Capítulo 384
—Sí, me invitaron a almorzar unos parientes de la familia García, quienes me ayudaron a volver a Midred. Es Año Nuevo, así que no podía decir que no —explicó Gabriela.

—Ah, entiendo —respondió Cintia, soltando un largo bostezo. Dejó intacto el jugo que Gabriela le sirvió y pidió un café bien cargado. Lo bebió como si fuera un trago amargo, de un solo tirón.

—Por cierto, ayer despedí a una empleada. ¿El mayordomo te lo comentó? —preguntó Gabriela.

—Sí, justo iba a sacarlo a colación. ¿En qué estaba pensando al atreverse a hacerte esa jugarreta? Si fuera por mí, la hubiera hecho quedarse para escarmentarla como se merece —dijo Cintia, con evidente rabia.

—Tienes cosas más importantes de las que ocuparte. No valía la pena.

—¡Encima se atrevió a esparcir calumnias de mi hermano! Todo el mundo sabe que antes era la personificación de la austeridad, ¿no? Aunque viniera la modelo más bella a insinuársele, la despachaba sin contemplaciones. ¿Cómo iba a querer tener un hijo con una desconocida?
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