Después del desastroso incidente en el aeropuerto, la cabeza de la castaña era un lío y su corazón dolía de forma agonizante. Daniel, su Daniel ya estaba casado con una preciosa mujer, tenía dos hijos adorables y una sonrisa tan deslumbrante que nunca vió antes.
Era feliz, muy feliz y aunque era lo que ella había añorado en su corazón: dolía ver que no era junto a ella, a pesar de que ella misma se repetia una y otra vez, que la felicidad de Daniel era la suya. Miró por la ventana del taxi, mientras apretaba un trozo de papel amarillento debido al paso del tiempo, en cuyo interior se encontraba una dirección que su abuela le había dado antes de morir, era su única esperanza y salvación. Aura cerró los ojos y de inmediato su mente trajo a su memoria aquellos enigmáticos ojos grises, que estaba segura había visto antes y aquel rostro que le parecía excesivamente hermoso. La joven negó con la cabeza. ¿Porque rayos seguía pensando en ello?. Era guapo, sí, jodidamente guapo. Pero su mal carácter dejaba mucho que desear. Además, decían que habían siete personas iguales en el mundo y probablemente por eso le parecía haberle visto antes.. Era el tercer hombre más altanero, prepotente, egocéntrico y majadero que había conocido en su vida. Porque el primero era su padre y el segundo era Fernando. - Mami, ¿Sigues triste por que ese hombre te habló feo?.- Berenice preguntó mitad curiosa y mitad preocupada, al ver a su madre tan seria y pensativa, justo como cuando temía que su papá quisiera hacer algo malo. - No mi amor, no me pasa nada. Mamá está bien. - Aura abrió sus ojos pardos que justamente en aquel momento se tornaban grises como el cielo que los cubría, y miró a su hija sonriendo dulcemente.- Es sólo que tengo mucho sueño debido al cansancio, y me duelen un poco los golpes, pero eso no importa amor, no te preocupes. Aura besó la cabeza de su hija y la estrechó contra su pecho, mitad asustada por lo que le esperaba en aquel lugar, mitad esperanzada de que por fin el mundo se dignara sonreirle. - ¿Si te doy un beso se te quita?.- Berenice levantó su pequeño rostro y miró a su madre inocentemente. - ¿Uno nada más?, Que tacaña eres.- Aura la miró con el ceño fruncido, fingiendo estar ofendida. - ¿Y si te doy muchos?.- Berenice preguntó nuevamente. - Ahí ya cambia la cosa. Berenice se lanzó sobre su madre y empezó a repartirle besos en el rostro, provocando un ataque de risa en Aura. El conductor las miró por el espejo retrovisor y negó divertido ante la interacción de madre e hija. Hacían una hermosa combinación, aunque los ojos de la joven mujer carecieran de ese brillo característico de la alegría. - Se ve que se quieren mucho.- El hombre comentó sin dejar de mirar la carretera. - Muchísimo Señor. Ella es lo más hermoso de mi vida. Sin ella, nada tendría sentido.- Aura respondió entre risas, mientras veía como llegaban a un enorme portón negro, a las afueras de la ciudad, con una enorme valla electrica, sobre los muros de mármol blanco, lujosamente decorados. - Este es el lugar señora. Hasta aquí puedo llegar.- El hombre apagó el motor y abrió la puerta, para ir de inmediato a abrir el maletero y sacar el equipaje de la mujer. Aura se bajó inmediatamente del taxi, mirando maravillada todo lo que se encontraba a su alrededor, no por la riqueza monetaria que representaba, sino por el olor a libertad que llenaba de vida sus pulmones. - Muchas gracias. Tome.- Aura le pagó al hombre, mientras con una mano sostenía la pequeña maleta, y con la otra tomaba la mano de su hija. - Es más de lo acordado señora.- El hombre miró a la joven al contar el dinero. - No importa, yo quiero dárselo por ser tan amable con nosotras. Que tenga un lindo día. - La chica sonrió antes de empezar a avanzar hacia el portón. - Muchas gracias señorita, cuidese y buena suerte. - El hombre inclinó la cabeza, antes de subir al taxi y regresar a la ciudad. Aura avanzó despacio, mirando recelosa hacia todas partes, pero especialmente hacia aquella enorme estructura de metal. Apenas tocó uno de los barrotes, un sonoro pitido se escuchó a su izquierda, lugar al que inmediatamente giró la cabeza, a tiempo de ver como una pequeña portezuela se abría, en la pared, revelando a un hombre vestido de negro, con lentes oscuros, de rostro serio y con una estatura definitivamente intimidante. - Buenas tardes señorita. ¿Se le ofrece algo?.- La enorme pared humana, que era como la castaña lo veía, le preguntó con una voz profunda y ronca, intimidando aún más a la asustadiza joven. - S-sí. Busco a una mujer, se llama Casandra Dimitriadis y me dijeron que trabaja aquí. - Aura respondió ansiosa, rogando a Dios que no se hubiera mudado a otra parte. - ¿Quién la busca?.- El hombre preguntó nuevamente. - Dígale que le busca Aura de Luca, nieta de doña Odelette Konstantinidis. - Espere un momento. Aura asintió mientras veía como el hombre se adentraba a la caseta y hablaba por un teléfono, con quien suponía era alguna persona del personal interno, o tal vez con la persona que buscaba. Después de verlo asentir, el hombre colgó el aparato y salió de la caseta. -Espere un momento, viene en seguida. Mientras tanto, tome asiento.- El hombre le ofreció unos pequeños taburetes, los que acomodó frente a la pequeña puerta. - Gracias. - Aura murmuró agradecida. Apenas habían pasado dos minutos cuando una mujer de no más de 60 años, apareció corriendo por un sendero de piedras talladas, con un vestido floreado y su largo cabello rojizo volando al viento. Se dirigió de inmediato al hombre que no dudaba era uno de los guardias de seguridad en la casa y preguntó agitadamente. - ¿Dónde está?. - Es ella.- El hombre se apartó para cederle el paso. Aura se puso en pie inmediatamente, sintiéndose nuevamente nerviosa. ¿Y si no le creía?. " Por supuesto que te va a creer, eres muy parecida con ella " Aura se regaño mentalmente, tratando de no sucumbir al pánico que le estrujaba las entrañas. - Buenas tardes señora , mi nombre es Aura de Luca y mi abuela me dijo que la buscara, que usted podría ayudarme.Aura miró ansiosa a la mujer, y luego empezó a asustarse, al ver como a la mujer el rostro empezaba a ponersele ceniciento y de sus labios no brotaba una palabra. -¿Se encuentra bien?- La joven preguntó un poco preocupada, mirando al hombre quién inmediatamente se puso alerta.Ante la pregunta, pareció que la mujer salió de su trance, más sin embargo no dejaba de verla y eso empezaba a incomodarle. Su pánico se disparó cuando la mujer acarició su rostro con miedo, justamente sobre su mejilla amoratada que tanta atención innecesaria había llamado. - Estoy bien.- La mujer respondió en un susurro. - Es sólo que desde que Odelette se fue de aquí, no supe nada de ella. Si sabía que tenía una hija, más nunca supe que tenía una nieta. Te pareces mucho a ella cuando era joven, pero supongo que eso ya lo sabías. Aura asintió. Su corazón empezó a doler cuando sintió como un enorme nudo comenzaba a formarsele en la garganta al recordar a su amada abuela, y más aún al ver el enorme cariño refle
-¿Qué fue exactamente lo que sucedió con tu madre y tu abuela?. - Caminaban por el sendero de piedras talladas, en medio de un enorme jardin de ensueño, con fuentes llenas de aves que bebían o se bañaban en sus aguas, árboles frutales y flores de muchas clases y colores, dándole un toque mágico a todo, aún a pesar de lo gris del día. Berenice correteaba contenta, maravillandose con todo lo que veía, sin prestar atención a la conversación de las mujeres. Por suerte ya no llovía a cántaros y sólo era un leve rocío el que acariciaba el ambiente, lo que les había permitido caminar y apreciar toda aquella belleza a detalle, con el silencio como compañero hasta ese momento. Aura dudó y Casandra pareció notarlo ya que de inmediato añadió: - No me respondas si no te sientes lista, yo lo entenderé. Es sólo que quiero entender quien tenía el corazón tan negro para hacerles daño.- La mujer susurró lo último, más sin embargo Aura la escuchó. - De niña todo era alegría. - Aura miraba hacia la
Alexein miraba por la ventana de su habitación como las enormes nubes grises, comenzaban nuevamente a agruparse, causando fantasticos remolinos que llevaban el olor de la tormenta impregnado en cada partícula, anunciando una nueva tempestad. Nubes grises como sus ojos, nubes grises como el revoluto de sensaciones que en aquel momento lo estaban ahogando.Unas pequeñas y suaves manos acariciaron sus hombros desnudos, mientras besos húmedos eran repartidos a lo largo de su espalda. Todos sus sentidos se pusieron en alerta y una insólita rabia le nubló la razón. - Deberíamos aprovechar al máximo tú único día libre, ¿No crees?.- La voz sensual y acaramelada de Calipso llegó a sus oídos más como una punzada de dolor directo a su cabeza, que como una melodía tentadora a sus oídos. - ¡Vaya!, Que irónico que nos digan insaciables a los hombres, cuando tú nunca tienes suficiente.- La ironía era palpable en cada sílaba, definitivamente en aquel momento su humor era completamente nulo.- ¡¿Que
Aura miró estupefacta a la hermosa rubia, la misma rubia que iba tomada orgullosamente del brazo de Daniel, pero aún con más estupefacción, al hombre sin camisa que caminaba justamente tras ellos.¡Definitivamente su suerte no había cambiado en absoluto!Daniel se quedó de piedra y sus ojos desbordaban auténtica sorpresa. Ocho años... Habían pasado ocho años desde que había visto aquellos ojos por última vez. Ocho años en los que se había preguntado una y otra vez que demonios había pasado. Ocho años en los que aprendió que nada es eterno. Ocho años en los que poco a poco su recuerdo se volvió tenue en su memoria... Más nunca se borró del todo.Aura pudo descifrar sin ningún problema cada uno de los sentimientos que empezaban a bullir dentro de Daniel, siempre lo había hecho y a pesar del tiempo... Al parecer aquello no había cambiado.-Hola, mucho gusto. Dafne Lamprou para servirte.- La melodiosa y dulce voz de la rubia la hizo desviar su mirada y volver nuevamente a la realidad, mir
- Quiero la verdad Daniel, es mejor que seas sincero o juro que lo voy a descubrir por mi cuenta.- Alexein amenazó a Daniel, apenas cerró la puerta del gimnasio con fuerza.Él no era un tonto, y sabía que algo se traían entre manos esa mujer y él. Había visto como esta lo miraba en el aeropuerto, con una mezcla de anhelo y melancolía, y en la casa, cuando habían sido presentados, Daniel ni siquiera articuló la más mínima palabra y sólo miraba a la mujer boquiabierto, mientras ella lo veía como si fuese el peor de sus tormentos.Lo había sacado de ahí antes que Dafne se diera cuenta de lo que estaba pasando, conocía perfectamente las inseguridades de esta y no quería que la estupidez de aquellos dos, avivara los pensamientos negativos que tanto mal le hacían.Daniel siguió guardando silencio. Durante todo el camino había tratado de sacarle información por las buenas y no lo conseguía, lo que empezaba a molestarlo, por lo que ahora lo haría por las malas de ser necesario. Justo cuando
Aura arrastró su pequeña maleta, mientras seguía de cerca a la amable señora, quien se veía bastante feliz de haberle conseguido un trabajo y un hogar. Y ella definitivamente estaba agradecida y estaría en deuda con la dulce mujer por el resto de su vida.Berenice miraba todo con genuina curiosidad y creciente asombro. El lugar era simplemente hermoso. Fuera de la casa principal, pero siempre dentro de la propiedad, se encontraban esparcidas varias casitas, que aunque pequeñas, estaban en excelente estado y se veían sumamente cómodas y acogedoras, con sus jardines y sus pequeñas fuentes.Casandra le había dicho que era una para cada empleado del lugar, ya que Dafne siempre solía contratar personas sin hogar, que estaban ahogadas totalmente en los vicios y la depresión, o que no tenían lo justo para vivir dignamente, justamente como ella en aquel momento. Se detuvieron frente a una pequeña cancela, a la cuál Casandra sacó llave al pequeño candado que esta poseía, abriendola para que a
Aura despertó alterada, nuevamente aquellos recuerdos transformados en pesadillas volvían a atormentarla.Se sentó en la cama y miró el pequeño reloj de pulsera que tenía sobre la mesita de noche. Eran las cinco de la mañana. Se levantó y miró por la ventana de su habitación. La llovizna seguía sin ceder, por el contrario: había momentos en los que se volvía más fuerte.- "You said that we would always be, Without you I feel lost at sea".- Su voz empezó a entonar aquella melodía que tanto le había gustado cuando la escuchó.-"Through the darkness you'd hide with meLike the wind we'd be wild and free. You, Said you'd follow me anywhere, But your eyes. Tell me you won't be there." -Miró hacia el cielo nublado de aquella mañana y su dulce y fina voz se unió al cantar de la lluvia.- "I got to learn how to love without youI got to carry my cross without youStuck in a riddle and I'm just about toFigure it out without youAnd I'm done sitting home without youFuck, I'm going out withou
Aura se levantó temprano. Por primera vez en mucho tiempo, había podido dormir muy tranquilamente y desde la hora que se le dió la gana, hasta la hora en la que su cuerpo decidio que era suficiente.Durmió como oso en hibernación, como no lo había hecho desde que su abuela había fallecido y el infierno empezó para ella.Miró por la ventana el cielo, dónde nubes oscuras se arremolinaban presagiando que el día sería igual de tempestuoso que el anterior. Un perfecto contraste con su mente que por primera vez estaba en calma.Se levantó despacio y se dirigió al baño, necesitaba una ducha fría para poder despertar por completo, ya que aún sentía su cuerpo un poco amodorrado y de ninguna manera quería llegar tarde a su trabajo. Estaba agradecida de que su horario comenzara a las ocho, podía dormir tranquilamente hasta las seis treinta y acostarse temprano si así lo deseaba, pues a las cuatro terminaba su horario de trabajo.Era una suerte que Dafne y Daniel se ocuparan de preparar al niño