La cena transcurrió tranquilamente, entre pláticas de negocios y otras tantas cosas más. Al menos para los demás.
Aura trataba de sonreír lo más naturalmente posible, aún cuando su corazón se sentía inquieto ante las expectativas de aquella noche, y la mirada de Luciano que parecía desnudarla y quemarla con el fuego que danzaba en sus ojos y odiaba esa m*****a sensación con toda su alma. Se sentía como un jugoso trozo de carne fresca frente a un tigre hambriento, que no dudaría en desgarrarla sin ningún pudor. Empezó a sentirse angustiada, temiendo con toda su alma que aquel hombre echara a perder sus planes, pues podía percibir que Fernando estaba enfadado y se portaba de manera más posesiva de la normal, por aquella atención que ella no había pedido. Y eso podía causarle problemas. Empezó a sentirse realmente mal, sus manos sudaban y el aire faltaba en sus pulmones. Estaba sufriendo un ataque de pánico y no era bueno, no si quería ser libre. No si quería alejarse de aquella vida que tanto odiaba. - Con permiso. Quedan en su casa. Yo no me siento bien y con todas las disculpas del caso, voy a retirarme.- Aura se puso en pie de manera tambaleante, sintiendo la mirada de todos encima, mientras sentía como la cena empezaba a subir a su garganta. - ¿Necesitas que llame al médico mi amor?- Fernando preguntó con el ceño fruncido, al ver el rostro pálido de la joven. Se notaba que estaba preocupado, y eso sólo le producía más asco. - No es necesario.- Aura le dirigió una sonrisa forzada.- Supongo que comí mucho y necesito hacer digestión. Si me disculpan, iré a buscar aire fresco. Aura inclino la cabeza como despedida, antes de apartar su silla y salir del comedor a toda prisa. No soportaba seguir en medio de aquellas personas, o mejor dicho, de aquellas malditas sierpes. No soportaba tener a Fernando junto a ella y a Luciano comiendosela con la mirada. Subió rápidamente las escaleras y recorrió el pasillo de la segunda planta hasta el fondo, dónde una enorme puerta de caoba, daba paso a un amplio balcón. Uno que ella tenía prohibido. La abrió de prisa y aspiró avidamente el aire nocturno que se colaba a sus pulmones, saboreando con deleite el sutil olor de jazmines, rosas y el frescor de la lluvia que llevaba la brisa en sus alas. La opresión en su pecho disminuyó, ante el pequeño rocío que provocaba la ventisca de la tormenta que a cada minuto aumentaba su ímpetu. Pero los pasos de alguien que se acercaba la alertó de inmediato, poniendo sus nervios en tensión nuevamente. - ¿Qué diablos significa esto Aura?. ¿Qué demonios haces aquí?. ¡Tienes prohibido estar aquí!. ¿Por qué demonios huiste del comedor y te alejaste de mí?, ¿Acaso esperabas encontrarte a solas con ese imbécil?. Vi cómo te miraba y como le coqueteabas. ¿No temes las consecuencias?.- Los ojos de Fernando centelleaban de furia, mientras la tomaba del brazo y la giraba con brusquedad, mirando aquellos hermosos ojos pardos que lo veían con miedo, al estar acorralada entre su cuerpo y el barandal. - No te comportes como una m*****a muda y respondeme zorra malagradecida. - Yo no estaba coqueteando con él. - Aura respondió con voz agitada, aunque no pudo evitar que un toque de rabia e indignación revolotearan en su tono.- Hui porque no me gustaba sentir sus ojos encima. Hui porque tuve miedo de la forma que me miraba. Ya no quería estar ahí. Ya no quería que siguiera mirandome un minuto más. Fernando miró a la hermosa mujer frente a él. Era suya y más le valía a ese bastardo no poner sus ojos en ella o se arrepentiria de por vida. Él era el único que podía hacer con ella lo que quisiera y poseerla cuando quisiera, los demás desearían la muerte, después de arrancarles los ojos con sus propias manos por tan grande atrevimiento. - Más te valga que así sea. De lo contrario tendría que castigarte y sabes cuanto lo detesto.- Besó la frente de la chica con ojos cargados de ternura, mientras la abrazaba delicadamente. - Ahora bajaremos de nuevo como la hermosa pareja que somos y le demostraremos a ese imbécil que tú amor mío, me perteneces sólo a mí. Aura sentía un escalofrío de puro terror subiendo por su espalda. Aquello no era bueno, definitivamente no lo era. Estaba segura que no querría separarse de ella por el resto de la noche, la obligaría a dormir con él y su plan quedaría truncado. - No voy a bajar.- Su voz era baja y sin titubeos. - No te lo estoy preguntando, te lo estoy ordenando.- Fernando habló peligrosamente bajo, con un toque de ira contenida. - Yo tampoco estoy pidiendo tu permiso, sólo te estoy informando. Ya te dije que no me siento bien y no quiero dejarte en ridiculo, ni mucho menos pasar una vergüenza frente a tus invitados.- Aura se tragó el miedo y miró hacia aquellos ojos que tanto pavor le causaban. -No me provoques.- El agarre de Fernando sobre su brazo se apretó, haciéndola fruncir el ceño por el dolor.- Conoces las consecuencias de desobecerme. - No te tengo miedo. A estas alturas del partido, no hay ninguna acción inhumana que no hallas cometido contra mí. - Por primera vez dejó salir lo que tanto había querido gritarle.- Haz convertido mi vida en un infierno desde que me miraste por primera vez. ¿Acaso crees que la muerte sería un castigo?. Te odio con toda el alma y desearía morir antes que sentir tus manos nuevamente en mi cuerpo. Tu sola presencia me repugna y... No pudo terminar la frase, cuando el nítido sonido de una bofetada tronó en el aire. El pecho de Fernando subía y bajaba, mientras la halaba con fuerza del cabello y la arrastraba tras de sí. Un relámpago partía el cielo con furia, como protestando por aquel acto tan vil. Aura lo arañó, logrando soltarse y empezando a correr, pero algo se hizo añicos en su cabeza, lanzandola al suelo sintiendo que todo daba vueltas. - Ahora sabrás quien soy en realidad y haré que te arrepientas por lo que acabas de decir m*****a desgraciada.- Volvió a tomarla del cabello y la arrastró hasta dejarla tirada en el suelo de la habitación mientras cerraba de un portazo. Aura intentó levantarse, pero una patada directo en sus costillas la hizo acluquillarse por el dolor. Escuchó la hebilla del pantalón siendo retirada y el sonido de la cremallera al ser abierta y no pudo evitar temblar. Sintió con horror como de un sólo tirón, la parte superior de su vestido se hacía pedazos, exponiendo parte de su blanca piel, marcada por cientos de cicatrices. Quería morir, o tal vez matarlo. La segunda opción era la más tentadora.Aura intentó defenderse, pero su cabeza punzaba y sentía el estómago revuelto debido al golpe en su cabeza, de cuya herida, la sangre escapaba sin detención. - Abre la boca.- Con un fuerte tirón de su cabello la hizo levantar la cabeza. Aura jadeo de dolor, pero de inmediato cerró la boca.- ¡Que la abras estúpida!.- El golpe del cinturón sonó al chocar contra la piel de su brazo y espalda, causandole un insoportable dolor, aún así mantuvo los labios sellados, negándose a obedecer. Un nuevo latigazo abrió su piel, y así siguió, hasta que harto de su terquedad la lanzó al suelo de nuevo y se le subió encima.- No, por favor.- Aura sollozó al sentir la falda de su vestido ser despedazada y su ropa interior retirada con fiereza. Sus piernas fueron separadas por la fuerza y la impotencia se apoderó de su corazón.- Esto es para que aprendas a obedecer.- Un agudo dolor atacó su interior cuando sintió aquella intromisión de un sólo golpe, provocando que las lágrimas que había estado conteni
Aura sentía el frío aire de la noche golpear sus mejillas aún húmedas por las lágrimas. Y mientras la lluvia la empapaba sin piedad, afianzaba la cuerda en las barandas de la terraza. Nadie sabía de aquella cuerda que en su momento quiso usar para arrancarse la vida y acabar con aquel infierno. Pero no pudo.No pudo dejar a su hija a merced de aquel hombre, no podía abandonarla a su suerte. Berenice era lo único que la empujaba a luchar contra el mundo, ella era lo único que le daba fuerzas para seguir adelante aún cuándo quería darse por vencida. Ahora era esa cuerda la que le serviría para escapar.Resopló nerviosa al ver de nuevo aquella altura. Si se caía no se mataría ya que apenas eran unos ocho metros del suelo a la terreza, más sin embargo, agravaria el dolor que ya sentía, pero definitivamente no podía ser peor.Miró hacia el frente de la mansión. Los hombres seguían hablando con enormes paraguas cubriendolos de la fuerte lluvia y nadie notaría su escape, más aún Fernando, q
Aura suspiró y miró agradecida hacia el cielo. Si aquel señor no la hubiera encontrado, ellos lo habrían hecho y eso hubiese sido una completa desgracia. La habrían entregado a Fernando o aquel hombre de mirada perversa hubiera intentado agredirla. El sólo pensamiento la hizo estremecer con miedo.- Sé que no debo meterme en lo que no me importa. - El mayor rompió el denso silencio que los rodeaba.- Pero, ¿Quién te golpeó?. Y no me digas que nadie o que te caiste porque soy viejo, pero no tonto.- Dijo mirando el pómulo hinchado de la joven, que a cada minuto se tornaba de un color violeta más intenso.Aura guardó silencio y desvío su mirada al exterior. El hombre no insistió y creyó que no respondería hasta que ella lo miró de nuevo. - Fue mi captor, ya que ni siquiera puedo decir que es mi marido, porque sólo es el miserable que me arruinó la vida. Fue una de sus tantas rabietas y eso me empujó a huir. No quiero que mi hija crezca en ese entorno de violencia y yo tampoco quiero segui
El tráiler se detuvo frente al aeropuerto de Madrid. Aura observó con asombro la enorme y moderna construcción que se alzaba frente a sus ojos. Su pase libre hacia la libertad. - Debemos darnos prisa muchacha. Tu vuelo sale dentro de 50 minutos. - ¿Qué vuelo?.- Aura miró a Roberto confundida.- Anoche mientras dormían, hice los trámites y les compré dos boletos de avión hacia Grecia. Les dije que los quería para el primer vuelo disponible y afortunadamente, dos de los pasajeros de este vuelo los cancelaron. Una verdadera bendición, ya que mientras más rápido te vayas, mejor para ustedes. No corren peligro de que ese loco las encuentre.- El hombre miró a Aura a los ojos antes de abrir la puerta y bajar del vehículo. Aura lo miró con el ceño fruncido, mientras pasaba frente a la cabina para llegar a su puerta y abrirla.-¿Cómo sabe que me dirijo a Grecia?.- Aura preguntó cautelosa, sintiendo como la desconfianza tomaba terreno. -Lo dijiste mientras dormías... Emmm Eh, sí, eso fue.-
Roberto tomó las dos manos de la joven y le ayudó a saltar de la cabina, Aura se giró para tomar a su hija en brazos, que se encontraba aún medio dormida, mientras el amable hombre tomaba la pequeña maleta que durante la noche había organizado para la joven.- ¿De dónde salió esa maleta?.- Aura preguntó curiosa al ver al hombre arrastrandola tras él. - La compré anoche. Es de segunda mano pero es mejor que el bolso que traias.- Roberto respondió. - Ahí guardé el dinero que portabas y las joyas con su respectiva documentación para que no te surjan problemas. También te compré algunas cosas que vas a necesitar y un bolso de mano que contiene todo lo de uso personal.Aura negó con su cabeza, mientras un guardia les abría las puertas de cristal del enorme aeropuerto. La mujer miró todo con asombro, era la primera vez que veía algo así. Sí de afuera se veía precioso, por dentro era espectacular. Roberto la tomó del brazo y la guió hasta una de las recepcionistas.- Buenas tardes señorita
- Nos veremos mañana en la oficina para llevar a cabo los trámites necesarios para consolidar legalmente nuestra sociedad.- El Señor Ferrer estrechó la mano de Fernando, su nuevo socio, mientras la fuerte lluvia no dejaba de caer.- Estaré ahí a primera hora junto a mi abogado.- Fernando sonrió satisfecho, mientras su secretaria sostenía un enorme paraguas sobre su cabeza.- Lamento mucho que su esposa se halla enfermado. Espero se recupere pronto y despidanos de ella por favor.- Esmeralda extendió su mano, despidiéndose de Fernando, con una mirada cargada de coquetería. - Le daré su recado señora, y muchas gracias por preocuparse por mi esposa.- Fernando besó la mano de la mujer como despedida, sonriendo ladino por la indirecta, para luego escoltarlos hacía el auto.Apenas los Ferrer cruzaron el portón, Fernando regresó al interior de la mansión con rapidez, yendo directamente a su habitación para ver como se encontraba Aura. Estaba molesto con ella y quería dejar las cosas claras d
Fernando abrió las cortinas y miró por la ventana el vendaval que se había desatado. Nadie en su sano juicio intentaría huir, mucho menos Aura que le temía a los truenos. Además, la había dejado lo suficientemente incapacitada para siquiera tener la más mínima voluntad de fugarse, por lo que eso no le preocupaba en absoluto.Se empinó la botella. ¿Por qué Aura se comportaba de aquella manera?, ¿Por qué no simplemente aceptaba el amor que sentía por ella?, ¿Por qué lo rechazaba?, ¿Por qué tanto odio?. Ante cada nueva interrogante, más grande era su rabia. La había comprado, era cierto. Pero en lugar de provocarlo y llevarle la contraria debería haber estado agradecida con él, por evitar que otro desquiciado la comprara y le diera una vida de perros. Con él lo tenía todo: joyas, dinero, lujos, incluso su amor, aún así, ella a cambió le correspondió con desprecio. Si ella hubiese sido obediente, si tan sólo lo hubiera amado, no habría tenido que tomarla a la fuerza. Si ella hubiera sido
El frío calaba los huesos en las calles. La niebla cubría todo de blanco y la ventisca mezclada con lluvia empañaban los parabrisas y las ventanas.En las alturas, un hombre de porte elegante y de belleza casi inhumana, miraba con cierto atisbo de satisfacción, el clima que cubría a toda Grecia, llenandola de un encanto casi mágico. Sus enormes ojos azules miraban el exterior sin pestañear, con su ceño medio fruncido y un pequeño atisbo de sonrisa.Pero la paz no duró mucho.Un cojín aterrizó en su cabeza, mientras una pequeña niña traviesa, de largas trenzas rubias y vivaces ojos azules, corría riendo a carcajadas de su fechoría. Una hermosa mujer, idéntica a la pequeña, excepto por sus ojos verdes venía tras ella, con cierta cara de enfado que sólo ensancho la sonrisa del hombre. - ¡Ven de inmediato y disculpate con tu padre.- gritó fuerte, dispuesta a darle una reprimenda a su pequeña hija.- Dejala amor, es sólo una niña y debe estar aburrida. Llevamos varias horas de vuelo debid