Ese mismo día pero en la noche Romina estaba esperando a su gran amiga Aranza, le había pedido que se vieran en el restaurante en el que conoció a Evelyn, estaba tan agradecida con ella, jamás podría pagarle que la ayudara incluso sin conocerla.
El día les había transcurrido rápidamente, más que nada Romina se había desahogado, platicándole en más de una forma la historia enrevesada que recordaba, mínimo la parte que sí recordaba.
Evelyn le había dicho que todo estaba muy raro y que no era normal, Romina estaba de acuerdo con ella, pero ya que Aranza llegara, estaba segura que la ayudaría podrían dar con la respuesta a todo este embrollo, o eso creía ella.
- ¡Romina!— Aranza iba entrando al restaurante, elegante e impoluta como siempre.
Romina corrió a abrazarla sentía que habían pasado años desde la última vez que la había visto, cuando en realidad era menos de una semana.
La vida podía cambiar en un instante bien lo había comprobado ella.
- Amiga, gracias por estar aquí. — le dijo Romina en el oído.
- Jamás te dejaría sola.
- Yo sé que así es.
Juntas se sentaron en una mesa del restaurante, aunque quiso evitarlo Aranza no pudo y miró todo el lugar, comida corrida de esa que es hecha al por mayor, olía a grasa. Y todo anunciaba, pobreza, bueno se dijo esto queda más para la forma de ser de Romina.
Miró atentamente a Romina, estaba vestida con ropa del súper mercado seguramente, ahora ya no se veía tan inalcanzable como antes.
- Dime que pasó.
- Ay amiga— se quejó Romina al mismo tiempo que se dejaba llevar platicándole todo lo que había pasado el día anterior.
- ¡Que horrible! Pero ¿Estás bien? — necesitaba saber todo lo que había pasado, necesitaba ver los frutos de su trabajo.
- Sí, no te preocupes.
¿Si? Se repitió en la cabeza de Aranza, se había quedado sin su familia, sin dinero, sin auto, sin esposo, sin lugar dónde vivir, todo el mismo día y aun así, respondía que si al preguntarle si estaba bien.
Definitivamente Romina estaba loca, pero bueno ahora ya todo es acomodaría en su cauce correcto.
- Qué bueno amiga, me alegra que estés bien, entonces ¿tu familia te está apoyando?
Dolor, eso miró en los ojos de Romina, fue como un suspiro de aliento para Aranza.
- No amiga, ya sabes cómo son, que no se preocupan por otra cosa que no sea Axel.
- Oh es verdad, lo siento— le tocó la mano para que la sintiera sincera.
- No te preocupes, ya estoy acostumbrada, pero quería pedirte que me ayudaras, Aranza tengo mucho que hacer, realmente tengo que rehacer toda mi vida desde cero, no sé a quién más acudir. Sé que tú eres la persona indicada.
Romina estaba emocionada, su amiga a quien ella misma había ayudado en incontables ocasiones, no la dejaría abajo, no la dejaría sola, y lo sabía.
- Amiga, lo que pasa es que…— Aranza se quedó pensando.
En ese momento Evelyn le llevó dos cafés para que tuvieran algo para tomar y se retiró sonriéndole a Romina.
- ¿Qué pasa?— Romina se preocupó estaba tan concentrada en sus problemas que no le había preguntado si algo le sucedía a ella, ¿y si ella también había sido víctima de algo?
- Lo que pasa es que no te lo había querido decir, pero hace más o menos un mes me clonaron las tarjetas, no tengo nada, y no puedo ayudarte amiga— se inventó en ese momento Aranza.
No la ayudaría, si lo que quería era ver como se hacía más pequeña, el ayudarla no era parte del plan.
Romina la abrazó, consternada.
- Amiga que mal que te pasara eso, tendrías que habérmelo dicho seguro Gabriel podría haberte ayudado. Ahorita no puedo ayudarte— se disculpó Romina. — pero en cuanto arregle las cosas con Gabriel le hablaré de esto.
- Claro, bueno lamento mucho dejarte amiga pero me tengo que ir. — Aranza ya no soportaba la idea de ver lo “abnegada y buena” que era.
- Que le vaya bien— intervino Evelyn, Romina se queda conmigo no te preocupes.
- ¿Quién eres? — Aranza estaba sorprendida.
- Una amiga— Evelyn recalcó la última palabra.
Aranza pasó su mal trago, pero no se iba a quedar a ver ese espectáculo.
- Bueno amiga, me voy, nos vemos pronto ¿sí?
Sin dejar que Romina se despidiera, Aranza sólo dio media vuelta y se fue.
- No te preocupes Romina pero como te dije antes sé identificar guerreras, pero también perras, y ella— dijo deteniéndose para apuntar el camino que había seguido Aranza — es una, tengo un don.
- Te equivocas con ella— Romina no pudo evitar defender a su amiga de toda le vida.
- Verás que no, cambiando de tema, sé que no tienes trabajo, pero a partir de mañana tendrás uno, claro si lo quieres.
- ¿Cómo?— Romina estaba emocionada.
- Sí le hable al jefe de ti, y me dijo que si quieres mañana podrías empezar, en el turno nocturno, así que seríamos compañeras.
- ¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias!— Romina estaba que no cabía de la emoción por lo menos tendría trabajo.
- Y casa, — Evelyn continuó— porque claro que podrás vivir en mi casa hasta que tú quieras irte.
Romina no podía dejar de abrazar a su nueva amiga, era muy feliz.
QUINCE DIAS DESPUES.
- ¡Romina! Te hablan— Evelyn tenía la misma burla de cada noche, unos días después de empezar a trabajar ahí, un hombre alto enigmático, blanco con ojos azules pero inexpresivos, como si fueran un poco de agua sin vida, inerte.
El cliente misterioso solo se sentaba, pedía un café, que sólo le pedía a Romina, dejaba buena propina y después simplemente se iba, dejando una gran propina.
Nadie lo había visto antes y siempre era al mismo horario.
Esa noche en específico Romina se había podido adelantar para tener el café listo, el hombre le agradaba, sabía que debía tener sus problemas internos una cara amable siempre cae bien.
- Aquí está su café. — Romina dejó la taza frente al hombre y al alejarse unos pasos sintió que el mundo le daba vueltas.
Antes de darse cuenta se encontraba entre los fuertes y cálidos brazos de su cliente misterioso.
- ¿Estás bien?
Romina sólo asintió, estaba completamente aturdida por el tono de ojos tan claro, exactamente igual al del dije que su madre le había heredado un zafiro hermoso, y él tenía dos naturales.
- Si, gracias —dijo al mismo tiempo que se levantaba parar estar en pie.
Por fin habían cruzado más de dos palabras, ¿Quién era ese hombre que estaba tan cerca de ella?
¿Quién era ese hombre que estaba tan cerca de ella?
Romina ya tenía más de una semana sintiéndose rara, aunque se había hecho sorda cuando Evelyn le pedía que fuera al doctor a revisarse después de tener ese incidente en el trabajo, ya no podía posponerlo. - Sólo quería esperar a que me pagaran Eve. - Pues me lo hubieras dicho— Evelyn estaba molesta, podría tener algo grave y todo se lo estaba dejando al tiempo. — Tengo dinero ahorrado, la salud es algo importante Mina. En las dos semanas que llevaban se habían hecho muy unidas así que los nombres de ambas se habían vuelto diminutivos. Yo te acompaño, no quiero que salgas después con que se te atravesó algo y no llegaste. La consulta llegó y Romina entró sola con al doctora, nunca le habían gustado los hospitales y los evitaba todo lo posible, pero ahora ya no podría evitarlos, ahora los necesitaba, salió con un sobre en las manos, estaba asombrada con la nueva noticia, con su nueva realidad y una cara sin expresión, y un pensamiento ¿ Qué debía hacer ahora? Evelyn se levantó al v
Aranza estaba emocionada, todo el esfuerzo que había hecho por fin estaba siendo recompensado y ella se encargaría que así fuera, estaba en las oficinas de la constructora Osuna, la más importante del país, y pensar que próximamente ella sería la dueña de todo esto. El corazón se le había acelerado un segundo, por fin tendría lo que se merecía. - ¿Señorita Cervantes? — le llamaba la recepcionista de Gabriel. - Sí, dígame— Aranza se levantó del sillón. - El señor Osuna ya puede verla, adelante. Aranza estaba emocionada, pero todo eso debía desaparecer para darle paso a su siguiente cara. - Gabriel— la voz tímida e insegura que siempre utilizaba para conseguir lo que quería entraba en juego. - ¿Aranza? — Gabriel estaba sorprendido, al escuchar el apellido nunca lo relaciono con ella— ¿Qué haces aquí? - ¿Puedo pasar? — Aranza debía mantener un perfil bajo, hacerle pensar que era el quien mandaba. - Claro adelante siéntate — Gabriel se levantó en dirección al bar que tenía en la o
Aranza había manejado casi una hora, ¿dónde diablos vivía Romina? En ese punto le daba miedo hasta bajarse del auto, seguramente se lo iban a desmantelar en lo que estaba con su amiga. Pero bueno, pensó también, valdrá la pena verla llorar o algo por el estilo, un auto era lo de menos ahora que tenía dentro de su vientre al primogénito de Gabriel Osuna. Se sentía pletórica ante todo lo que sabía que llegaría a su vida, sin dudarlo más Aranza bajó del auto directo a la puerta que le indicaba la dirección, que tortura tres pisos de escaleras. ¿No podía vivir en la punta de un cerro? Pues esto era bastante cercano. Por fin había llegado. — Amiga pasa, que bueno verte— Romina la recibió con un abrazo y un beso para hacerla pasar. — ¿Aquí vives? — El lugar era del tamaño de una caja de zapatos, perfecto para una ratita como Romina, la barra de su energía iba aumentando, ver todo eso la motivaba a seguir. — Sí vivo con Eve. — O que bien, es un lindo… lugar. — Dijo Aranza al mismo
Romina estaba impresionada por los agiles movimientos del hombre que la estaba protegiendo, era rápido para interceptar cada uno de los ataques del ladrón, entre las sombras ella alcanzaba a vislumbrar sus fuertes brazos y los movimientos estratégicos para no ser lastimado.Ella estaba en completo silencio, preguntándose, ¿Cómo podría agradecer ese gesto de parte de un desconocido?El hombre terminó dando un golpe en el abdomen del agresor haciendo que se doblara del dolor soltando el bolso de Romina.La mole de músculos se agachó para recogerlo y dárselo a la dueña, al enfocar la vista más detenidamente, ella se quedó encantada con un par de ojos color aguamarina, profundos y brillantes, un rostro completamente atractivo, que la hizo soltar el aire que no sabía que estaba reteniendo.— ¿Estás bien? — Dijo el hombre, quien al estar tan cerca Romina, ella pudo reconocer como su apuesto cliente frecuente el restaurante.— Si, muchas gracias — fue todo lo que pudo expresar Romina, ya qu
Ya había arreglado la cama y se había puesto una pijama sensual, estaba en su habitación así que podría volverlo loco de deseo unos días hasta que fuera prudente comenzar de nuevo su vida sexual.Aranza sonrió ante la idea, y al ver a la bebé que por fin se había dormido, agradeció en silencio a la señora que había contratado para cuidarla, una cosa era ser su madre y otra muy distinta desgastarse en mantenerla viva.Aranza no sabía que escuchar a un bebé llorar iba a ser tan irritante, pero ¿es que esas cosas pequeñas no se cansaban nunca? esperaba que al cambiarse a vivir con Gabriel pudiera dormir en el otro extremo de la casa y descansar de tanto llanto y quejido.De repente se escucharon golpes en la puerta, era él. Se acomodó, quería que la viera vulnerable, así podría despertarle el instinto de protección. — Adelante— Aranza estaba desarreglada y sin maquillar, quería lucir como toda una madre primeriza abnegada y sobre todo dedicada a su familia.— ¿Aranza? — Gabriel se que
Con el cuerpo sin fuerza pero con el alma desgarrada y con todas las ganas de tener justicia, Romina se encaminó con la ayuda de Evelyn a la comandancia del área, necesitaba demandar las irregularidades del hospital, su hija debía estar con ella y haría lo necesario para que así fuera.No sabía si ella era la primera o cuántas mujeres más tenían el mismo dolor que ella sentía, Dios tal vez eran años de tantas irregularidades, y estaban indemnes, ¿Qué hacían con los bebes si estaban vivos?¿Podrían tener la frialdad de venderlos? Si estaban muertos ¿para qué los querían?Horas después de haber llegado, sin que nadie se las escuchara cuando pedían que las atendieran, un oficial de policía se acerca a ellas.—Diga que necesita. — el aspecto del policía era brusco, y su rostro decía más que su boca, estaba harto de estar ahí y no pensaba ocultarlo.— Vengo a poner una demanda— Romina estaba débil pero firme en su decisión, necesitaba como mínimo despedirse de su amada hija, de su pequeña
Emir había ido varios días a la cafetería dónde trabajaba Romina, pero ella ya no había regresado, tenía entendido según su investigador que ella ya había tenido a su bebé pero deseaba verla.Él no había sido consiente del apego que había desarrollado con el pasar de los meses, se sentía en paz sólo con el hecho de saber que podría verla una hora en silencio, en su ambiente, siendo sólo un espectador.Su tranquilidad emocional se conformaba con eso, verla feliz le dejaba soñar con un universo alterno en el que si su esposa no lo hubiera conocido, podría haber sido feliz como ella.Llena de vida y plena,—Pero no.Su mente lo contradijo regresándolo a la realidad, su esposa Alegra había muerto junto a su pequeña hija y eso era culpa sólo de él.Su corazón recibió el golpe de realidad como siempre, tratando de sobreponerse a una losa pesada que lo aplastaba con la intención de deshacerlo en mil pedazos.— Señor Palacios. — su asistente y mano derecha había llegado.— Dime. — Por fin
Gabriel está en la habitación de Aranza, pero más que nada, observa a la pequeña criatura que duerme plácidamente en su cuna decorada con pequeños animalitos.— Gabriel— lo llama Aranza— ¿ya decidiste el nombre que le pondremos a nuestra hija?Aranza sabía que al ponerle el nombre a una criatura tan pequeña inmediatamente se crea una conexión inconsciente, y eso era lo que ella quería provocar en él.Que se enamorara de la niña de tal manera que ya no supiera que hacer si no la tenía, y con ella venia incluida su madre, siempre era así.— Aún no lo decido. — Gabriel sentía que las manos le quemaban de ansiedad por cargarla, porque muy en el fondo sabía que ella era parte de él, pero debía mantenerse cuerdo, tranquilo y calculador.Después de ver el resultado, el sabría qué hacer. Tenía cientos de ideas para poder convivir y ayudar en el buen crecimiento de esa pequeña, muchas historias que contar y sobre todo muchos abrazos para darle, pero necesitaba tener la certeza que sí era