Capítulo 399
—Por lo que nos contaron —explicó Oliver con voz queda—, naciste primero y sin complicaciones, llorando con fuerza. En cambio, tu hermano tardó mucho en salir. Quizá ya venía débil o pasó demasiado tiempo atorado. Nació con la respiración muy frágil, y Eliseo —que creía en tonterías de astrólogos— pensó que ese niño le traería mala suerte. Además, el primogénito se consideraba un motivo de celebración para la familia Saavedra; reconocer abiertamente que otro bebé había muerto se vería muy mal. Por eso ocultaron su existencia. Aparte de tus padres, casi nadie supo jamás que él nació.

Carmen no dejaba de llorar, con el pecho oprimido por la pena.

Carmen sentía que el corazón se le partía en mil pedazos al imaginar que tenía otro nieto, y que ese pobre muchacho hubiera tenido que soportar una vida tan dura, creciendo como huérfano en un orfanato de un lugar miserable. Le dolía recordar cómo, tiempo atrás, se empeñó en pelear con su hija. Si la hubiera apoyado mientras esperaba a los gemel
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