Inicio / Chick Lit / ¿De nuevo a tu lado? / Capítulo 5: ¡Eres igual de falso que Abel!
Capítulo 5: ¡Eres igual de falso que Abel!

Varios días habían pasado desde el fallecimiento de Malú, Abel se hallaba encerrado en la fría celda, desde la penumbra su entristecido corazón no hacía otra cosa que rememorar, los instantes que vivió junto a su mujer. 

—Todo habría sido tan distinto —susurró con la voz apagada, mirando el techo de la celda—, ahora estaríamos juntos, esperando a nuestro bebé —expresó conteniendo las lágrimas que pugnaban por salir de sus ojos. 

 Sostenía en sus manos en una fotografía de ella. Miraba su azulada mirada llena de resplandor, su amplia sonrisa, su rostro era el más bello que alguna vez contempló en alguna mujer, pero lo que más le encantaba de ella, era su fortaleza, su rebeldía, ese carácter irreverente. 

—¿Cómo voy a aprender a vivir sin ti? —Se cuestionó. Estiró su mano hacia la fotografía—, ya nada me importa, si no estás a mi lado —aseveró. 

—¡Zapata! —gritó un guardia con áspera voz—, tu abogada te necesita. 

Abel guardó bajó el colchón la foto de su amada. Se puso de pie y se acercó a la reja, el guardia abrió y lo llevó esposado hasta la sala. 

—¡Mi amor! —exclamó Leticia, se lanzó a los brazos de él, pero Abel se quedó estático, parecía una piedra inerte. 

—¿Qué noticias tienes? —cuestionó. 

Leticia se separó de él, rodó los ojos, tomó asiento. 

—Tu querida exesposa, antes de morir les pidió a sus padres que no te acusaran de los delitos que cometiste en contra de los negocios familiares —indicó. 

Abel parpadeó, el corazón palpitó con fuerza, intentó contener las lágrimas y no pudo. 

—Ella era un alma noble, una mujer especial —balbuceó. 

Leticia dibujó una mueca de desagrado en sus labios. 

—¡Está muerta! —exclamó. 

—¡No para mí! —gritó Abel—. María Luisa Duque vivirá por siempre en mi corazón, es y será el gran amor de mi vida —rugió y plantó su oscurecida mirada en su abogada. 

Ella resopló con molestia, apretó los puños. 

—No traigo buenas noticias, aquellos hombres que provocaron el incendio, aseguraron que tú les pagaste —indicó—, se levantaron cargos contra de los sujetos, están en prisión —comunicó—, no pude evitar el juicio, ni la libertad bajo fianza. —Negó con la cabeza. 

—Gracias —dijo Abel, con una expresión de que ya nada le importaba. —¡Guardia! —gritó. 

—¿No te das cuenta? —vociferó Leticia—, tu empresa se está yendo a la ruina, las empresas del gobierno cancelaron sus contratos con nosotros, no pueden trabajar contigo, estando implicado en un asesinato —rugió. 

Abel giró, la observó, y dibujó una mueca de desdén. 

—Que se haga cargo Eduardo, vendan la empresa, no lo sé. 

****

Martín aprovechó que no había nadie para hacer una llamada importante a Manizales. 

—Hola —expuso apenas la otra persona respondió. —¿Cómo van las cosas por allá? —indagó. 

—Para Abel, mal, lo van a condenar, le darán la pena máxima cuarenta años —indicó aquella persona. —¿Y por allá? ¿Cómo van las cosas con ella?

Martín sonrió con suficiencia al escuchar. 

—Malú se porta distante conmigo —resopló—, siento que duda de mí, y eso no me agrada para nada, le mentí acerca de su familia, y pues está convencida que fue Abel el que causó el incendio.

—Debes conquistarla, volver a hacer que se gane tu confianza, no puedes permitir que se te escape —ordenó la otra persona al otro lado de la línea.

—No puedo tenerla encerrada todo el tiempo, sería muy sospechoso.

—Buena suerte —dijo esa persona y colgó. 

****

Malú apretó sus puños con impotencia, al escuchar aquella charla. De un solo golpe ingresó a la alcoba de Martín.

—¡Eres igual de falso que Abel! —bramó enfurecida—, fingiste ser mi amigo, y ahora me tienes secuestrada —rugió, sus mejillas estaban encendidas.

Martín parpadeó, intentó pensar con rapidez.

—Estás equivocada, jamás te he mentido.

—¡Te acabo de escuchar! —exclamó respirando agitada. —¿Por qué pretendes culpar a Abel de algo que no hizo? —gritó Malú agitando sus manos.

La mirada de Martín se oscureció por completo, las facciones de su rostro se endurecieron más.

—Porque estoy enamorado de ti —confesó. —¿Por qué Abel siempre debe tener lo mejor y yo no? —cuestionó y como una fiera al acecho empezó a acercarse a Malú.

Ella retrocedió a ver sus intenciones, percibió como un escalofrío le recorría la columna.

—Eso que sientes no es amor, lo tuyo es obsesión, no se puede construir una relación, con base a engaños, pisoteando a otros —reclamó, y siguió caminando hacia atrás.

—Voy a lograr que me ames —sentenció y en un par de zancadas la tomó con fuerza de los brazos, intentando besarla—. Serás mía.

Malú empezó a forcejear con él, no se iba a dejar doblegar. Giró su rostro en repetidas ocasiones evitando los besos que Martín quería darle, enseguida elevó su rodilla, y golpeó al hombre en la entrepierna.

Martín gruñó adolorido, y se dejó caer. Malú aprovechó y bajó corriendo las escaleras, buscó por todo, y con desesperación las llaves de la casa y del auto. Cuando las encontró y se disponía a salir, percibió un profundo golpe en la cabeza, y todo se convirtió en oscuridad. 

****

No olviden sus reseñas y comentarios. 

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo