Capítulo 307
Le costaba dilucidar si se parecía más a su padre o a su madre.

Sofía, por su lado, consiguió reponerse un poco dentro de la casa, pero al cruzar la mirada con su padre, se quebró en un llanto desgarrador. El silencio de su voz se hacía más trágico porque todo su sufrimiento se veía reflejado en su rostro. Aquello le partía el alma a Oliver.

—Hija, si Luis se entera de que estás así, se preocuparía muchísimo por ti… —trató de calmarla.

Entonces, Sofía hizo señas con el gesto descontrolado de quien se siente culpable de todo:

—No lo haría… No me perdonará jamás. ¡Lo maté a él y a su familia! ¡Merezco morir, merezco morir!

Sin previo aviso, empezó a abofetearse. Oliver se horrorizó y, tras verla propinarse dos golpes, reaccionó para sostenerle las manos y evitar que siguiera lastimándose.

—¡Sofía, no digas disparates!

—Fui yo… todo fue por mi culpa… —gimió ella, con la mirada perdida y un aire de locura.

La gente en aquel lugar era mucha y las conversaciones podían oírse fácilmente, así
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