CAPÍTULO 28

—¿Puedes enamorarte de dos personas? —preguntó Estrella y a su madre se le fue la taza de café, junto con el corazón y el estómago, al piso; o al menos así fue cómo se sintió—. Creo que me enamoré de los dos.

—¡Mamá! —gritó Estrella, preocupada por el café derramándose sobre los pedazos de cristal esparcidos por el suelo, y por los zapatos de su madre—. ¿Estás bien? ¿Fue tan sorprendente decir que me enamoré? También puedo enamorarme, ¿sabes?

—Yo sé que puedes enamorarte, Estrella —aseguró Rebecca, moviéndose para poder limpiar lo que había tirado—, lo que no creo es que te hayas enamorado de esos dos, precisamente.

—¿Por qué no? —preguntó la rubia, caminando al closet de limpieza a unos cuantos pasos de donde ambas desayunaban—. Ellos dos son superguapos, tienen buena posición económica y me quieren.

—Ay, Estrella —exclamó un poco bajo la madre de la mencionada—, esas no son razones para amar, son razones para elegir a una pareja. Amor, creo que estás racionalizando el amor y, aunque
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