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Todos los capítulos de Jefe, suya una noche: Capítulo 31 - Capítulo 40
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Lilibeth abrió los ojos de golpe y se incorporó en la cama tan sobresaltada que, la cabeza le palpitó por el fuerte dolor que tenía.—Resaca, genial —suspiró con los ojos cerrados y se puso las manos frías sobre las sienes calientes—. Ay, m*****a sea…No se acordaba de mucho.Tenía escenas poco claras entre sus recuerdos, que se mezclaban con sensaciones que se perdían entre sus piernas.Se acordaba de la subasta. Del registro de puja. De haber dejado abandonado a Joel en la mitad de la fiesta.M****a.Se acordaba de haberse montado en el elevador y de haber discutido con Christopher. La tensión, el ritmo cardiaco descontrolado y la humedad entre sus piernas. Todo estaba presente y, mientras lo revivía, se agitaba completa otra vez.Recordaba haber tenido una bolsa negra entre sus manos, pero desde allí, un vacío mental la anublaba completa.Miró el entorno de su cuarto con curiosidad, buscando la bolsa negra de sus recuerdos, pero no la encontró a simple vista.Las cortinas estaban ce
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Christopher viajó hasta el cementerio en el que su madre descansaba y, como siempre, fue el único presente.Ni su padre, ni su hermana, ni nadie de la familia fue a visitarla. Ni hablar de sus amigos. Tras su muerte, todos habían desaparecido y Christopher había entendido entonces que, en el día de su muerte, estaría solo también.La soledad se había hecho presente en su vida desde ese entonces y había comprendido que podía tenerlo todo, pero, a su vez, no tenía nada ni a nadie.Le llevó jazmines, porque le hacían honor a su nombre y con una torcida sonrisa en los labios se quedó de pie frente al mausoleo familiar mirando su fotografía. Aun la recordaba jovial, sonriente y despreocupada.El mausoleo familiar era una bella infraestructura de cristal moderna donde se exponía el prestigio de su familia, pero vacía, solitaria y fría, como todos ellos.—Hola, Jazmín, pasaron algunas semanas —le dijo y carraspeó dolido para corregirse—: mamá…Había perdido la costumbre de llamarla “mamá” de
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Lily no pudo quitarse el dolor del pecho, peor se sentía al imaginar a su jefe solo, enfrentándose a su pasado doloroso y, pese a que la asesora de imagen de Christopher llegó a las diez en punto, Lily no pudo quedarse por mucho tiempo.Claro, dejó que la midieran y que le realizaran la colorimetría y, tras entregar sus datos personales, se marchó, llevando un vestido negro que arrancó de las muestras que la asesora había llevado con ella.Cogió un taxi y viajó hasta el cementerio en el que recordaba que la familia Rossi tenía un lugar especial. Lo había leído en lo periódico tras la muerte de la madre de Christopher y desde allí, nunca se le había olvidado.Caminó apurada entre los mausoleos elegantes y, cuando lo vio a la distancia, completamente solo, apuró el paso para unirse a él.Christopher estaba de pie, con las manos en los bolsillos y la mirada perdida.Ella se plantó a su lado sin decir palabra y con suavidad metió su mano por su brazo, mostrándole a su estilo cariñoso que
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En el elevador viajaron de pie uno frente al otro, sin decir ni una sola palabra. En todo momento se miraron a las caras, mientras cada uno en sus pensamientos más profundos trató de descifrar lo que les estaba pasando.Lily estaba perdida en su masculinidad elegante, mientras que Christopher se esforzaba por saber qué era lo que Lily quería.La muchacha rompió el contacto visual para mirar el panel del elevador y suspiró derrotada cuando vio que solo restaban pocos pisos para llegar al suyo.La respiración se le había tornado agitada desde el viaje en taxi, pero la había disimulado tan bien que tenía la garganta y los labios secos.Se los lamió para recomponerse y se estiró el vestido negro que se le subía por las caderas por el grueso tamaño de su culo. Definitivamente esa no era su talla.Christopher se volvió loco al verla así y se le abalanzó encima con un arrebato que le nació del fondo de la panza.—Maldición, Lily —suspiró sobre su boca.La aprisionó con su cuerpo contra los m
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Claro que le importaba, incluso más que su propia vida.Le fue difícil definir esa línea imaginaria en su cabeza. No sabía hacerlo. No tenía equilibrio emocional y quería estar a su lado, posesivo, como el macho cavernícola que era, pero, a su vez, no quería asustarla con sus demonios oscuros.Escuchó algunas de las palabras de Lily y estudió sus reacciones de sorpresa con el estómago revuelto. Se imaginó muchas cosas terribles y, cuando se preparó para abordarla y saber que estaba ocurriendo, las puertas del elevador se abrieron y uno de sus amigos entró por las puertas de su nuevo pent-house.—¡Así que aquí te escondes, maldita rata! —gritó Roux feliz, el fotógrafo con el que Christopher solía pasar el rato.—Roux… —murmuró Christopher al verlo allí, en su nueva intimidad, con Lily y Tronquitos.Se quedó paralizado, incluso cuando su amigo caminó campante hacia él y le ofreció su mano para un estrechón de amigos.Reaccionó algunos segundo después y le ofreció su mano con coño de Lil
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Mientras ella lidiaba con su complicada vida familiar, Roux le pidió a Christopher ver el avance de su trabajo. El lanzamiento de su número estaba cerca y él era el fotógrafo que trabajaba para Revues.Rossi no se negó a trabajar un poco. Tal vez así se quitaba el mal sabor de boca que le había quedado tras la partida de Lily.Los primeros minutos lo hicieron con relajo.Sasha estuvo atendiéndolos en todo momento. Roux exigía demasiado y a la pobre de Sasha le tocó correr para satisfacer sus extravagantes gustos.El verdadero problema llegó cuando Roux vio un apartado especial en una esquina de la revista.Una columna destacada. Voz femenina. Narración en primera persona. Relación moda y vida personal.—¿Qué basura es esta? —preguntó Roux, cuestionando la nueva decisión de Christopher, el editor en jefe.Esa era la columna de Lily.Ella aun no la había escrito, pero él ya había reservado un lugar especial para ella.—Es una columna destacada, escrita por…—Sí, ya leí todo eso —se le ad
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Christopher se hizo a un lado para quitarse a la jovial muchachita de encima, la que le había saltado encima sin aviso, pero ella tenía agilidad y lo siguió con facilidad.Estaba incómodo, no iba a negarlo y peor se puso todo cuando sus ojos azules fríos se encontraron con los de Lily.Su mueca dolorida le dejó en claro todo lo que estaba sintiendo y se armó de valor para coger a Victoria por los brazos y quitársela de encima de una forma más brusca.Esa era su primera vez deshaciéndose de una mujer. Era normal que se le colgaran del cuello, lo llenaran de besos y propuestas indecorosas. Estaba acostumbrado, pero por alguna extraña razón, su cercanía le causaba picor.Como una alergia que debía calmar con distanc
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Christopher se tomó unos instantes para entrar al cuarto de Lily.Quiso llamar a la puerta y esperar cortés a que ella le dejara pasar, pero presentía que las cosas no se darían así.Tuvo que ser un poco más invasivo.Sí, llamó a la puerta, pero entró de inmediato y con paso lento.Cerró la puerta detrás de él y se quedó mirando la imagen de Lily con un nudo amargo en la garganta.A pesar de que la reconocía como una joven vivaz, brava y feliz, en ese segundo conoció su lado sensible, su lado más roto.Ella estaba acostada en la mitad de la cama, hecha un ovillo y aguantándose los sollozos con gran esfuerzo.

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Lily se levantó enérgica de la cama y se calzó un par de converse negras y todo para salir a buscar un postre.Rossi alzó las cejas al verla.Aunque era contradictorio, considerando que usaba un vestido Dolce negro, por primera vez, Christopher halló la perfección en una mujer.Ni siquiera entendía cómo, pero la combinación de vestido y las zapatillas era deliciosa; natural y fresca.—Vamos a caminar y a buscar un postre —le dijo ella y agarró un pequeño bolsito negro que había comprado en una tienda de ropa usada.Christopher se quedó mirándola con la boca abierta y sin vacilar se puso sus zapatos elegantes y la acompañó por las escaleras.Leer más
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Regresaron a la casa de Lily corriendo, aun con los dulces en las cajas individuales.El resto de la familia los estaban esperando. El taxi ya estaba allí y se las ingeniaron para viajar todos juntos en un coche y no separarse.Christopher se llevó a Lily sentada en su regazo, aun cuando Vicky insistió que ella pesaba veinte kilos menos.Lily nada dijo para defenderse. Christopher notó que era algo habitual hablar de su peso con tanta confianza y la alegría que habían sentido en la confitería se desvaneció por el egoísmo de su hermana.Lily escogió mirar por la ventana durante todo el viaje. Viajó tiesa, sintiéndose incómoda sobre las piernas del hombre y no podía dejar de repetirse lo que su hermana había
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