Leonardo Greco es el CEO y dueño de un pequeño hotel en la costa italiana, con toda la voluntad de enfrentarse a su familia para salvar su patrimonio y salir adelante; por desgracia eso no cambia el hecho de que es un veinteañero consentido. Angélica De Luca lo aventaja en ocho años de experiencia, en su profesión y en la vida, y ciertamente los únicos berrinches que soporta son los de su hijo adolescente. Cuando Leo decide que su única alternativa es aprender de los mejores empleados de su padre, colarse en su hotel como un cliente encubierto le parece la solución perfecta. Sin embargo en sus planes no está que la mejor ejecutiva de ventas del negocio fuera una mujer como ella, capaz de abrirle los ojos a una realidad diferente, a un objetivo por el que vale la pena pelear, y a sentimientos que van más allá del simple deseo de un hombre por una mujer. Porque eso sí, si de algo es capaz Angélica De Luca es de conquistarlo con esa mirada asesina que pareciera gritarle cada cinco segundos: "¡Sit, sit, CEO malo! ¡CEO malo!"
Leer másEl quinto aniversario de bodas de Leo y Angélica era una fecha que merecía ser celebrada de manera especial. Leo, siempre atento a los detalles, había planeado una sorpresa única para su amada esposa, así que después de desayunar en su restaurante favorito, Leo la levantó en sus brazos con un gesto coqueto y la miró con un brillo especial en los ojos.—¡Feliz aniversario, ángel! —dijo él con una sonrisa radiante—. ¡Ahora, con tu permiso, te voy a secuestrar!Angélica se dejó llevar sin protestar, aunque un poco preocupada sí estaba porque sobra decir que a veces su esposo se ponía demasiado ocurrente; pero muy pronto llegaron al aeropuerto y Angélica descubrió que ya tenían un vuelo privado esperando por ellos. Sus ojos se iluminaron al instante porque sabía lo que aquello significaba.—¿Nos vamos de vacaciones solos? —preguntó con asombro.—¡Sí, nos vamos a Viena! Gianni tiene un concierto allí dentro de dos noches, va a hacer su debut acompañado de la mejor filarmónica del mundo, y
Un añito, la princesa de la casa estaba cumpliendo un añito ese día, y por supuesto que la celebración no podía hacerse esperar.Leo y Angélica estaban más que emocionados y habían preparado una hermosa fiesta en medio del jardín. Todos sus amigos estaban invitados y Gianni era el centro de atención porque a aquella hora tocaba a Mozart en versión infantil ¡porque primero muerto de enseñarle a su hermana "Los pollitos dicen pío pío pío" antes que a uno de los grandes!Todos los niños estaban empezando a llegar y, junto con sus padres, iban divirtiéndose en los juegos que había en el jardín. Leo dejó atrás la algarabía y se fue a buscar a su flamante esposa por toda la casa. Entró sigilosamente a la cocina, donde ella estaba, y la sorprendió levantándola por la cintura para darle un coqueto beso en el cuello.—¡Uy uy uy, alguien quiere sexo desenfrenado esta noche! —sonrió Angélica, y Leo puso una cara de sorprendido que nadie se tragaba.—¿Puedes decir eso solo por un besito?—Pues cl
Tres meses después del nacimiento de su hija, Angélica y Leo estaban ocupados preparándose para el segundo día más importante de sus vidas: su boda. Habían decidido celebrarla en el “Bella Ragazza”, porque finalmente aquel era el hotel que había logrado reunirlos y era un lugar al que tenían especial cariño.Además, querían compartir ese momento mágico con sus amigos, familiares y colegas. La noticia de la boda había sido recibida con alegría y entusiasmo por todos, y la expectativa estaba en su punto máximo.El gran día finalmente llegó, y el hotel estaba decorado de manera espectacular. Las flores adornaban cada rincón, y una alfombra blanca conducía al altar improvisado en uno de los amplios jardines, donde los novios iban a darse el “sí”. El clima estaba perfecto, y todo parecía estar alineándose para que fuera un día inolvidable.Angélica se encontraba en la habitación presidencial del hotel, rodeada de sus damas de honor, mientras Leo esperaba nerviosamente en el altar. Su pequ
—¡No me voy a desmayar! ¡No me voy a desmayar!El sopapo en la nuca hizo que Leo se despabilara, y Gianni lo zarandeó por las solapas de la chaqueta mientras Angélica gritaba de dolor, y los médicos la animaban para que aquella bebé terminara de salir.—¡Tú no te vas a desmayar! ¡Yo no me voy a desmayar! ¡Nadie se va a desmayar aquí! —le dijo con vehemencia hasta que escuchó aquellos chillidos estridentes de su hermanita.Los dos se giraron para ver a la bebé recién nacida, y los enfermeros detrás de ellos hicieron espacio aguantando la risa mientras los veían caer.—¡No, nadie se ha desmayado aquí! —dijo uno de los médicos, y a pesar de todo Angélica tuvo que reírse por el par de inconscientes, —literalmente—, que habían quedado en su salita de parto.—Es una niña preciosa y está muy sanita —dijo la neonatóloga poniéndola en sus brazos, y Angélica sintió que se derretía al ver la carita de su pequeña bebé.Eso sí, chillaba que daba gusto, a tal punto que pocos segundos después, tanto
Angélica miró a su hijo con cara de “¿Qué demonios?”, pero la expresión realmente épica era la de Leo, que parecía tardarse aún un poco en procesar aquella noticia.—¿Es en serio? ¿Es en serio, ángel? ¿¡Tenemos un gusanito ganador!? —preguntó mientras llegaba hasta ella y la abrazaba por la cintura—. ¡Dime que no es una broma, por favor!—No, amor, claro que no es una broma, simplemente se suponía que te daríamos la noticia de una manera más bonita —suspiró ella torciéndole los ojos a Gianni, sin embargo Leo negó al instante.—Pero, ¿qué más bonito lo quieres? ¡Si el espermatozoide ganador es mío! —gritó él abrazando a Gianni también, y los dos se pusieron a saltar como si tuvieran cinco años—. ¡Vas a tener un hermanito!—¡Y tú no vas a dormir en tu vida!—¡Sí voy, porque tú le vas a practicar en el oído todos los días para que el nene se duerma! —replicó Leo, y hasta chocaron los cinco mientras Angélica los miraba con ternura.—Solo espero que salga niña —murmuró mientras aquella fel
Leo no tenía otra forma de decirlo: la vida se había vuelto elemental y hermosa desde que Angélica y Gianni se habían mudado con él. En solo un mes todo había cambiado demasiado, comenzando con el hecho de que ahora tenía que ser un adulto muy muy responsable y, sobre todo, un ejemplo para Gianni. Así que, además de la obvia razón de que estaba enamorado hasta los huesos, también se aseguraba de tener siempre hermosos detalles con su madre para que él viera muy bien cómo debía tratarse a una chica.En el trabajo las cosas iban avanzando. Les tomaría un par de años recuperar todo lo que se había invertido, pero mientras tanto el hotel era un éxito y todos estaban ganando muy bien. La lista de espera ya había ascendido a casi un año.Por supuesto, los problemas no se habían hecho esperar demasiado. A su padre casi le había dado un colapso cuando la noticia del lanzamiento del "Bella Ragazza" se había hecho público y lo había asociado finalmente con el antiguo hotelito que llevaba años a
Después de salir de la comisaría, Leo, Gianni y Angélica se dirigieron al hotel donde todos sus amigos los estaban esperando ya. Aurelio solo se había ido después de que Angélica y Gianni habían regresado con la certeza de que podrían sacarlo, y se había ido al hotel primero a preparar una pequeña celebración junto con Greta.La atmósfera estaba cargada de alivio y felicidad, sabiendo que las cosas habían podido resolverse antes de que Leo tuviera que dormir su primera noche en la cárcel por una injusticia.—¡Dime por Dios que todo está bien! —pidió él abrazando a sus amigos y ellos sabían a qué se refería.—Tranquilo. Hemos logrado mantener el asunto fuera de la prensa, lo que significaba que el hotel estaba a salvo de cualquier atención no deseada.—¡Bendito sea Dios!—¡No, no! ¡Bendita aquí la hermosa señorita que ha logrado mantener a los medios controlados y a mi corazón también! —sentenció Aurelio mirando a Greta y ella levantó una ceja divertida.—¡Tú lo que quieres es un revol
El ambiente estaba cargado de tensión mientras todas las miradas se concentraban en Alessio Santoro: la de decepción de su padre, la de amenaza de Fabio Di Sávallo, la de determinación de su hijo y la de Angélica, que gritaba silenciosamente un: “Te voy a descuartizar si no quitas esa denuncia”.Él quería mantenerse firme en su decisión de no retirar la denuncia que había presentado contra Leo, pero sabía que la amenaza de su padre de dejarlo sin sustento lo ponía contra la espada y la pared. No tenía de qué vivir si le quitaban esa asignación mensual que Lisandro le daba, y con la que mantenía su casa y a su mujer.Miró a su padre con determinación en los ojos y trató de defenderse en vano.—¿¡Y por qué tengo que retirar la denuncia, papá?! ¡Ese tipo me golpeó en la cara, y no puedo dejar que eso quede impune!Lisandro dejó escapar un bufido de impotencia y se adelantó hacia él, mientras apretaba las manos en puños.—¡Te golpeó porque pretendías usar a mi nieto para tu propio benefi
Alessio Santoro se paseaba muy orondo por los jardines de la casa de su padre. Sabía porque el viejo lo había mandado a llamar y sabía que tenía todo que ver con Gianni. Obviamente no podía llevar al mocoso, pero si podía inventarle una excusa y estaba seguro de que bastaría decirle cualquier cosa que le hiciera sentir orgulloso para que su padre dejara de molestar. Así que cuando entró por la puerta de su despacho lo primero que hizo fue sonreírle con la misma falsedad con que se había dirigido siempre hacia él, le dio un beso en cada mejilla y luego tiró de una de las butacas para sentarse frente a su padre. —¡Qué gusto me da que me hayas llamado, pero por desgracia me fue imposible traer a Gianni! Estoy seguro de que querías verlo, pero lamentablemente no pudo venir y me pidió que lo disculpara mucho contigo. —Pues tampoco es que esté pidiendo mucho, solo quiero ver a mi nieto de vez en cuando —protestó Lisandro. —Te entiendo, de verdad te entiendo, papá, pero también tenemos qu