Inicio / Chick Lit / ¿De nuevo a tu lado? / Introducción II: ¡Discusión fatal!
Introducción II: ¡Discusión fatal!

Aquella última frase fue como una cubetada de agua fría para Abel, intentó acercarse a Malú, pero ella retrocedió.

—No te me acerques —gruñó Malú, la barbilla le temblaba, y el corazón le palpitaba con violencia—. Cometí el error más grande de mi vida al casarme con un hombre al que apenas conocía, un falso, mentiroso, vengativo —rugió apretando la mandíbula.

Abel deglutió la saliva con dificultad.

—¿De qué hablas? ¿Por qué dices eso? —preguntó. La expresión de su rostro mostraba contrariedad, la mandíbula le temblaba. Inhaló profundo intentando recomponerse, y así acercarse a Malú, y calmarla.  Cuando caminó a ella con la mirada llena de temor. Su esposa lo detuvo con la mano.

—¡Aléjate! ¡Eres un hipócrita! —bramó abarrotada de ira, las mejillas de la jovencita estaban rojas—. Eres el ahijado de Luz Aída Garzón, pero jamás me habías dicho de esto, eres para nada sincero conmigo, fuiste el títere de esa m*****a mujer que solo le hizo daño a mi familia, te casaste conmigo solo por arruinarnos —rugió y lo miró a los ojos. —¿Lo vas a seguir negando? —Mostró las fotografías y la carta.

Abel inclinó la cabeza, escondió su mirada de la de su mujer, se llevó sus dedos al puente de la nariz. Inhaló profundo.

—Es cierto, pero debes escucharme, le debo…

—¡Basta! ¡Deja de justificar esa bruja! —gritó con la respiración agitada—. Tú y yo deberíamos ser enemigos, ¡no pareja!

Malú apretó los puños, intentando contenerse, pero no pudo, la furia y decepción que hervía por sus venas, brotó. Empujó a Abel con sus dos manos.

—Tu madrina, Luz Aída, era una psicópata, esa mujer secuestró a mi madre, cuando me llevaba en el vientre —sollozó. —¡Amenazó con acabar la vida de mi mamá, la mía y de mi hermana! —gritó con fuerza—, convirtió a mi papá en un alcohólico, le destrozó la vida a mi tío Carlos, mató a mi abuela, además de esto, ¿qué más quieres saber de tu madrina divina? —cuestionó vociferando agitada.

Abel negó con la cabeza, apretó los puños, sus pupilas se dilataron, su mirada se volvió más oscura al escuchar a su mujer.

—¡Ustedes se habrán equivocado! —zarandeó a su esposa. —¡Ella es una santa! —aseguró—, sufrió mucho a causa de ustedes —masculló con resentimiento—, me cuidaba siempre desde mi niñez, tengo que hacer justicia, por ella.

—¿Por ella? —gritó Malú con la mirada llena de decepción. —¿Por ella me engañaste? ¿Me enamoraste solo por venganza? —increpó—, jugaste conmigo, con mis sentimientos, yo te entregué todo, mi vida entera, fuiste el primer hombre en mi vida, creía que el único, fui sincera. ¿Y tú? —bramó sollozante, y empezó a darle golpes en el pecho—, solo fui el medio que te llevó a acercarte a mi familia, infeliz —vociferó y siguió golpeándolo.

Abel no la detuvo, se dejó golpear, era lo menos que se merecía, las palabras de ella, eran ciertas, y cada una se clavaba como estacas en su corazón.

—Jamás te he mentido. —La tomó de las manos—. Mis sentimientos por ti son ciertos —expresó y la miró a los ojos—. Yo te amo, estoy arrepentido del daño que causé, sé que te lastimé, que te herí, pero estoy dispuesto a remediar el desastre, por favor dame otra oportunidad, permíteme demostrarte que lo que digo es cierto.

Malú apretó los dientes negó con la cabeza, se soltó del agarre de él y lo abofeteó. Abel giró el rostro debido a la fuerza del impacto, la mejilla le ardió, pero más le sangraba el corazón.

—No te creo nada —rebatió Malú—no solo eso, aunque no fueras el ahijado de esa bruja, lo nuestro se acabó.

—¿Como así? ¿Por qué? —cuestionó Abel clavando su oscura mirada en ella.

—Cuando una persona ama en verdad, no lastima, no hace daño, una relación se basa en la confianza, en el respeto, y tú me engañaste con Leticia —bramó María Luisa, varias lágrimas viajaron por sus mejillas—, todas las veces que no llegaste a dormir, que me rechazabas, es porque estabas con ella —gimoteó balbuceando.

Abel abrió sus ojos con sorpresa, frunció el ceño.

—¡Eso no es cierto! ¿Quién te ha dicho eso? —exclamó—, jamás te traicioné, solo no llegaba a dormir, porque no quería sucumbir, porque te amo demasiado, porque me encantas, eres una tentación, y cada vez que te tenía en mis brazos, que te hacía el amor, mis deseos de venganza, se iban al caño —declaró.

Malú se llevó la mano a la frente, caminó por la habitación como una fiera enjaulada.d

—No tiene importancia, la persona que me lo dijo, me abrió los ojos, ya no mientas más, no puedo creerte, ya no confío en ti —aseveró y se llevó la mano a la cabeza—, quiero el divorcio, no deseo volver a verte, ni tener nada contigo —solicitó y salió de la alcoba, decidida a marcharse, pero Abel la detuvo, en el pasillo la agarró del brazo.

—Jamás, nunca te voy a dar el divorcio, eres mía —aseguró, intentó besarla, pero ella no se dejó, forcejearon.

Abel negó con la cabeza.

—No me toques —gritó Malú, el rostro de la jovencita estaba lleno de lágrimas—Ve a la fiscalía, pídeles las pruebas de sus crímenes, yo no miento, ella te utilizó, fuiste un títere más, jamás te amó, esa mujer no quiere a nadie.

—¡No sigas! —gritó Abel.

—¡No me toques! —rugió Malú, y se dirigió a las escaleras.

Abel la detuvo, forcejearon de nuevo, y cuando él la soltó ella no pudo sostenerse del barandal de las escaleras y rodó.

—¡Malú! —gritó Abel a viva voz, sintiendo que el corazón amenazaba con salirse del pecho, cuando la vio caer. —¡No! —exclamó y bajó corriendo casi resbalando por las escaleras. 

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo