Capítulo 59
Desde el almuerzo, Álvaro había sentido un malestar creciente; atribuyó el mareo y las náuseas a los alimentos crudos. Para cuando terminó su reunión de la tarde, tenía fiebre alta, 39.5°C. Ignoró las recomendaciones de su secretaria de ir al hospital y ordenó al chofer que lo llevara de regreso a la casa que había compartido con Gabriela.

Alicia, en su apuro por ayudar, le había dado un antitérmico que encontró en el gabinete de medicinas. Recordaba su voz diciéndole:

—Por suerte, señora Saavedra tiene todo etiquetado. Si no fuera así, entre tantos frascos, no sabría cuál darle.

Álvaro no respondió, pero al terminarse el medicamento, se levantó y abrió el gabinete. Cada frasco tenía una etiqueta con la ordenada y elegante caligrafía de Gabriela. En otra época, él mismo había elogiado esa letra.

Al cerrar el gabinete, sintió una opresión extraña. Fue entonces cuando Alicia le mencionó la medalla.

—Señor, ayer al hacer la limpieza encontré una medalla en el cuarto de trastos. Creo que p
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