El frío calaba los huesos en las calles. La niebla cubría todo de blanco y la ventisca mezclada con lluvia empañaban los parabrisas y las ventanas.
En las alturas, un hombre de porte elegante y de belleza casi inhumana, miraba con cierto atisbo de satisfacción, el clima que cubría a toda Grecia, llenandola de un encanto casi mágico. Sus enormes ojos azules miraban el exterior sin pestañear, con su ceño medio fruncido y un pequeño atisbo de sonrisa. Pero la paz no duró mucho. Un cojín aterrizó en su cabeza, mientras una pequeña niña traviesa, de largas trenzas rubias y vivaces ojos azules, corría riendo a carcajadas de su fechoría. Una hermosa mujer, idéntica a la pequeña, excepto por sus ojos verdes venía tras ella, con cierta cara de enfado que sólo ensancho la sonrisa del hombre. - ¡Ven de inmediato y disculpate con tu padre.- gritó fuerte, dispuesta a darle una reprimenda a su pequeña hija. - Dejala amor, es sólo una niña y debe estar aburrida. Llevamos varias horas de vuelo debido al mal tiempo, y tú decidiste que no querías escalas, por lo que es natural que busque algo con que divertirse.- Daniel defendió a su hija de inmediato. Dafne rodó los ojos, mientras negaba molesta. Ese era el principal motivo de discusión entre la pareja: Daniel era demasiado permisivo con sus hijos y estos por eso no dudaban en hacer de las suyas. Estaba a punto de reñir a su esposo, cuando las risas de dos niños y el sonido de una puerta al ser abierta inundó el lugar. Un hombre que no tenía absolutamente nada que envidiarle al ojiazul, entró con la pequeña niña sobre su hombro como un costal de papas, y un pequeño de seis años colgado de su pierna. Les reñia con aparente seriedad, pero sus ojos grises gritaban lo contrario. -Dafne, deberías mantenerlos encadenados mujer. ¡Me despertaron de mi siesta!.- El hombre se quejó con la rubia, quien suspiró con cansancio. - Lo siento mucho Alexein. De verdad lo lamento.- se disculpó sinceramente, ya que sabía perfectamente lo cansado que el hombre se encontraba. Ante las palabras del hombre, Daniel se enderezo en su asiento de inmediato, dejando de lado su incipiente sonrisa, y adoptando aquella actitud seria que sus hijos temian. Daniel podía soportarle muchas cosas a sus hijos, siempre y cuando no perjudicaran a terceros. Pero esta vez no era el caso. - Ambos saben que es de mala educación despertar a las personas de su sueño, especialmente cuando esa persona ha sufrido desvelos por cuidar de ustedes. Así que se disculpan con Alexein, se sientan y no quiero verlos correteando. ¿Entendido?.- Daniel miró a ambos con el ceño fruncido. Ambos asintieron avergonzados y Alexein no pudo evitar sentirse culpable, ya que jamás creyó que sus palabras, acarrearian una reprimenda a los niños. Él los amaba y era igual o más alcahuete que Daniel. - Déjalo Daniel. Ellos sólo están aburridos y no tienen la culpa que mi sueño sea tan ligero.- Alexein los excusó de inmediato, temiendo también acarrearles un castigo. - La noche de ayer no fue fácil y todos estamos cansados física y psicológicamente. Así que deja de intentar justificarlos. Regresa a dormir, lo necesitas. -Dafne le sonrió con un poco de tristeza mezclada con culpa. Alexein supo de inmediato lo que pasaba por la cabeza de su jefa y de inmediato trató de animarla.- Nada fue tu culpa, ¿De acuerdo?. Además soy tu guardaespaldas y ese es mi trabajo, me pagas por cuidarte y estoy bien con ello. Así que deja esa cara larga. Dafne intentó replicar, cuando sintió los brazos de su esposo rodear su cuerpo.- Amor, ya deja de culparte, ¿Sí?. Eres una mujer influyente y jodidamente adinerada, aparte de hermosa y es normal que hayan resentidos, envidiosos y codiciosos que sueñan con tener un poco de lo tuyo. El atentado de anoche no es culpa de nadie más que de la gente que no pueden ver felices a los demás. Alexein asintió, mientras miraba como la abuela de Daniel, acomodaba a sus nietos en el asiento, sabiendo que no era bueno que los niños escucharan tales cosas. Y es que su querida nieta política había tenido una vida difícil y la seguía teniendo sin lugar a dudas. Miró a Daniel y Alexein agradecida, no sólo por correr tantos riesgos por ella, sino también porque eran los únicos que la conocían y sabían exactamente donde estaba la herida y como podían disminuir el dolor en ella. -Yo sólo viajé a Italia a un desfile de modas hecho por una de las casas de moda más famosas y reconocidas de Europa y con la que tanto había soñado colaborar. Jamás imaginé que en la recepción después del evento, alguien pondría droga en mi bebida e intentarían abusar de mi para tomar fotos y luego... -Un sollozo escapó de sus labios.- De no ser por ti y Alexein que notaron mi ausencia y llegaron justo a tiempo de evitar una tragedia, no sé qué habría sido de mí. Dafne suspiró culpable al recordar como varios matones se le fueron encima a ambos hombres y Alexein sufrió una herida con una navaja en el costado, por lo que tuvieron que llevarlo a un hospital para ser atendido y luego rendir su declaración ante las autoridades por lo sucedido, por lo que apenas y habían dormido una hora, antes de que el Jet privado de los Lamprou llegara por ellos. Alexein no sólo era su guardaespaldas de confianza y su jefe de seguridad. También era su mejor amigo y el hermano que nunca pudo tener la dicha de presumir orgullosamente. Estuvo con ella en los momentos más difíciles de su vida y la ayudó a salir de la oscuridad que tanto la atormentaba, aún cuando él tenía sus propios miedos y sus propias batallas por luchar. Y Daniel era el amor de su vida, era su mundo. El hombre que le demostró que merecía ser feliz a pesar de su pasado, quien curó sus heridas y le dió una nueva razón de vivir. Jamás se perdonaría si algo malo llegara a pasarles por un descuido suyo. - Ya. Lo importante es que todos estamos bien. Conseguiste un contrato muy jugoso y del que tendrás que darme parte en las ganancias si quieres que yo siga siendo tu sombra. Así que deja de culparte y de lamentarte. Mejor descansa que tampoco la noche fue fácil para ti y sonrie.- Alexein tomó a Dafne del mentón mientras le sonreía. - Los niños querrán explicaciones si te ven deprimida pequeña rubia. Lo miró divertida y le dió un pequeño manotazo flojo, antes que el joven "Ojos de tormenta" como le llamaba se alejara riendo a carcajadas hacía el lugar dónde descansaba. Apenas cerró la puerta tras él, Alexein dejó de sonreir y un amargo suspiro escapó de sus labios, mientras la tristeza se apoderaba de sus ojos grises tan hermosos, opacando la belleza con la que tantas mujeres habían caído a sus pies. Menos la que su corazón anhelaba con fuerza. Cerró sus ojos y una lágrima se deslizó por su mejilla. Dolía, su corazón dolía tanto que incluso respirar era un suplicio. Dolía ver como su sonrisa dulce y sus ojos llenos de amor no eran suyos. Dolía que su corazón tuviera dueño y él jamás podría tener más que su amistad como premio. La amaba. La amaba con locura y dar su vida a cambio de ella sería un dulce privilegio. Al menos moriría con honor, y no del dolor de verla en los brazos de alguien más.El ojigris se froto los ojos con rudeza.Él siempre deseó que fuera feliz, aunque no fuera con él. Sin embargo, jamás imaginó lo doloroso que aquello sería y trataba de engañarse repitiéndose a sí mismo que era feliz porque ella era feliz. Una completa mentira. No odiaba a Daniel, por el contrario, agradecía que hubiese aparecido en la vida de la rubia, pero no por eso dolía menos.Se sentó en la cama y miró por la ventanilla como las enormes nubes grises, tan grises como sus ojos, se alzaban majestuosas e impetuosas, dejando claro que el vendaval apenas comenzaba.A lo lejos, entre la bruma, se distinguía la silueta de un avión que llevaba el mismo rumbo, esperaba que no tuvieran inconvenientes, ya que con la espesa niebla y la voluptuosa tormenta, era difícil mantener todo en orden.Se acostó nuevamente, sabiendo que no dormiria de nuevo, permitiendo a su mente jugar con sus sentimientos y crear tan hermosas fantasías, con aquella mujer que jamás podría ser suya, cuando entre aquell
Después del desastroso incidente en el aeropuerto, la cabeza de la castaña era un lío y su corazón dolía de forma agonizante. Daniel, su Daniel ya estaba casado con una preciosa mujer, tenía dos hijos adorables y una sonrisa tan deslumbrante que nunca vió antes. Era feliz, muy feliz y aunque era lo que ella había añorado en su corazón: dolía ver que no era junto a ella, a pesar de que ella misma se repetia una y otra vez, que la felicidad de Daniel era la suya.Miró por la ventana del taxi, mientras apretaba un trozo de papel amarillento debido al paso del tiempo, en cuyo interior se encontraba una dirección que su abuela le había dado antes de morir, era su única esperanza y salvación. Aura cerró los ojos y de inmediato su mente trajo a su memoria aquellos enigmáticos ojos grises, que estaba segura había visto antes y aquel rostro que le parecía excesivamente hermoso. La joven negó con la cabeza. ¿Porque rayos seguía pensando en ello?. Era guapo, sí, jodidamente guapo. Pero su mal
Aura miró ansiosa a la mujer, y luego empezó a asustarse, al ver como a la mujer el rostro empezaba a ponersele ceniciento y de sus labios no brotaba una palabra. -¿Se encuentra bien?- La joven preguntó un poco preocupada, mirando al hombre quién inmediatamente se puso alerta.Ante la pregunta, pareció que la mujer salió de su trance, más sin embargo no dejaba de verla y eso empezaba a incomodarle. Su pánico se disparó cuando la mujer acarició su rostro con miedo, justamente sobre su mejilla amoratada que tanta atención innecesaria había llamado. - Estoy bien.- La mujer respondió en un susurro. - Es sólo que desde que Odelette se fue de aquí, no supe nada de ella. Si sabía que tenía una hija, más nunca supe que tenía una nieta. Te pareces mucho a ella cuando era joven, pero supongo que eso ya lo sabías. Aura asintió. Su corazón empezó a doler cuando sintió como un enorme nudo comenzaba a formarsele en la garganta al recordar a su amada abuela, y más aún al ver el enorme cariño refle
-¿Qué fue exactamente lo que sucedió con tu madre y tu abuela?. - Caminaban por el sendero de piedras talladas, en medio de un enorme jardin de ensueño, con fuentes llenas de aves que bebían o se bañaban en sus aguas, árboles frutales y flores de muchas clases y colores, dándole un toque mágico a todo, aún a pesar de lo gris del día. Berenice correteaba contenta, maravillandose con todo lo que veía, sin prestar atención a la conversación de las mujeres. Por suerte ya no llovía a cántaros y sólo era un leve rocío el que acariciaba el ambiente, lo que les había permitido caminar y apreciar toda aquella belleza a detalle, con el silencio como compañero hasta ese momento. Aura dudó y Casandra pareció notarlo ya que de inmediato añadió: - No me respondas si no te sientes lista, yo lo entenderé. Es sólo que quiero entender quien tenía el corazón tan negro para hacerles daño.- La mujer susurró lo último, más sin embargo Aura la escuchó. - De niña todo era alegría. - Aura miraba hacia la
Alexein miraba por la ventana de su habitación como las enormes nubes grises, comenzaban nuevamente a agruparse, causando fantasticos remolinos que llevaban el olor de la tormenta impregnado en cada partícula, anunciando una nueva tempestad. Nubes grises como sus ojos, nubes grises como el revoluto de sensaciones que en aquel momento lo estaban ahogando.Unas pequeñas y suaves manos acariciaron sus hombros desnudos, mientras besos húmedos eran repartidos a lo largo de su espalda. Todos sus sentidos se pusieron en alerta y una insólita rabia le nubló la razón. - Deberíamos aprovechar al máximo tú único día libre, ¿No crees?.- La voz sensual y acaramelada de Calipso llegó a sus oídos más como una punzada de dolor directo a su cabeza, que como una melodía tentadora a sus oídos. - ¡Vaya!, Que irónico que nos digan insaciables a los hombres, cuando tú nunca tienes suficiente.- La ironía era palpable en cada sílaba, definitivamente en aquel momento su humor era completamente nulo.- ¡¿Que
Aura miró estupefacta a la hermosa rubia, la misma rubia que iba tomada orgullosamente del brazo de Daniel, pero aún con más estupefacción, al hombre sin camisa que caminaba justamente tras ellos.¡Definitivamente su suerte no había cambiado en absoluto!Daniel se quedó de piedra y sus ojos desbordaban auténtica sorpresa. Ocho años... Habían pasado ocho años desde que había visto aquellos ojos por última vez. Ocho años en los que se había preguntado una y otra vez que demonios había pasado. Ocho años en los que aprendió que nada es eterno. Ocho años en los que poco a poco su recuerdo se volvió tenue en su memoria... Más nunca se borró del todo.Aura pudo descifrar sin ningún problema cada uno de los sentimientos que empezaban a bullir dentro de Daniel, siempre lo había hecho y a pesar del tiempo... Al parecer aquello no había cambiado.-Hola, mucho gusto. Dafne Lamprou para servirte.- La melodiosa y dulce voz de la rubia la hizo desviar su mirada y volver nuevamente a la realidad, mir
- Quiero la verdad Daniel, es mejor que seas sincero o juro que lo voy a descubrir por mi cuenta.- Alexein amenazó a Daniel, apenas cerró la puerta del gimnasio con fuerza.Él no era un tonto, y sabía que algo se traían entre manos esa mujer y él. Había visto como esta lo miraba en el aeropuerto, con una mezcla de anhelo y melancolía, y en la casa, cuando habían sido presentados, Daniel ni siquiera articuló la más mínima palabra y sólo miraba a la mujer boquiabierto, mientras ella lo veía como si fuese el peor de sus tormentos.Lo había sacado de ahí antes que Dafne se diera cuenta de lo que estaba pasando, conocía perfectamente las inseguridades de esta y no quería que la estupidez de aquellos dos, avivara los pensamientos negativos que tanto mal le hacían.Daniel siguió guardando silencio. Durante todo el camino había tratado de sacarle información por las buenas y no lo conseguía, lo que empezaba a molestarlo, por lo que ahora lo haría por las malas de ser necesario. Justo cuando
Aura arrastró su pequeña maleta, mientras seguía de cerca a la amable señora, quien se veía bastante feliz de haberle conseguido un trabajo y un hogar. Y ella definitivamente estaba agradecida y estaría en deuda con la dulce mujer por el resto de su vida.Berenice miraba todo con genuina curiosidad y creciente asombro. El lugar era simplemente hermoso. Fuera de la casa principal, pero siempre dentro de la propiedad, se encontraban esparcidas varias casitas, que aunque pequeñas, estaban en excelente estado y se veían sumamente cómodas y acogedoras, con sus jardines y sus pequeñas fuentes.Casandra le había dicho que era una para cada empleado del lugar, ya que Dafne siempre solía contratar personas sin hogar, que estaban ahogadas totalmente en los vicios y la depresión, o que no tenían lo justo para vivir dignamente, justamente como ella en aquel momento. Se detuvieron frente a una pequeña cancela, a la cuál Casandra sacó llave al pequeño candado que esta poseía, abriendola para que a