Capítulo 342
En ese entonces, Gabriela apenas se recuperaba de su encuentro con la muerte. Ni siquiera podía moverse del todo bien y debía usar una silla de ruedas. Por culpa de aquel secuestro casi había perdido la vida. El enojo de Álvaro, luego de lo ocurrido con Mattheo, seguía ardiendo, y arremetía con dureza contra quienes lo habían traicionado; no pensaba dejar títere con cabeza, incluyendo a esta tía, ni a ninguno de la familia Saavedra.

—Y también ustedes —prosiguió Álvaro, dirigiendo una mirada de disgusto al resto—. Si Gabriela no hubiera dicho que, a fin de cuentas, son de mi sangre y no quería que fuera tan implacable, ¿de verdad creen que seguirían gozando de sus riquezas y privilegios actuales? El fin que tuvo la familia de Mattheo es el que habrían tenido ustedes.

—¿Cómo puede ser? —la tía se mostró incrédula—. Tú jamás te comportaste así con ella, ¿qué caso tenía que te lo pidiera? ¿De veras la escuchaste?

Álvaro sonrió:

—¿Y por qué no? Es mi esposa.

Sí. En el pasado, Álvaro no se
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