Capítulo 346
—Con razón el muchachito que está afuera se sentía tan valiente; parece que lo trae en la sangre, —intervino Álvaro con una sonrisa mordaz.

De inmediato cayó un silencio sepulcral en la sala; se podía escuchar hasta la respiración entrecortada de los presentes. Un escalofrío le recorrió la espalda a Jesús, percatándose por fin de que habían ido demasiado lejos.

—Mi hermana vino a la reunión familiar en mi lugar, —continuó Álvaro—, y acabó acusada de robo en su propia casa, pasando la noche en los separos de la policía. Ahora mi esposa quiere esclarecer la verdad para que no queden dudas, ¿y resulta que eso es «no respetar a los mayores»?

—Señor Saavedra… —comenzó Jesús.

—¿No creen que me han subestimado demasiado? —lo atajó Álvaro—. ¿O será que he sido tan complaciente con ustedes que olvidaron lo que realmente puedo hacer? Si quiero defender a mi hermana, no necesito «investigar» nada. Gabriela es quien insiste en no culpar a nadie injustamente, y por eso me presto a esta pérdida de t
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