Capítulo 62
Gabriela la observó, conmovida por las lágrimas de Concha que caían como un torrente. Un momento después, algo profundo en su memoria se estremeció. Por un instante, Gabriela sintió que esa escena, ese mismo miedo, ya lo había vivido.

El sonido de un retumbar, como un zumbido ensordecedor, comenzó a resonar en sus oídos. En su mente aparecieron imágenes borrosas y monocromáticas. De repente, Gabriela se vio a sí misma, pequeña, encogida en el regazo de Colomba, quien la abrazaba con fuerza en un autobús desvencijado. Colomba temblaba, tratando de controlarse y de mantenerla a salvo.

“Niña, no temas… estamos en el autobús, estamos a salvo. Tú estás segura, cariño, estamos seguras”, susurraba la voz de Colomba.

—Gabriela, ¿Gabriela? ¿Estás bien? —la voz le sonaba lejana, familiar y, al mismo tiempo, casi irreal.

Sin poder reaccionar, Gabriela miraba a través de una ventanilla rota del autobús, fijando su atención en la extensión desierta que se extendía más allá. Todo a su alrededor pare
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