Aura intentó defenderse, pero su cabeza punzaba y sentía el estómago revuelto debido al golpe en su cabeza, de cuya herida, la sangre escapaba sin detención.
- Abre la boca.- Con un fuerte tirón de su cabello la hizo levantar la cabeza. Aura jadeo de dolor, pero de inmediato cerró la boca.- ¡Que la abras estúpida!.- El golpe del cinturón sonó al chocar contra la piel de su brazo y espalda, causandole un insoportable dolor, aún así mantuvo los labios sellados, negándose a obedecer. Un nuevo latigazo abrió su piel, y así siguió, hasta que harto de su terquedad la lanzó al suelo de nuevo y se le subió encima. - No, por favor.- Aura sollozó al sentir la falda de su vestido ser despedazada y su ropa interior retirada con fiereza. Sus piernas fueron separadas por la fuerza y la impotencia se apoderó de su corazón. - Esto es para que aprendas a obedecer.- Un agudo dolor atacó su interior cuando sintió aquella intromisión de un sólo golpe, provocando que las lágrimas que había estado conteniendo se derramaran por su rostro silenciosamente. ¿De qué le servía gritar?. Nadie le ayudaría, todos en ese lugar la odiaban y hacían oidos sordos a sus ruegos. Nadie era capaz de mirarla con compasión y sentir un poco de pena cada vez que Fernando abusaba de ella de la forma que fuera. Todos la miraban con asco, como si mereciera todo lo que le sucedía. Como si ella hubiese hecho algo para provocar tal suplicio. - Nunca- te- atrevas- a - desobedecerme.- Ante cada palabra una nueva penetración más violenta que la anterior la desgarraba por dentro. Mientras un rastro de mordidas furiosas dejaban notables marcas en su nivea piel llena de cicatrices. Aura rogó en su interior que aquel suplicio llegara a su fin, que Dios se apiadara de ella por una vez en la vida y se la llevara de este mundo. Cuando acabó, Fernando se levantó, se puso en pie y acomodó su ropa, dejándola tirada en el piso con la mirada perdida, el cuerpo entumecido de dolor y su rostro bañado en lágrimas.- Ya vuelvo amor-. Se agachó para besar su frente antes de salir. Cómo si no acabara de cometer tan grande atrocidad. Aura giró el rostro y sólo pudo escuchar un suspiro brotar de la garganta del hombre, antes de retirarse. Cuando escuchó sus pasos alejarse, logró sentarse tragandose el dolor y un poco tambaleante, sintiendo como cada movimiento le taladraba el cuerpo, el cual temblaba sin control, se arrastró con cuidado hasta llegar a la puerta, la cuál cerró por dentro. Deslizó su espalda por la superficie de madera y le dió rienda suelta a su rabia e impotencia. Deseaba con todas sus fuerzas arrancarse la piel con sus propias manos, sintiendo como la bilis le subía por la garganta de la repugnancia que sentía. Observó a su alrededor y de inmediato miró la hora en el reloj, las once de la noche. Los Ferrer no tardarían en marcharse y todo volvería a la normalidad. A la tan odiada normalidad. Y fue entonces cuando se dió cuenta que no le quedaban fuerzas para llevar su plan a cabo, que nuevamente fracasaria. Que era tan patética e inútil que había perdido su única oportunidad. Pero unos subitos golpes en la puerta, no le permitieron hundirse en la miseria. Se giró despacio y se puso de rodillas junto a la puerta con la ropa hecha pedazos, la herida de su cabeza aún sangrando pero en menor medida y su rostro manchado de lágrimas. Miró por la cerradura y al ver a la pequeña niña al otro lado, abrió despacio. En el umbral se encontraba su pequeña Berenice, con el perro de peluche en un brazo y un par de dulces siendo apretados con fuerza por los pequeños deditos de su otra mano. - Debemos irnos mami. Escuché que los señores se irán pronto. Cerré la puerta por dentro como me dijiste y antes, escapé por la ventana del baño como tú, para dejar la mochila en el balcón y así no me vean arrastrarla por el pasillo. Yo ya no quiero verte llorar más, estoy lista mami, sólo faltas tú. Aura sintió como el nudo en su garganta se apretaba. Estuvo a punto de darse por vencida, aún cuándo su pequeña seguía confiando en ella, ella estaba dispuesta a fallarle. Su mirada se llenó de determinación. Cumpliría su promesa, no podía fallarle a su hija, podía fallarle a todos menos a ella. - Si mi amor, tienes razón, es hora de irnos. Me cambio y nos vamos. Aura se levantó con dificultad, con ayuda de la pequeña, y estando de pie, tomó la mano de su hija y respiró hondo antes de avanzar. Dejó la puerta de la habitación abierta, y corrieron de la forma que pudieron por el pasillo hasta llegar al final, abrieron la puerta y llegaron al balcón. Aura miró al cielo cargado de nubes que lloraban a mares y rogó por misericordia antes de cerrar la puerta tras ella y sacar una muda de ropa de la mochila. Se vistió lo más a prisa que su condición le permitía, ya que no podía ir corriendo semidesnuda por ahí. Después empezó a sacar una larga cuerda de su mochila y miró hacia abajo. No estaba tan alto y si algo salía mal, no creía que los golpes y rasguños a recibir, fueran peores que las palizas que le regalaba Fernando. Caminó hasta la esquina derecha del balcón, desde donde era posible ver lo que sucedía en la parte principal. Fernando junto a Mariana salían junto a los Ferrer y los guardaespaldas los seguían de cerca, sólo contaba con minutos. Era ahora o nunca. Si todo salía bien, Fernando creería que ambas estaban en la habitación de la nena y que esta la había cerrado por dentro para no verle ni hablar con él. Él esperaría hasta mañana para poder tomar represalias, dandole unas cuantas horas de ventaja para alejarse lo suficiente y encontrar un escondite, hasta poder comprar los boletos y salir del país. Y si todo salía mal, estaba lista para aceptar las consecuencias. Cerrando los ojos decidió que pasara lo que pasara no retrocederia y estaba decidida a morir en el intento, antes que dejar de luchar. Salió de la parte techada, permitiendo que la lluvia la empapara por completo y sientiendo como el frío se colaba en sus huesos, intensificando el dolor. Los truenos y relámpagos danzaban junto a la lluvia, dándole un aire majestuoso y salvaje a la noche. - Seremos libres princesa, ya lo verás. -Aura se inclinó ante Berenice, besando amorosamente su mejilla. - Lo sé mami. Confío en tí. Y con aquellas palabras reconfortandole el alma, Aura empezó a trabajar para ir en busca de la tan anhelada libertad.Aura sentía el frío aire de la noche golpear sus mejillas aún húmedas por las lágrimas. Y mientras la lluvia la empapaba sin piedad, afianzaba la cuerda en las barandas de la terraza. Nadie sabía de aquella cuerda que en su momento quiso usar para arrancarse la vida y acabar con aquel infierno. Pero no pudo.No pudo dejar a su hija a merced de aquel hombre, no podía abandonarla a su suerte. Berenice era lo único que la empujaba a luchar contra el mundo, ella era lo único que le daba fuerzas para seguir adelante aún cuándo quería darse por vencida. Ahora era esa cuerda la que le serviría para escapar.Resopló nerviosa al ver de nuevo aquella altura. Si se caía no se mataría ya que apenas eran unos ocho metros del suelo a la terreza, más sin embargo, agravaria el dolor que ya sentía, pero definitivamente no podía ser peor.Miró hacia el frente de la mansión. Los hombres seguían hablando con enormes paraguas cubriendolos de la fuerte lluvia y nadie notaría su escape, más aún Fernando, q
Aura suspiró y miró agradecida hacia el cielo. Si aquel señor no la hubiera encontrado, ellos lo habrían hecho y eso hubiese sido una completa desgracia. La habrían entregado a Fernando o aquel hombre de mirada perversa hubiera intentado agredirla. El sólo pensamiento la hizo estremecer con miedo.- Sé que no debo meterme en lo que no me importa. - El mayor rompió el denso silencio que los rodeaba.- Pero, ¿Quién te golpeó?. Y no me digas que nadie o que te caiste porque soy viejo, pero no tonto.- Dijo mirando el pómulo hinchado de la joven, que a cada minuto se tornaba de un color violeta más intenso.Aura guardó silencio y desvío su mirada al exterior. El hombre no insistió y creyó que no respondería hasta que ella lo miró de nuevo. - Fue mi captor, ya que ni siquiera puedo decir que es mi marido, porque sólo es el miserable que me arruinó la vida. Fue una de sus tantas rabietas y eso me empujó a huir. No quiero que mi hija crezca en ese entorno de violencia y yo tampoco quiero segui
El tráiler se detuvo frente al aeropuerto de Madrid. Aura observó con asombro la enorme y moderna construcción que se alzaba frente a sus ojos. Su pase libre hacia la libertad. - Debemos darnos prisa muchacha. Tu vuelo sale dentro de 50 minutos. - ¿Qué vuelo?.- Aura miró a Roberto confundida.- Anoche mientras dormían, hice los trámites y les compré dos boletos de avión hacia Grecia. Les dije que los quería para el primer vuelo disponible y afortunadamente, dos de los pasajeros de este vuelo los cancelaron. Una verdadera bendición, ya que mientras más rápido te vayas, mejor para ustedes. No corren peligro de que ese loco las encuentre.- El hombre miró a Aura a los ojos antes de abrir la puerta y bajar del vehículo. Aura lo miró con el ceño fruncido, mientras pasaba frente a la cabina para llegar a su puerta y abrirla.-¿Cómo sabe que me dirijo a Grecia?.- Aura preguntó cautelosa, sintiendo como la desconfianza tomaba terreno. -Lo dijiste mientras dormías... Emmm Eh, sí, eso fue.-
Roberto tomó las dos manos de la joven y le ayudó a saltar de la cabina, Aura se giró para tomar a su hija en brazos, que se encontraba aún medio dormida, mientras el amable hombre tomaba la pequeña maleta que durante la noche había organizado para la joven.- ¿De dónde salió esa maleta?.- Aura preguntó curiosa al ver al hombre arrastrandola tras él. - La compré anoche. Es de segunda mano pero es mejor que el bolso que traias.- Roberto respondió. - Ahí guardé el dinero que portabas y las joyas con su respectiva documentación para que no te surjan problemas. También te compré algunas cosas que vas a necesitar y un bolso de mano que contiene todo lo de uso personal.Aura negó con su cabeza, mientras un guardia les abría las puertas de cristal del enorme aeropuerto. La mujer miró todo con asombro, era la primera vez que veía algo así. Sí de afuera se veía precioso, por dentro era espectacular. Roberto la tomó del brazo y la guió hasta una de las recepcionistas.- Buenas tardes señorita
- Nos veremos mañana en la oficina para llevar a cabo los trámites necesarios para consolidar legalmente nuestra sociedad.- El Señor Ferrer estrechó la mano de Fernando, su nuevo socio, mientras la fuerte lluvia no dejaba de caer.- Estaré ahí a primera hora junto a mi abogado.- Fernando sonrió satisfecho, mientras su secretaria sostenía un enorme paraguas sobre su cabeza.- Lamento mucho que su esposa se halla enfermado. Espero se recupere pronto y despidanos de ella por favor.- Esmeralda extendió su mano, despidiéndose de Fernando, con una mirada cargada de coquetería. - Le daré su recado señora, y muchas gracias por preocuparse por mi esposa.- Fernando besó la mano de la mujer como despedida, sonriendo ladino por la indirecta, para luego escoltarlos hacía el auto.Apenas los Ferrer cruzaron el portón, Fernando regresó al interior de la mansión con rapidez, yendo directamente a su habitación para ver como se encontraba Aura. Estaba molesto con ella y quería dejar las cosas claras d
Fernando abrió las cortinas y miró por la ventana el vendaval que se había desatado. Nadie en su sano juicio intentaría huir, mucho menos Aura que le temía a los truenos. Además, la había dejado lo suficientemente incapacitada para siquiera tener la más mínima voluntad de fugarse, por lo que eso no le preocupaba en absoluto.Se empinó la botella. ¿Por qué Aura se comportaba de aquella manera?, ¿Por qué no simplemente aceptaba el amor que sentía por ella?, ¿Por qué lo rechazaba?, ¿Por qué tanto odio?. Ante cada nueva interrogante, más grande era su rabia. La había comprado, era cierto. Pero en lugar de provocarlo y llevarle la contraria debería haber estado agradecida con él, por evitar que otro desquiciado la comprara y le diera una vida de perros. Con él lo tenía todo: joyas, dinero, lujos, incluso su amor, aún así, ella a cambió le correspondió con desprecio. Si ella hubiese sido obediente, si tan sólo lo hubiera amado, no habría tenido que tomarla a la fuerza. Si ella hubiera sido
El frío calaba los huesos en las calles. La niebla cubría todo de blanco y la ventisca mezclada con lluvia empañaban los parabrisas y las ventanas.En las alturas, un hombre de porte elegante y de belleza casi inhumana, miraba con cierto atisbo de satisfacción, el clima que cubría a toda Grecia, llenandola de un encanto casi mágico. Sus enormes ojos azules miraban el exterior sin pestañear, con su ceño medio fruncido y un pequeño atisbo de sonrisa.Pero la paz no duró mucho.Un cojín aterrizó en su cabeza, mientras una pequeña niña traviesa, de largas trenzas rubias y vivaces ojos azules, corría riendo a carcajadas de su fechoría. Una hermosa mujer, idéntica a la pequeña, excepto por sus ojos verdes venía tras ella, con cierta cara de enfado que sólo ensancho la sonrisa del hombre. - ¡Ven de inmediato y disculpate con tu padre.- gritó fuerte, dispuesta a darle una reprimenda a su pequeña hija.- Dejala amor, es sólo una niña y debe estar aburrida. Llevamos varias horas de vuelo debid
El ojigris se froto los ojos con rudeza.Él siempre deseó que fuera feliz, aunque no fuera con él. Sin embargo, jamás imaginó lo doloroso que aquello sería y trataba de engañarse repitiéndose a sí mismo que era feliz porque ella era feliz. Una completa mentira. No odiaba a Daniel, por el contrario, agradecía que hubiese aparecido en la vida de la rubia, pero no por eso dolía menos.Se sentó en la cama y miró por la ventanilla como las enormes nubes grises, tan grises como sus ojos, se alzaban majestuosas e impetuosas, dejando claro que el vendaval apenas comenzaba.A lo lejos, entre la bruma, se distinguía la silueta de un avión que llevaba el mismo rumbo, esperaba que no tuvieran inconvenientes, ya que con la espesa niebla y la voluptuosa tormenta, era difícil mantener todo en orden.Se acostó nuevamente, sabiendo que no dormiria de nuevo, permitiendo a su mente jugar con sus sentimientos y crear tan hermosas fantasías, con aquella mujer que jamás podría ser suya, cuando entre aquell