- ¿Conseguiste lo que te pedí?.- El hombre preguntó con voz neutra, mirando a su acompañante, el cuál vestía un pulcro traje blanco que lo confundía con los demás doctores del lugar.- Sí señor. Todo está listo, tal cuál usted ordenó.- El otro respondió de la misma forma, mientras le mostraba la jeringa con aquel líquido incoloro en su interior.- Bien.- El hombre asintió.- Entonces haz lo que tengas que hacer. Si lo logramos, ten por seguro que te recompensare.El otro sólo asintió, antes de acercarse al gotero intravenoso y verter en este el contenido de la jeringa.- Dentro de una hora comenzará a sentir sus efectos.- Murmuró antes de guardarla en el interior de su chaqueta cuidadosamente.- Bien, puedes retirarte hasta que sea la hora.- Con permiso señor.El hombre asintió satisfecho, mientras una sonrisa casi tétrica deformaba sus facciones, observando como uno de sus hombres salía de la habitación.- Ya me funcionó una vez y esta, no será la excepción.- Miró el gotero, dónde no
Observaba por la pequeña ventanilla todo el paisaje que las nubes y la altura le permitían, tratando de no sucumbir al aburrimiento.Eran pocas horas de vuelo, más sin embargo, no podía evitar sentir que los minutos pasaban lentamente.Se acomodó nuevamente en su asiento y sacó el móvil del bolso de su pantalón.Desbloqueó la pantalla y presuroso, fue hacia la galería.Miró embelesado la fotografía que había tomado tiempo atrás y la cuál le había ayudado a mantenerse firme, siendo su fuerza cuando sentía que estaba a punto de darse por vencido.- ¿Se le ofrece algo señor?.- Una hermosa mujer con uniforme de azafata, preguntó amablemente.- No, gracias señorita.- Bueno.- La mujer le sonrió con algo de coquetería que le fue imposible ocultar.Él simplemente rodó los ojos, acostumbrado a aquellas atenciones innecesarias.No se consideraba guapo en absoluto.Su cabello achocolatado al igual que sus ojos, su rostro redondo, su nariz un poco alargada y su mentón bastante pronunciado, desde
- ¿Estás segura de esto?.- Alexein preguntó por milésima vez, según le pareció a Aura.- Ya te dije que sí Alexein, tranquilizate por favor.- Perdón, es que.... ¡Dios!, ¡No quiero verte sufrir nuevamente por ese canalla Aura!, No quiero... No quiero que cada recuerdo que lo involucre te haga llorar de nuevo.- Estás conmigo mi amor.- Aura tomó el rostro del ojigris entre sus manos.- Si estás conmigo, podré hacerlo. Tú y Berenice son mi fuerza.El ojigris resopló no muy convencido, más sin embargo, ya no siguió protestando.Anhelaba desesperadamente protegerla de todo, pero, sabía que no podía, más sin embargo, siempre estaría ahí, para ella.De eso no había duda.El ojigris pisó el acelerador, cuándo el semáforo cambió de rojo a verde.Orien les había llamado para informarles todos los pormenores sobre el arresto de Fernando, por lo que había citado a Aura y a Mariana a declarar en su contra y poder conseguir la pena máxima.Aura no había dudado en aceptar al igual que Mariana, quien
Eran las siete de la noche y todo gritaba lujo y esplendor en toda la mansión. Fernando de la Rosa había lanzado la casa por la ventana, y más allá de un recibimiento cálido, era también la oportunidad perfecta para derrochar dinero a lo grande y presumir de su vasta riqueza. Quería demostrar a los Ferrer por que él era su mejor opción como socio. Era un experto en negocios y había construido su imperio desde cero. Era inteligentemente frío y calculador. Un tigre sin escrúpulos en los negocios y en cualquier ámbito de la vida, todo un prodigio de los números y el análisis. Llevaba años intentando conectar con aquella rica y poderosa familia y por fin lo había conseguido. Una hermosa mujer se encontraba en una enorme habitación color rosa, con una cama tamaño king, una cama estilo cuna, y un enorme guardarropa que cubría una de las paredes. También había un enorme tocador, una enorme puerta caoba que daba a un baño muy grande, una zapatera y un depósito de juguetes.La habitación ten
Avanzó con decisión, pero de improviso, una fuerza externa detuvo sus pasos.- Algún día el se cansara de ti, te desechara como lo que eres: un cacharro viejo e inútil recogido de la calle y te lanzará al mugrero del que nunca debiste salir.- Mariana enterró las uñas en el brazo de la joven, cuando la halo con fuerza antes de que traspasara el umbral. No podía soportar que aquella mujer la ignorara de forma tan humillante. - Y tú no tienes la más mínima idea de cuán feliz sería de volver a mi mugrero.- Aura la miró de soslayo, mientras de un tirón se zafaba de su agarre y alisaba las arrugas en la manga de su vestido.- No sabes cuánto agradezco que mujeres como tú se crucen en su camino, es una bendición que todas las noches pido sea eterna. Aura se giró para seguir con su camino, batiendo su hermosa y bien cuidada cabellera en las narices de la pelinegra, provocando que esta la mirara cómo si quisiera despedazarla con sus propias manos. Lástima que eso era suicida, ya que Fernando
La cena transcurrió tranquilamente, entre pláticas de negocios y otras tantas cosas más. Al menos para los demás. Aura trataba de sonreír lo más naturalmente posible, aún cuando su corazón se sentía inquieto ante las expectativas de aquella noche, y la mirada de Luciano que parecía desnudarla y quemarla con el fuego que danzaba en sus ojos y odiaba esa maldita sensación con toda su alma.Se sentía como un jugoso trozo de carne fresca frente a un tigre hambriento, que no dudaría en desgarrarla sin ningún pudor. Empezó a sentirse angustiada, temiendo con toda su alma que aquel hombre echara a perder sus planes, pues podía percibir que Fernando estaba enfadado y se portaba de manera más posesiva de la normal, por aquella atención que ella no había pedido. Y eso podía causarle problemas. Empezó a sentirse realmente mal, sus manos sudaban y el aire faltaba en sus pulmones. Estaba sufriendo un ataque de pánico y no era bueno, no si quería ser libre. No si quería alejarse de aquella vida q
Aura intentó defenderse, pero su cabeza punzaba y sentía el estómago revuelto debido al golpe en su cabeza, de cuya herida, la sangre escapaba sin detención. - Abre la boca.- Con un fuerte tirón de su cabello la hizo levantar la cabeza. Aura jadeo de dolor, pero de inmediato cerró la boca.- ¡Que la abras estúpida!.- El golpe del cinturón sonó al chocar contra la piel de su brazo y espalda, causandole un insoportable dolor, aún así mantuvo los labios sellados, negándose a obedecer. Un nuevo latigazo abrió su piel, y así siguió, hasta que harto de su terquedad la lanzó al suelo de nuevo y se le subió encima.- No, por favor.- Aura sollozó al sentir la falda de su vestido ser despedazada y su ropa interior retirada con fiereza. Sus piernas fueron separadas por la fuerza y la impotencia se apoderó de su corazón.- Esto es para que aprendas a obedecer.- Un agudo dolor atacó su interior cuando sintió aquella intromisión de un sólo golpe, provocando que las lágrimas que había estado conteni
Aura sentía el frío aire de la noche golpear sus mejillas aún húmedas por las lágrimas. Y mientras la lluvia la empapaba sin piedad, afianzaba la cuerda en las barandas de la terraza. Nadie sabía de aquella cuerda que en su momento quiso usar para arrancarse la vida y acabar con aquel infierno. Pero no pudo.No pudo dejar a su hija a merced de aquel hombre, no podía abandonarla a su suerte. Berenice era lo único que la empujaba a luchar contra el mundo, ella era lo único que le daba fuerzas para seguir adelante aún cuándo quería darse por vencida. Ahora era esa cuerda la que le serviría para escapar.Resopló nerviosa al ver de nuevo aquella altura. Si se caía no se mataría ya que apenas eran unos ocho metros del suelo a la terreza, más sin embargo, agravaria el dolor que ya sentía, pero definitivamente no podía ser peor.Miró hacia el frente de la mansión. Los hombres seguían hablando con enormes paraguas cubriendolos de la fuerte lluvia y nadie notaría su escape, más aún Fernando, q