—¿En serio quieres llegar a tanto? A fin de cuentas, es tu gemelo —murmuró Mattheo, como si no estuviera del todo de acuerdo, pero sin mostrar un interés real por disuadirlo.—El destino es así. Desde que nacimos, hemos competido. Al inicio tenía el cuerpo más débil y él «ganó». Pero ya que después el triunfo fue mío, no pienso darle la oportunidad de ponerse a mi altura de nuevo. Haberlo dejado vivir todos estos años fue mi único error —afirmó Álex, con una frialdad inquebrantable.Mattheo guardó un momento de silencio y acabó diciéndole con absoluta sinceridad:—Alvi, eres mejor que yo. Llevas la determinación de un verdadero líder, algo que nunca pude desarrollar. El futuro de la familia Saavedra se sostendrá en tus manos.—Mi tío es un hombre noble —replicó Álex.—No tanto. Si fuera tan noble, cuando descubrí la situación en la que estaban tú y tu madre, habría dado la cara por ustedes sin dudar —confesó Mattheo, con un suspiro.—Tío, ya has hecho mucho por mí todos estos años —res
—¿Gabriela, de verdad eres tan desagradecida? —repuso Iliana, con el rostro ensombrecido.—¿Y esperas que les dé las gracias? ¡Si no fuera porque Mattheo alertó al demente de la existencia de Emiliano…!De pronto, Gabriela se quedó con la frase en la boca.Iliana se echó a reír con una pizca de crueldad:—¿Crees que sin ese loco de Álex, Emiliano habría escapado de alguien incluso más trastornado como él? ¿De verdad piensas que ustedes dos hubieran podido tener un final feliz? ¡No me hagas reír…!Gabriela notó que su mano, sujetando el álbum, se tensaba hasta que los huesos le dolieron.—La verdad es que deberías estar más resentida con Sofía que con nadie —continuó Iliana, en un tono venenoso—. Ella fue quien reveló el secreto de tu madre y desencadenó la muerte de tus padres. De no haber sido así, habrías crecido cómodamente en la familia García, comprometida con Emiliano desde la infancia. Imagínate: dos dinastías financieras uniendo lazos con una boda fabulosa, ¡una ceremonia de es
Mientras tanto, en otro lugar, Kian—aunque Álvaro le había dicho que no se metiera—no podía quedarse de brazos cruzados tras enterarse de que Gabriela había ido por su cuenta al Hospital Serrano Verde, un lugar tan impredecible donde además Noelia había desaparecido recientemente. Apenas terminó de hablar con Álvaro, Kian salió disparado hacia allá. Pero, justo al estacionarse, recibió la llamada de Gabriela:—¿Señorita? —contestó, con voz atenta y respetuosa.—Necesito entrar a la habitación de Mattheo.—¿Cómo? ¿Por qué…? Mire que estamos en plenas fiestas, no es nada aconsejable acercarse a ese sujeto tan nefasto. Mejor espere a que el señor regrese y…—Si no eres capaz de decidir, pregúntale a Álvaro. Y si no, yo misma entraré por la fuerza con mis hombres —lo atajó ella con un tono helado.A Kian se le heló la sangre.—De acuerdo —acertó a decir con voz temblorosa, y antes de que pudiera añadir algo, Gabriela colgó.***El auto se detuvo lentamente frente a la antigua casona de la
El ceño de Álvaro se endureció. Con razón no habían podido ubicar a Noelia. Resulta que se ocultó en la boca misma del lobo.Dentro de la sala, Oliver había colocado algunos documentos sobre la mesita de madera tallada. Luego miró a Noelia y a Iker:—A pesar de la rivalidad actual, las familias García y Rojo han sido aliadas por generaciones. Por la memoria de Octavio, no me gustaría dejarlos a su suerte. Aquí tienen algunas opciones de destino: lugares apartados donde podrían comenzar de cero. Elijan adónde quieren ir. En cuanto decidan, me encargaré de que salgan cuanto antes.—¡No pienso irme! —gimoteó Noelia, frotándose los ojos enrojecidos—. Alvi está siendo engañado por Gabriela; solo de imaginarlo me retuerzo de rabia. Y me duele pensar en lo que él sufre. Ya sé que no me quiere, que quedarme es peligroso, pero no me importa. Quiero estar con él.Carmen, con el gesto tenso y visiblemente más envejecida de lo habitual, negó con la cabeza:—¿Por qué sigues tan encaprichada? Lo que
—¿Qué dices? —Oliver se puso de pie con el ceño fruncido—. ¿Te has vuelto loco?Sin responder de inmediato, Álvaro sacó un fajo de documentos de su bolsillo y, con un gesto, los lanzó al aire como si esparciera pétalos. Uno de ellos aterrizó en las manos de Carmen. Al mirarlo, un estruendo pareció sacudir su mente y la sangre se le heló. Era una foto de Emiliano, jovencito y erguido en una cancha vacía, sonriendo con un aire de resignación a la cámara.—Alvi… —murmuró Oliver, empalideciendo, poniéndose en pie también.Álvaro contempló sus reacciones y comprendió que sus sospechas se confirmaban. Hacía tiempo que se preguntaba por qué, tras haber sido expulsados de Midred, esos dos seguían tan tranquilos, con la aparente excusa de «viajar a la playa». ¿Por qué los archivos de Emiliano habrían desaparecido de forma tan oportuna?Gabriela jamás lo habría permitido, pues atesoraba hasta el último recuerdo de él.La única explicación plausible le señalaba a sus abuelos maternos.Al pensar e
Al marcharse de la isla, se llevó la foto consigo.Cuando él regresó a Midred, el matrimonio de Gabriela y Álvaro ya estaba acordado. En ese entonces, Iker y su esposa, Ivana, habían concertado el compromiso de Noelia y, además, les pareció conveniente que Gabriela asumiera la responsabilidad de aquel «caos» llamado Álvaro. Sumado a esto, Oliver y la familia Rojo ofrecieron ciertas condiciones para que él y su esposa no causaran problemas.Iker, ante la promesa de un beneficio significativo, decidió guardar la foto en una caja de seguridad de uso personal, de la cual solo él conocía la clave. Más tarde, cuando Álvaro empezó a consolidar su poder, esa imagen se convirtió en un arma perfecta para presionar a Gabriela. Siendo sincero, cuando Noelia regresó, llegó a pensar en revelar la foto para que Álvaro se divorciara de Gabriela de inmediato. Pero al final, algo lo hizo dudar. Aunque Iker sentía envidia por Luis, era cierto que su hermano mayor siempre lo había tratado bien. Y, después
«No soportaría seguir viviendo…»Esas palabras resonaron en Álvaro como una ventisca helada que desgarraba su corazón ya hecho trizas.—¿Recuperar todo lo que le di? —repitió, mirando a la anciana que lloraba sin cesar—. Tal vez pueda recuperar mi dinero, pero… ¿cómo recupero mi corazón?Carmen se estremeció, sintiendo que el mundo se le desmoronaba.—La amo. La amo tanto que estoy perdiendo la razón —dijo Álvaro con la mirada fija—. Nada habría llegado a este extremo si me lo hubieran contado antes. Habría frenado mis sentimientos a tiempo, los habría cortado de raíz.—Alvi…—Pero ya todo se salió de control. ¿Qué puedo hacer ahora? —agachó la mirada, con una sonrisa llena de amargura—. Solo destruirlo todo. Dime tú, abuela, ¿qué otra opción me queda?—¡No hables así! —exclamó Carmen—. Escúchame aunque sea esta vez… ¡Te lo suplico!—Abuela, parece que no entiendes. Cuando digo «destruirlo todo», ustedes también quedan incluidos. Está claro que quieren más a Gabriela que a mí —respondi
—Por lo que nos contaron —explicó Oliver con voz queda—, naciste primero y sin complicaciones, llorando con fuerza. En cambio, tu hermano tardó mucho en salir. Quizá ya venía débil o pasó demasiado tiempo atorado. Nació con la respiración muy frágil, y Eliseo —que creía en tonterías de astrólogos— pensó que ese niño le traería mala suerte. Además, el primogénito se consideraba un motivo de celebración para la familia Saavedra; reconocer abiertamente que otro bebé había muerto se vería muy mal. Por eso ocultaron su existencia. Aparte de tus padres, casi nadie supo jamás que él nació.Carmen no dejaba de llorar, con el pecho oprimido por la pena.Carmen sentía que el corazón se le partía en mil pedazos al imaginar que tenía otro nieto, y que ese pobre muchacho hubiera tenido que soportar una vida tan dura, creciendo como huérfano en un orfanato de un lugar miserable. Le dolía recordar cómo, tiempo atrás, se empeñó en pelear con su hija. Si la hubiera apoyado mientras esperaba a los gemel