposa, no le diría nada de su bebé, no le daría la oportunidad de quitárselo.
Romina simplemente se dio media vuelta y lo dejo con la palabra en la boca.
En ese momento decidió que no habría más oportunidades, no para él.
Gabriel sigue empecinado.
Aranza estaba emocionada, todo el esfuerzo que había hecho por fin estaba siendo recompensado y ella se encargaría que así fuera, estaba en las oficinas de la constructora Osuna, la más importante del país, y pensar que próximamente ella sería la dueña de todo esto. El corazón se le había acelerado un segundo, por fin tendría lo que se merecía. - ¿Señorita Cervantes? — le llamaba la recepcionista de Gabriel. - Sí, dígame— Aranza se levantó del sillón. - El señor Osuna ya puede verla, adelante. Aranza estaba emocionada, pero todo eso debía desaparecer para darle paso a su siguiente cara. - Gabriel— la voz tímida e insegura que siempre utilizaba para conseguir lo que quería entraba en juego. - ¿Aranza? — Gabriel estaba sorprendido, al escuchar el apellido nunca lo relaciono con ella— ¿Qué haces aquí? - ¿Puedo pasar? — Aranza debía mantener un perfil bajo, hacerle pensar que era el quien mandaba. - Claro adelante siéntate — Gabriel se levantó en dirección al bar que tenía en la o
Aranza había manejado casi una hora, ¿dónde diablos vivía Romina? En ese punto le daba miedo hasta bajarse del auto, seguramente se lo iban a desmantelar en lo que estaba con su amiga. Pero bueno, pensó también, valdrá la pena verla llorar o algo por el estilo, un auto era lo de menos ahora que tenía dentro de su vientre al primogénito de Gabriel Osuna. Se sentía pletórica ante todo lo que sabía que llegaría a su vida, sin dudarlo más Aranza bajó del auto directo a la puerta que le indicaba la dirección, que tortura tres pisos de escaleras. ¿No podía vivir en la punta de un cerro? Pues esto era bastante cercano. Por fin había llegado. — Amiga pasa, que bueno verte— Romina la recibió con un abrazo y un beso para hacerla pasar. — ¿Aquí vives? — El lugar era del tamaño de una caja de zapatos, perfecto para una ratita como Romina, la barra de su energía iba aumentando, ver todo eso la motivaba a seguir. — Sí vivo con Eve. — O que bien, es un lindo… lugar. — Dijo Aranza al mismo
Romina estaba impresionada por los agiles movimientos del hombre que la estaba protegiendo, era rápido para interceptar cada uno de los ataques del ladrón, entre las sombras ella alcanzaba a vislumbrar sus fuertes brazos y los movimientos estratégicos para no ser lastimado.Ella estaba en completo silencio, preguntándose, ¿Cómo podría agradecer ese gesto de parte de un desconocido?El hombre terminó dando un golpe en el abdomen del agresor haciendo que se doblara del dolor soltando el bolso de Romina.La mole de músculos se agachó para recogerlo y dárselo a la dueña, al enfocar la vista más detenidamente, ella se quedó encantada con un par de ojos color aguamarina, profundos y brillantes, un rostro completamente atractivo, que la hizo soltar el aire que no sabía que estaba reteniendo.— ¿Estás bien? — Dijo el hombre, quien al estar tan cerca Romina, ella pudo reconocer como su apuesto cliente frecuente el restaurante.— Si, muchas gracias — fue todo lo que pudo expresar Romina, ya qu
Ya había arreglado la cama y se había puesto una pijama sensual, estaba en su habitación así que podría volverlo loco de deseo unos días hasta que fuera prudente comenzar de nuevo su vida sexual.Aranza sonrió ante la idea, y al ver a la bebé que por fin se había dormido, agradeció en silencio a la señora que había contratado para cuidarla, una cosa era ser su madre y otra muy distinta desgastarse en mantenerla viva.Aranza no sabía que escuchar a un bebé llorar iba a ser tan irritante, pero ¿es que esas cosas pequeñas no se cansaban nunca? esperaba que al cambiarse a vivir con Gabriel pudiera dormir en el otro extremo de la casa y descansar de tanto llanto y quejido.De repente se escucharon golpes en la puerta, era él. Se acomodó, quería que la viera vulnerable, así podría despertarle el instinto de protección. — Adelante— Aranza estaba desarreglada y sin maquillar, quería lucir como toda una madre primeriza abnegada y sobre todo dedicada a su familia.— ¿Aranza? — Gabriel se que
Con el cuerpo sin fuerza pero con el alma desgarrada y con todas las ganas de tener justicia, Romina se encaminó con la ayuda de Evelyn a la comandancia del área, necesitaba demandar las irregularidades del hospital, su hija debía estar con ella y haría lo necesario para que así fuera.No sabía si ella era la primera o cuántas mujeres más tenían el mismo dolor que ella sentía, Dios tal vez eran años de tantas irregularidades, y estaban indemnes, ¿Qué hacían con los bebes si estaban vivos?¿Podrían tener la frialdad de venderlos? Si estaban muertos ¿para qué los querían?Horas después de haber llegado, sin que nadie se las escuchara cuando pedían que las atendieran, un oficial de policía se acerca a ellas.—Diga que necesita. — el aspecto del policía era brusco, y su rostro decía más que su boca, estaba harto de estar ahí y no pensaba ocultarlo.— Vengo a poner una demanda— Romina estaba débil pero firme en su decisión, necesitaba como mínimo despedirse de su amada hija, de su pequeña
Emir había ido varios días a la cafetería dónde trabajaba Romina, pero ella ya no había regresado, tenía entendido según su investigador que ella ya había tenido a su bebé pero deseaba verla.Él no había sido consiente del apego que había desarrollado con el pasar de los meses, se sentía en paz sólo con el hecho de saber que podría verla una hora en silencio, en su ambiente, siendo sólo un espectador.Su tranquilidad emocional se conformaba con eso, verla feliz le dejaba soñar con un universo alterno en el que si su esposa no lo hubiera conocido, podría haber sido feliz como ella.Llena de vida y plena,—Pero no.Su mente lo contradijo regresándolo a la realidad, su esposa Alegra había muerto junto a su pequeña hija y eso era culpa sólo de él.Su corazón recibió el golpe de realidad como siempre, tratando de sobreponerse a una losa pesada que lo aplastaba con la intención de deshacerlo en mil pedazos.— Señor Palacios. — su asistente y mano derecha había llegado.— Dime. — Por fin
Gabriel está en la habitación de Aranza, pero más que nada, observa a la pequeña criatura que duerme plácidamente en su cuna decorada con pequeños animalitos.— Gabriel— lo llama Aranza— ¿ya decidiste el nombre que le pondremos a nuestra hija?Aranza sabía que al ponerle el nombre a una criatura tan pequeña inmediatamente se crea una conexión inconsciente, y eso era lo que ella quería provocar en él.Que se enamorara de la niña de tal manera que ya no supiera que hacer si no la tenía, y con ella venia incluida su madre, siempre era así.— Aún no lo decido. — Gabriel sentía que las manos le quemaban de ansiedad por cargarla, porque muy en el fondo sabía que ella era parte de él, pero debía mantenerse cuerdo, tranquilo y calculador.Después de ver el resultado, el sabría qué hacer. Tenía cientos de ideas para poder convivir y ayudar en el buen crecimiento de esa pequeña, muchas historias que contar y sobre todo muchos abrazos para darle, pero necesitaba tener la certeza que sí era
La tensión estaba tan densa que podría ser cortada con una mano, cada uno de los presentes estaba defendiendo su punto antes esta situación.— Repítelo—Dijo Roberto escrupulosamente— ¿Quién eres?Aranza no podía pasar desapercibida la mirada de odio que recibía de Roberto pero tenía que mantener su papel, indistintamente en algún momento todo lo que era de ese señor, seria de su hija y ahí ella sería una mujer libre, todo era cuestión de tener paciencia y una estrategia.— Me…. Llamo— Hizo un alto para mantener la imagen de sumisión ante ese hombre— Aranza Cervantes, y soy la mamá de su nieta— quería mantener presente que relación tenían.— Y quiero saber, señora— Roberto no podía evitar que la palabra se le atorara en la garganta— ¿cómo quedó embarazada de mi hijo?- El idiota pensó.— Fue… algo que solo pasó-.ella quitó su mirada para dirigirla al piso.— Papá es muy grosero que preguntes esas cosas, ya basta de estar avergonzándola— ¿Basta? Tú a mí no me dices basta, mocoso inút