CAPÍTULO 51.
—Nos han subestimado demasiado tiempo —exclamó el alfa de shadowfang, su voz profunda y llena de veneno—. Los humanos creen que pueden cazarnos como si fuéramos simples bestias. Creen que pueden invadir nuestro territorio, asesinarnos y seguir con sus vidas como si nada. Es hora de demostrarles lo que realmente somos.

Un murmullo gutural recorrió la manada. Algunos gruñeron en aprobación, otros golpearon el suelo con sus garras, impacientes por la orden de ataque.

—Atacaremos cuando menos lo esperen. Cuando la noche esté en su punto más oscuro —continuó, clavando sus ojos fríos en cada uno de los presentes.

Dorian sonrió, un gesto afilado como la hoja de un cuchillo.

—Nos dividiremos. Luzbria será nuestro y luego, Valragh.

El aire se cargó de una energía densa, un latido salvaje y hambriento en los pechos de los lobos. Esa noche, la sombra de la manada de Dorian se alzaría sobre Luzbria, y el pueblo jamás volvería a ser el mismo.

Luzbria estaba envuelto en un manto de calma aparente. S
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