Capítulo 374
Recordó que, desde el principio, se había mostrado muy discreta cada vez que visitaba la casa Saavedra, con el propósito de no crear conflictos… Quizá eso había hecho pensar a algunos que era alguien fácil de menospreciar.

—Que baje —ordenó con calma, dirigiéndose al mayordomo mientras se encaminaba hacia el interior de la mansión.

Alicia estaba tan nerviosa que casi quería revisar a Gabriela desde la punta del cabello hasta los talones, asegurándose de que no tuviera ni un rasguño. El mayordomo, por su parte, alzó la vista hacia la terraza y encontró a Lola—su sobrina lejana—mirando con un gesto de insolencia. Llevaba cinco años trabajando para la familia Saavedra y, amparada en el parentesco con él, a veces se comportaba de forma altanera. Sin embargo, jamás había causado un incidente que pusiera en riesgo a los señores de la casa.

—¡No fue mi culpa! —masculló Lola, cruzándose de brazos—. Ella es la de la mala suerte; ¡con tal de ponerse donde no debe, hasta el macetero quiso caerle
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