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Capítulo 7. ¿Estás bien?

Ese mismo día pero en la noche Romina estaba esperando a su gran amiga Aranza, le había pedido que se vieran en el restaurante en el que conoció a Evelyn, estaba tan agradecida con ella, jamás podría pagarle que la ayudara incluso sin conocerla.

El día les había transcurrido rápidamente, más que nada Romina se había desahogado, platicándole en más de una forma la historia enrevesada que recordaba, mínimo la parte que sí recordaba.

Evelyn le había dicho que todo estaba muy raro y que no era normal, Romina estaba de acuerdo con ella, pero ya que Aranza llegara, estaba segura que la ayudaría podrían dar con la respuesta a todo este embrollo, o eso creía ella.

 - ¡Romina!— Aranza iba entrando al restaurante, elegante e impoluta como siempre.

Romina corrió a abrazarla sentía que habían pasado años desde la última vez que la había visto, cuando en realidad era menos de una semana.

La vida podía cambiar en un instante bien lo había comprobado ella.

- Amiga, gracias por estar aquí. — le dijo Romina en el oído.

- Jamás te dejaría sola.

- Yo sé que así es.

Juntas se sentaron en una mesa del restaurante, aunque quiso evitarlo Aranza no pudo y miró todo el lugar, comida corrida de esa que es hecha al por mayor, olía a grasa. Y todo anunciaba, pobreza, bueno se dijo esto  queda más para la forma de ser de Romina.

Miró atentamente a Romina, estaba vestida con ropa del súper mercado seguramente, ahora ya no se veía tan inalcanzable como antes.

- Dime que pasó.

- Ay amiga— se quejó Romina al mismo tiempo que se dejaba llevar platicándole todo lo que había pasado el día anterior.

- ¡Que horrible! Pero ¿Estás bien? — necesitaba saber todo lo que había pasado, necesitaba ver los frutos de su trabajo.

- Sí, no te preocupes.

¿Si? Se repitió en la cabeza de Aranza, se había quedado sin su familia, sin dinero, sin auto, sin esposo, sin lugar dónde vivir, todo el mismo día y aun así, respondía que si al preguntarle si estaba bien.

Definitivamente  Romina estaba loca, pero bueno ahora ya todo es acomodaría en su cauce correcto.

- Qué bueno amiga, me alegra que estés bien, entonces ¿tu familia te está apoyando?

Dolor, eso miró en los ojos de Romina, fue como un suspiro de aliento  para Aranza.

- No amiga, ya sabes cómo son, que no se preocupan por otra cosa que no sea Axel.

- Oh es verdad, lo siento— le tocó la mano para que la sintiera sincera.

- No te preocupes, ya estoy acostumbrada, pero quería pedirte que me ayudaras, Aranza tengo mucho que hacer, realmente tengo que rehacer toda mi vida desde cero, no sé a quién más acudir. Sé que tú eres la persona indicada.

Romina estaba emocionada, su amiga a quien ella misma había ayudado en incontables ocasiones, no la dejaría abajo, no la dejaría sola, y lo sabía.

- Amiga, lo que pasa es que…— Aranza se quedó pensando.

En ese momento Evelyn le llevó dos cafés para que tuvieran algo para tomar y se retiró sonriéndole a Romina.

- ¿Qué pasa?— Romina se preocupó estaba tan concentrada en sus problemas que no le había preguntado si algo le sucedía a ella, ¿y si ella también había sido víctima de algo?

- Lo que pasa es que no te lo había querido decir, pero hace más o menos un mes me clonaron las tarjetas, no tengo nada, y no puedo ayudarte amiga— se inventó en ese momento Aranza.

 No la ayudaría, si lo que quería era ver como se hacía más pequeña, el ayudarla no era parte del plan.

Romina la abrazó, consternada.

- Amiga que mal que te pasara eso, tendrías que habérmelo dicho seguro Gabriel podría haberte ayudado. Ahorita no puedo ayudarte— se disculpó Romina. — pero en cuanto arregle las cosas con Gabriel le hablaré de esto.

- Claro, bueno lamento mucho dejarte amiga pero me tengo que ir. — Aranza ya no soportaba la idea de ver lo “abnegada y buena” que era.

- Que le vaya bien— intervino Evelyn, Romina se queda conmigo no te preocupes.

- ¿Quién eres? — Aranza estaba sorprendida.

- Una amiga— Evelyn recalcó la última palabra.

Aranza pasó su mal trago, pero no se iba a quedar a ver ese espectáculo.

- Bueno amiga, me voy, nos vemos pronto ¿sí?

Sin dejar que Romina se despidiera, Aranza sólo dio media vuelta y se fue.

- No te preocupes Romina pero como te dije antes sé identificar guerreras, pero también perras, y ella— dijo deteniéndose para apuntar el camino que había seguido Aranza — es una, tengo un don.

- Te equivocas con ella— Romina no pudo evitar defender a su amiga de toda le vida.

- Verás que no, cambiando de tema, sé que no tienes trabajo, pero a partir de mañana tendrás uno, claro si lo quieres.

- ¿Cómo?— Romina estaba emocionada.

- Sí le hable al jefe de ti, y me dijo que si quieres mañana podrías empezar, en el turno nocturno, así que seríamos compañeras.

- ¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias!— Romina estaba que no cabía de la emoción por lo menos tendría trabajo.

- Y casa, — Evelyn continuó— porque claro que podrás vivir en mi casa hasta que tú quieras irte.

Romina no podía dejar de abrazar a su nueva amiga, era muy feliz.

QUINCE DIAS DESPUES.

- ¡Romina! Te hablan— Evelyn tenía la misma burla de cada noche, unos días después de empezar a trabajar ahí, un hombre alto enigmático, blanco con ojos azules pero inexpresivos, como si fueran un poco de agua sin vida, inerte.

El cliente misterioso solo se sentaba, pedía un café, que sólo le pedía a Romina, dejaba buena propina y después simplemente se iba, dejando una gran propina.

Nadie lo había visto antes y siempre era al mismo horario.

Esa noche en específico Romina se había podido  adelantar para tener el café listo, el hombre le agradaba, sabía que debía tener sus problemas internos una cara amable siempre cae bien.

- Aquí está su café. — Romina dejó la taza frente al hombre y al alejarse unos pasos sintió que el mundo le daba vueltas.

Antes de darse cuenta se encontraba entre los fuertes y cálidos brazos de su cliente misterioso.

- ¿Estás bien?

Romina sólo asintió, estaba completamente aturdida por el tono de ojos tan claro, exactamente igual al del dije que su madre le había heredado un zafiro hermoso, y él tenía dos naturales.

- Si, gracias —dijo al mismo tiempo que se levantaba parar estar en pie.

Por fin habían cruzado más de dos palabras, ¿Quién era ese hombre que estaba tan cerca de ella?

Alana Aguilar

¿Quién era ese hombre que estaba tan cerca de ella?

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