Libertad

Roberto tomó las dos manos de la joven y le ayudó a saltar de la cabina, Aura se giró para tomar a su hija en brazos, que se encontraba aún medio dormida, mientras el amable hombre tomaba la pequeña maleta que durante la noche había organizado para la joven.

- ¿De dónde salió esa maleta?.- Aura preguntó curiosa al ver al hombre arrastrandola tras él.

- La compré anoche. Es de segunda mano pero es mejor que el bolso que traias.- Roberto respondió. - Ahí guardé el dinero que portabas y las joyas con su respectiva documentación para que no te surjan problemas. También te compré algunas cosas que vas a necesitar y un bolso de mano que contiene todo lo de uso personal.

Aura negó con su cabeza, mientras un guardia les abría las puertas de cristal del enorme aeropuerto. La mujer miró todo con asombro, era la primera vez que veía algo así. Sí de afuera se veía precioso, por dentro era espectacular.

Roberto la tomó del brazo y la guió hasta una de las recepcionistas.

- Buenas tardes señorita. Boletos de segunda clase para Grecia, en el vuelo que arriba en 15 minutos.

La mujer miró al anciano de mala forma, mientras los tomaba y verificaba.

- ¿Sí sabe que viene tarde verdad?.- La mujer lo miró altaneramente.

- Sí. Pero los boletos los hemos comprado, no robado. Además, el avión aún no despega, pero si usted sigue hablando estupideces y no hace su trabajo, perderé el vuelo, será su culpa y usted responderá por ello.- Aura entregó su pasaporte y el de la niña, mirandola de la misma forma. De algo había servido juntarse con serpientes, pensó para sí misma.

La mujer la fulmino con la mirada, pero ya no le respondió. Se apresuró a registrarla, pedirle que firmara los documentos necesarios y regresarle sus documentos.- Puede pasar a que verifiquen el equipaje y subir al avión. Buen viaje.- La mujer le sonrió hipócritamente, a lo cuál Aura también respondió de la misma manera.

- Perdóname, no pude conseguir mejores boletos.- Roberto confesó avergonzado, mientras avanzaban al lugar indicado por la mujer.

- Tranquilo. Lo importante es que los conseguio, lo cual le agradezco infinitamente, ahora ya podré largarme de aquí. Además no es su culpa que nadie le haya enseñado modales a esa mujer.

Aura volvió a sonreirle, mientras Berenice se incorporaba en sus brazos bostezando y estirandose, observando todo con curiosidad. Aura desvío su mirada del hombre que después de revisar la maleta, ponía el nombre en ella debido a la situación de la joven, para centrar la mirada en su amada pequeña.

- ¿Dónde estamos mami?.- La pequeña miró a su mamá con sus enormes ojos pardos, idénticos a los de ella, con interés y curiosidad. - ¿Ya nos vamos?.

Aura asintió. - Sip. Ya nos vamos.

La joven de ojos pardos sonrió con dulzura, antes de depositar un beso en la cabeza de su pequeño sol, no sin darse cuenta de la mirada cargada de lástima que le dirigía uno de los guardias. Fue hasta entonces que cayó en la cuenta que probablemente los golpes en su rostro debían verse horribles, y la ropa que llevaba no era muy acorde al lugar, por lo que desvió la mirada con grande vergüenza.

Nunca entendió que había hecho mal para merecer aquel suplicio. Se preguntó varias noches, mientras trataba de recordar su vida entera, tratando de saber porque su vida era tan injusta. Buscaba errores por doquier, que hubiese cometido sin querer para tratar de remediarlos y ver si podía cambiar su suerte, pero parecía que el único error atroz que había cometido y por el cual pagaba tan alto precio, era haber nacido. Y por eso había intentado eliminar aquel gran error que era su existencia.

- Último llamado a los pasajeros del vuelo 108 con destino a Athenas, Grecia para abordar. Entrar por la puerta de abordaje número 10, el vuelo despega en 10 minutos.

La voz que resono en todo el aeropuerto la sacó de sus cavilaciones, obligándole a regresar a la realidad.

- Es tu vuelo muchacha, date prisa. Y toma- Roberto empujó a Aura hacia la puerta indicada, mientras le entregaba un papel.- Es mi número de teléfono para que te comuniques conmigo cuando llegues.

- Gracias por todo Roberto, estoy en deuda con usted- Aura intentó girarse para despedirse, pero Roberto rápidamente la ahuyento con sus ademanes.

- Sí, sí. Pagame con subirte de una vez al avión.

Aura asintió, mientras una risa abandonaba sus labios, se dirigió hacia a la puerta indicada, en la cuál ya la esperaban.

- Adiós Señor amable, nunca voy a olvidarlo.- Berenice agitó su manita hacía Roberto, quien se echó a reír mientras le gritaba: -¡Portate bien y cuida mucho a tu madre, estudia y nunca dejes de ser feliz!.

Aura subió las escaleras del avión con la niña en brazos. Una aeromoza la guió hasta sus asientos, mientras se cerraba la compuerta del avión y una voz les avisaba que se abrocharan los cinturones. La joven miró por última vez a través de la ventana al buen hombre que se alejaba. Esperaba que estuviera bien y que aquel desquiciado jamás descubriera que él le había ayudado.

El avión corrió por la pista y se elevó. Ella suspiró, mientras Berenice tomaba su mano y apoyaba la cabeza en su brazo. Por fin era libre. Por fin podría comenzar de nuevo y escribir una nueva historia.

El camino sería difícil, estaba segura, pero nada comparado con lo que dejaba atrás.

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