Capítulo 380
A lo lejos, el cielo empezó a encapotarse. Era típico del clima en las islas, inestable y cambiante. Sin previo aviso, un aguacero implacable se desató, obligando a la escasa gente que seguía en el cementerio a buscar refugio con prisa.

Álvaro contempló la fotografía de Colomba mientras las gotas empapaban la superficie. El agua desdibujaba aquella expresión amable, y por un segundo pareció que la imagen lloraba.

Con gesto impasible, apartó la mirada y emprendió camino de regreso.

La lluvia, en lugar de amainar, se intensificó. Cuando llegó al pie de la colina, volvió a toparse con el Orfanato Mar de Cristal y, otra vez, sus ojos se posaron en el gran árbol. Gabriela le había hablado en incontables ocasiones de ese lugar. ¿Sería porque, de algún modo, ese árbol representaba los recuerdos más hermosos con su antiguo prometido?

Las manos de Álvaro se cerraron en puños, conteniéndose al máximo. Sin dudarlo más, siguió avanzando por la calle inundada, mientras la lluvia dibujaba cortinas g
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