—Ponte cómoda, amor —dijo Alessandro entrando a la habitación de su hija, hablando justamente para ella, siendo seguido por el menor de sus hijos—, a tu madre le tuvieron que poner un sedante, estaba demasiado preocupada y se puso ansiosa, así que entró en crisis. Nos iremos cuando ella despierte.Estrella agachó la cabeza, sintiéndose un poco culpable por la condición en que se encontraba su madre, aunque, en el fondo, seguía sintiendo que la reacción de Chase había sido un poco exagerada, así que lo culpaba a él de lo ocurrido.» Y, por el dinero de las reparaciones, no tienes que preocuparte, me haré cargo —aseguró el mayor de los tres Miller en esa habitación y Estrella le sonrió agradecida. Reparar tanto auto, seguro no sería algo barato.—¡Oye! —exclamó Chase, entre asombrado y molesto—. Debiste decirnos que asumirías los gastos, así yo no habría dicho que Estrella se acostó con…—¡Chase Miller! —imperó el padre de los dos jóvenes en esa habitación—, no me interesa saber ese tipo
Estrella sintió que su estómago se hizo nada y el vacío comenzó a sentirse doloroso, quizá por eso se obligó a respirar profundo.Ni siquiera imaginaba que Leobardo había notado su enamoramiento en aquel entonces, el cual ahora estaba segura de que él sabía, pero lo que más le dolía era saber que el futuro que se imaginó, aunque sin adoptar, pudo haber sido suyo si el otro no tuviera un complejo con su condición; aunque no podía negar que era comprensible que ese complejo existiera.—Adoptar no siempre fue una opción para mí —declaró la rubia y el que se incorporó fue el otro ocupante de la cama—, siempre estuvo en mi mente la idea de no tener hijos jamás. No me gustan los bebés desde que Chase era un bebé, así que no quiero tener uno, nunca quise y no lo voy a querer después. Esta adopción frustrada empezó con un favor a Kenya, fue entonces que descubrí que sí quiero ser mamá, pero no de un hijo propio.—Soy un estúpido —declaró Leobardo llevando sus manos a la cara y dejándose caer
—Siendo completamente franca —dijo Estrella tras suspirar tranquilamente, como quizás jamás en la vida lo había hecho—, no pensé que sería tan agradable estar convaleciente, me siento una princesa.Kenya se rio del comentario de su amiga, igual que ella. Estrella estaba disfrutando de su tiempo en casa como jamás había disfrutado un viaje vacacional, era mucho más placentero simplemente descansar que viajar, sobre todo cuando todo el mundo estaba tan al pendiente de ella y sus necesidades.» Espero no acostumbrarme demasiado —declaró la rubia, y su mejor amiga asintió con la cabeza.Con lo descuidada que era esa joven, si le tomaba demasiado gusto a estar convaleciente comenzaría a lastimarse inconscientemente para volver a su casa, a su cama y a la atención que todos le estaban dando, así era el inconsciente de Estrella Miller.—Entonces —habló Kenya, viendo como su mejor amiga se quejaba de un simple movimiento de cabeza—, ¿qué piensas hacer con Leobardo? ¿En serio vas a considerar
—¿Puedes enamorarte de dos personas? —preguntó Estrella y a su madre se le fue la taza de café, junto con el corazón y el estómago, al piso; o al menos así fue cómo se sintió—. Creo que me enamoré de los dos.—¡Mamá! —gritó Estrella, preocupada por el café derramándose sobre los pedazos de cristal esparcidos por el suelo, y por los zapatos de su madre—. ¿Estás bien? ¿Fue tan sorprendente decir que me enamoré? También puedo enamorarme, ¿sabes?—Yo sé que puedes enamorarte, Estrella —aseguró Rebecca, moviéndose para poder limpiar lo que había tirado—, lo que no creo es que te hayas enamorado de esos dos, precisamente.—¿Por qué no? —preguntó la rubia, caminando al closet de limpieza a unos cuantos pasos de donde ambas desayunaban—. Ellos dos son superguapos, tienen buena posición económica y me quieren.—Ay, Estrella —exclamó un poco bajo la madre de la mencionada—, esas no son razones para amar, son razones para elegir a una pareja. Amor, creo que estás racionalizando el amor y, aunque
Detuvo el auto, consciente de que había sido una completa estupidez haber conducido tan alterada, es decir, si lo pensaba un poco podía darse cuenta de que ni siquiera recordaba el camino hasta el lugar donde estaba, es más, ni siquiera sabía qué era lo que había ido a buscar ahí, había sido como si una fuerza invisible la hubiera llevado inconscientemente a ese lugar.—Necesito ir a casa —murmuró y sus ojos se llenaron de lágrimas cuando sus ojos se fijaron en la persona que tocó al cristal de su ventana y se dio cuenta de quién era esa persona.No debió ir ahí, ni siquiera sabía cómo había terminado en ese lugar, por eso respiró profundo mientras ocultaba su rostro entre sus manos y cerraba los ojos con fuerza para no ver lo que estaba pasando.Y es que, aunque sonaba demasiado tonto, en su cabeza había una única idea rondando: su corazón la llevó a donde necesitaba estar, los brazos de Leobardo Alarcón, lo confirmó cuando salió del auto y se abrazó al fin a él.—¿Pasó algo malo? —p
—¿Sigues con la idea de adoptar? —preguntó Kenya, amiga de Estrella desde que ambas se conocieron al ingresar al bachillerato. Estrella Bianco posó sus azules ojos en su gran amiga, pues esa pregunta había salido de, aparentemente, la nada; sin embargo, sí, esa continuaba siendo su idea. Ella, que había aprendido que el amor fraterno no se condicionaba por la sangre exactamente, y que no soportaba nada a los bebés, decidió que sería madre por adopción cuando se sintiera lista para ser mamá. Pero, a sus veintisiete años y medio, ella aún no tenía la necesidad de cuidar y amar a alguien de manera incondicional, por eso continuaba soltera, por eso no había investigado sobre las adopciones y, por eso también, ni siquiera había dejado la casa de sus padres aún. » ¿Quieres ser víctima del nepotismo? —preguntó Kenya luego de ver a la que consideraba su mejor amiga asintiendo—... No, víctima no, serías más bien beneficiaria. —¿De qué estás hablando? —cuestionó Estrella, sonriendo, pues la
—¿Estás segura? —preguntó Alice que, a pesar de la diferencia de edad, era la mejor amiga de Estrella, con quien hablaba—. Tal vez en algunos años, cuando encuentres el amor, te arrepientas de esta decisión. —Si me encuentro el amor en unos años, espero que sea un amor tan verdadero que me quiera con todo y todo —resolvió la joven no tan convencida de querer una pareja. Serían sus traumas por todo lo que vio a su madre sufrir, pero ella no aspiraba a una pareja romántica que pudiera hacerle pedazos; sin embargo, madre si quería ser, de preferencia de alguien que caminara, que tuviera dientes, fuera al baño solo y se pudiera comunicar con ella, pues los bebés no le gustaban desde que le tocó soportar a su hermano Chase. » Si te confieso algo —habló Estrella para su tía paterna—, estoy emocionada con esto... Ya medio decoré las habitaciones en el depa de mi mamá, me lo regaló, y ellas pasarán el fin de semana conmigo, para ver si se adaptan a mí, así que me muero de emoción en seri
—¡Bienvenidas! —dijo Estrella, abriendo la puerta de un departamento del que ni siquiera recordaba bien cómo se había ido—. Aquí viviremos juntas por un tiempo, espero puedan sentirse cómodas. Roberta y Rebeca no dijeron nada, simplemente miraron a todas partes, y al no percibir el ruido de muchas personas que tanto las inquietaba en el albergue, ambas pudieron respirar un poco de paz, quizá por eso relajaron sus manitas, cosa que no pasó desapercibida para Estrella Bianco, quien no pudo evitar sonreír. » Vamos —pidió la joven, volviendo a caminar para adentrarse un poco más en su nuevo hogar—, arriba están las habitaciones. Subieron juntas, tomadas de la mano, lo que era un poco incómodo y hasta medio peligroso, pero las niñas estaban temerosas, así que Estrella decidió continuar con el contacto físico un poco más, siendo en extremo cuidadosa al pisar esas escaleras de las que tanto ella, como su hermano y su mamá se habían caído alguna vez. » Esta es mi habitación —informó la