Lily y su padre buscaron un taxi para ir a casa.Su padre empezó a comportarse extraño y Lily, quien lo había aprendido a leer como a un libro abierto, entendió que algo más le estaba ocurriendo.Solo tuvo que mirarlo a la cara para que él escupiera lo que le sucedía.—No quiero comer su comida —dijo su padre, refiriéndose a la comida de su exesposa. Tenía orgullo y dignidad—. Así me conquistó cuando nos conocimos. Mano de monja divina. —Bajó los ojos por lo doloroso que le resultaba recordar todo—. No quiero que me reconquiste.Lily lo contempló con angustia y, aunque no tenía mucho tiempo, pues debía ir al trabajo a apoyar a Christopher, no pudo negarle quince minutos de su tiempo al pilar fundamental de su familia.Sin él, todo se desmoronaba y, además, solo eran quince minutos.—Papá, solo es comida.—Sí, lo sé —le reclamó él—, pero su comida siempre me ablanda y no quiero ser blando otra vez. No con ella, no se lo merece.Lily sonrió.—Por supuesto que no —unió ella.Y comprendía
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