CAPÍTULO 47.

Lina pasó una mano por su cabello, tratando de acomodarlo, al tiempo que Kael se abotonaba la camisa sin apartar la mirada de ella. Se vestían en silencio, como si aún pudieran sentir el roce de la piel bajo la tela, prolongando la conexión que los unía.

Pero entonces…

El alboroto de gritos y pisadas rompió el hechizo.

Kael se tensó de inmediato, sus sentidos alertándose como un animal salvaje. Un gruñido escapó de su garganta cuando su mirada se dirigió al bosque.

Lina parpadeó, desconcertada, y siguió la dirección de su mirada.

Entre los árboles, un pequeño lobo gris corría desesperado, su frágil cuerpo herido, jadeando de agotamiento. Detrás de él, un grupo de hombres armados avanzaba con antorchas y rifles, sus rostros duros y decididos.

Cazadores.

Kael maldijo entre dientes y se movió con rapidez, colocándose delante de Lina en un instinto protector.

—¡Kael! —Lina apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de ver cómo su cuerpo comenzaba a transformarse.

Su piel se estremeció, su esp
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